Sevilla

Los ingresos en las papelerías bajan un 40% por la venta de libros en los colegios

  • El sector ha presentado 30 denuncias en un año contra centros concertados y asociaciones de padres de las escuelas públicas por competencia desleal

Hace cuatro años se hacía muy complicado acceder por estas fechas al almacén que la Librería Padilla posee en Nervión. Había que pasar por encima de muchas cajas de cuadernos. Ahora esta estampa ha cambiado mucho, tanto como el nivel de ingresos de este tipo de negocio, que se ha visto reducido en un 40% debido, principalmente, a la competencia que supone la venta de libros de texto en los centros concertados y a través de las asociaciones de padres (ampas) de los colegios públicos, según denuncia el colectivo. A esta incidencia se une la demora con la que la Junta abona el importe correspondiente a los cheques-libro, lo que ha llevado al cierre de más de una decena de librerías en la capital andaluza los últimos años por la asfixia económica que el retraso genera.

"Es legal, pero no honesto". Así define el presidente de la Federación Andaluza de Libreros (FAL), José Luis Jaime Serrano, la situación a la que se enfrenta el sector desde hace años. Los colegios de titularidad privada y las ampas se han hecho con buena parte de un negocio que llevaba ya bastante tiempo sufriendo la fuerte competencia de las grandes superficies. "Los libros han de venderse en las librerías, no en los colegios", es la máxima de Jaime, quien acusa a la administración competente -la Junta- "de no actuar de oficio" en dicho conflicto.

La situación no es nueva, comenzó hace años, incluso décadas, cuando los colegios privados y concertados empezaron a vender libros de textos. El presidente de la FAL explica que los centros de titularidad privada pueden contar con licencia para este tipo de operaciones. El problema se agravó al implantarse el programa de gratuidad de libros de texto de la Consejería de Educación. "Los centros concertados, especialmente los que pertenecen a compañías religiosas, suelen estar vinculados a editoriales, por lo que se buscan sus propios medios para vender los libros de estas empresas en sus propias instalaciones a través de los cheques-libro de la Junta que reparten a las familias", incide Serrano, quien cuestiona la "honestidad" de esta actuación. "En los colegios no pagan Seguridad Social a quienes venden los libros, sus negocios no están sometidos a las inspecciones que pasamos todos, pero consiguen beneficios con esta actividad en la que los padres pagan con dinero público mientras que se financian con el concierto", recuerda el máximo representante del colectivo.

Pero no sólo esta práctica es común en los concertados, en los públicos también se lleva a cabo a través de las asociaciones de padres, muchas de las cuales llegan a acuerdos con editoriales para vender sus libros de texto "a cambio de material escolar gratuito". Este tipo de actividad no está permitida y la FAL recuerda que las instrucciones de la Consejería de Educación al respecto son bastante claras, puesto que los centros educativos no cuentan con autorización para la venta de material: "no está permitida la gestión de los cheques-libro por parte de ampas, asociaciones o los propios centros docentes con las que puedan obtener beneficios de algún tipo derivados de esta gestión".

Esta competencia lleva tiempo haciendo mella en el sector. En tiendas sevillanas como Padilla los ingresos por la venta de libros de texto han mermado un 40% los tres últimos años. Así lo refiere uno de los propietarios de esta papelería, Fernando Baserba, quien insiste en que ahora "nos cuesta más trabajo pagar el material del que nos surten". "Hace cuatro años no se cabía en nuestro almacén por estas fechas, había que pasar por encima las lotes de cuadernos. Ahora todo es distinto. Si antes se vendían 100 cajas de cuadernos, ahora son 50", asegura este comerciante.

En la Librería Falla, en el Cerro del Águila, la situación no es mucho mejor. Uno de sus propietarios, Benito Rico, culpa a la Junta "de hacer la vista gorda" con la venta de libros en los centros educativos. "Los colegios ponen a las ampas de escaparate, porque son conscientes de que comercializan con material", asegura este librero, quien incide en que las grandes superficies "sólo hacen daño a las pequeñas tiendas en el arranque del curso. Cuando llega octubre ya se han olvidado de las familias, que acuden entonces a las librerías de barrio".

La librería Falla lleva medio siglo en el Cerro del Águila, sus dueños aseguran que "nunca se había vivido algo así". "Las editoriales, incluso distribuidoras, llegan a acuerdos con las asociaciones de padres. En vez de hacerles descuentos a cambio de comprar sus libros, les regalan el material. Éste es el problema que tenemos en los colegios públicos, aunque para demostrar estos acuerdos ilegales hacen falta facturas, que es lo que nunca expiden", asegura Pedro Rodríguez, propietario también de la citada librería.

El deterioro causado en el sector ha provocado que en el último año se hayan presentado más de 30 denuncias por la venta de libros de texto en los colegios, según refiere Rodríguez. Muchas de ellas, no obstante, han caído en saco roto, de ahí que el pesimismo cunda en el colectivo, especialmente ante las resoluciones del Consejo de Defensa de la Competencia de Andalucía, que en un auto del pasado febrero dictaminó que los descuentos ofertados por una librería al ampa de un colegio no suponen afección al interés público, puesto que no se trata de venta "al detalle", de la que queda excluida la compra "colectiva" a grupos de alumnos, como es el caso.

Pero el lamento de poco sirve en tal coyuntura. Estrella Ferrer, propietaria de la legendaria Papelería Ferrer, en la céntrica calle Sierpes, incide en que "cambian los tiempos y las ofertas". "Antes el chorreo de clientes empezaba en agosto y terminaba en noviembre. Ahora es distinto. Nos hemos visto obligados a ofertar precios muy competitivos en un material más técnico, ahí nos va bien", señala esta comerciante, quien insiste en que la competencia que atañe a las librerías y papelerías "se la he ido de las manos a la Junta". "Se tendría que haber intervenido hace 20 años, cuando empezó la venta de libros y material en los colegios. Entonces el sector no se unió y ahora es tarde".

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