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Otro martes y 13, 95 años después

  • Celebración. Jacinto Maqueda saldrá hoy de la misa en la Catedral para celebrar con sus amigos, incluidos algunos canónigos, sus 95 años de vida sin cambiar de dientes ni anginas

De izquierda a derecha, Manuel Moreno, Ulpiano Pacho, Pedro Ybarra, Jacinto Maqueda y José Márquez,  junto a la puerta de San Miguel.

De izquierda a derecha, Manuel Moreno, Ulpiano Pacho, Pedro Ybarra, Jacinto Maqueda y José Márquez, junto a la puerta de San Miguel. / Julián Venegas

El 13 de junio de 1922 también fue martes y 13. Ese día, en la casa familiar de la calle Zaragoza, vino al mundo Jacinto Antonio Maqueda Domínguez. Jacinto por su padre, Antonio por el santo. Hoy cumple 95 años. Un lustro para el siglo. "Estoy en cola". Aquel día, la matrona avisó al ginecólogo Domínguez-Adame: "Don Mauricio, ha roto aguas".

Ayer salió de misa de diez por la puerta de San Miguel y se acercó al café Génova, en la Avenida, para revisar el lugar donde hoy quiere reunir a un grupo de amigos y familiares para celebrar sus diecinueve lustros. Presume de que la dentadura y las amígdalas son las suyas de toda la vida y atribuye buena parte de su envidiable salud al hábito que nunca pierde de subir y bajar escaleras.

Ha sido el médico del estómago de los canónigos. Con ellos y otros sacerdotes coincidió ayer en la puerta de San Miguel, a la salida de misa: Ángel Gómez Guillén, Pedro Ybarra, Ulpiano Pacho. También coincidió con los cantores de misa Manuel Moreno y José Márquez, con Herminio González Barrionuevo, director de la Escolanía de los Seises, un palentino que como hace todos los veranos irá a Nueva York, "este año me voy el 14 de julio". También apareció en ese espacio impreciso de ciclistas, tranvía y turistas Joaquín de la Peña, que ganó las elecciones como hermano mayor de Todos los Santos el mismo día que Susana Díaz perdió las primarias de Ferraz.

Pendiente del hilo de la actualidad, Jacinto Maqueda nació en puertas de la dictadura de Primo de Rivera, "una dictablanda con rey y Exposición Iberoamericana" y quedó huérfano de padre en 1933, tercer año de la Segunda República, con 12 años. Su tío Eloy Domínguez-Rodiño, médico y académico, se convirtió en su mentor y fue quien le despertó la vocación de la Medicina.

El tío médico era hermano de Teresa, la madre de Jacinto Maqueda, y de sus tíos Enrique y Marcelo, dos aventureros que iniciaron la tradición familiar de casarse con francesas. "Se fueron a Francia, allí se casaron. Mi tío Enrique tuvo dos niños, mis primos Enrique y Marcelo, que nacieron en Alemania". Su tío Enrique trabajó en el mundo del cine. Descubridor de Carmen Sevilla, el 18 de julio estaba en Madrid, zona republicana, y su mujer con sus hijos en Sevilla, zona nacional. "Mis primos se presentaron voluntarios. José Antonio Primo de Rivera se había metido a la juventud en el bolsillo. Lo recuerdo un día en el bar Munich antes de un mitin en el frontón Betis".

Empezó la carrera de Medicina el año que acabó la guerra, con su tío Eloy como mentor

Igual que su tío le transmitió la pasión por curar a los demás, su abuelo Isidoro, el padre de su madre y de los tíos viajeros, fue quien le inoculó su condición de "patriota mil por mil". "Mi abuelo fue de los últimos de Filipinas, aunque estuvo en una iglesia y un sitio distinto del de Baler". Como sus tíos, Jacinto Maqueda también se casó con una francesa, pero no tuvo que ir tan lejos. "En Sevilla tenía muchas novias, pero siempre les pedía pausa". Incluida una guapísima que después se casaría con uno de los toreros con más predicamento de la afición. Destinado en Morón, un día se presentó una paciente que marcó su vida. "Era francesa, venía demacrada pero era muy guapa y muy fina". Se casaron en la Magdalena. Se llama Christiane Dilbecourt, una francesa de la Picardía que fue la mejor guía para conocer el país vecino. "Hemos ido muchos veranos a ver el Tour de Francia. Tengo fotos con Perico Delgado y con Indurain, sacaba mi bandera española al lado de la ikurriña de los vascos".

Jacinto es de misa diaria, fundador de la Asociación de Fieles Asiduos de la Catedral que reclama más horas de latín en las celebraciones litúrgicas. "Mi mujer es creyente, pero no es practicante. Tiene una Virgen de Lourdes en su mesita de noche y una vez que estaba muy mal de salud se quitó de encima a un cura que iba a administrarle los santos óleos".

El último Domingo de Resurrección coincidió en la Catedral con el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. "Le dije que de forma consciente llevaba 88 años pisando la Catedral". Su tiempo es una medida superlativa aunque sabe que para disfrutar los años hay que vivir al día. Empezó la carrera de Medicina en 1939, el año que terminó la guerra civil.

Siguió la tradición de sus tíos Enrique y Marcelo de casarse con una francesa

En 1987 fue condecorado por el Ayuntamiento de Cádiz, con Carlos Díaz como alcalde, por su participación en un hecho que había tenido lugar cuatro décadas antes. En 1946 tenía que elegir destino como médico y marcó tres lugares con playa: Cádiz, Canarias, San Sebastián. "Si me coge durmiendo, no lo cuento", recuerda de la explosión que el 18 de agosto de 1947 causó numerosas víctimas mortales en el barrio gaditano de San Severiano. "Explotaron seis bombas antisubmarinas; si explotan las sesenta que había, Cádiz desaparece. Era un arsenal como Pearl Harbor". Para documentar su presencia en las tareas de asistencia sanitaria hubo que encontrar papeles de un regimiento que había desaparecido. "Estaban en bolsas negras en un cuartel de San Roque. Lo pude acreditar con la ayuda desde Granada del fiscal Rafael Caballero Bonald, hermano del escritor".

Es el único de los siete hijos de Jacinto y Teresa que sigue con vida -"una hermana murió hace tres meses con 93 años"- y está escribiendo sus memorias, con los epígrafes Iglesia, España, Familia y Medios, donde incluye su relación con colectivos como médicos y abogados.

Desde el salón de la cafetería Génova se ve la esquina que fue La Punta del Diamante, uno de los lugares que frecuentaba, igual que el Briz de Rioja, sitio de moda que diseñó el arquitecto Joaquín Díaz Langa. El domingo vio con su mujer francesa el décimo triunfo de Nadal en Roland Garros. Ella trabajó en el mundo del circo. "Tenía un número de caballos y otro de cuchillos y conoció a Pinito del Oro y las vedettes del Moulin Rouge". No le dijo que estaba con un periodista: "Le dije que iba al callista".

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