El mercado de Entradores busca soluciones ante la desidia municipal
Cascotes que caen del techo, goteras y losetas sueltas ponen en evidencia el deterioro de uno de los mercados más históricos de Sevilla · Los indigentes viven en los soportales y se asean en los servicios
La entrada del mercado del Arenal está llena de socavones. En la acera faltan algunas losetas y las que quedan están rotas o mal colocadas. Los placeros dicen que más de una mujer de avanzada edad ha tropezado con ellas y se ha caído. La galería bajo los soportales sirve para aparcamiento de motos y en cada esquina hay orines de perros. La suciedad se acumula a las puertas del mercado. Dentro hay goteras y los comerciantes han tenido que colocar unas mallas ante la continua caída de cascotes y la posibilidad de que el viento haga desprenderse alguno de los numerosos cristales rotos que permanecen en las vidrieras de la bóveda principal del edificio.
El abandono que sufre el edificio es todavía más patente en la zona trasera, que se utiliza para la carga y descarga. Aquí se concentran más de una decena de indigentes que se ganan la vida aparcando coches cuando no está vigente la zona azul. Los indigentes viven bajo los soportales, con lo que la suciedad en esta parte del edificio es todavía mayor. Además, estos mendigos utilizan los servicios públicos del mercado para su aseo personal.
Los placeros lamentan que el Ayuntamiento de Sevilla no haga nada por sacarle partido a un mercado emblemático de la ciudad. "Esto debería ser un escaparate para la ciudad, puesto que es un mercado con unas peculiaridades que no tiene cualquier otro mercado de abastos. Este edificio aparece en las guías turísticas y ahora mismo hay muchos turistas que vienen a verlo, casi tantos como clientes", explica Vicente Torres, vocal de la junta directiva del recinto y propietario de la enoteca.
Los comerciantes incluso han elaborado un dossier con fotografías de todos los desperfectos que sufre el mercado. En este documento, explican que las goteras han llegado incluso a traspasar los techos de los puestos, que la bóveda está llena de manchas de humedad y que los cristales y los cascotes caen a diario sobre las redes de protección que los comerciantes se vieron obligados a instalar de manera provisional hace ya nueve años. También tuvieron que colocar tablones en aquellos huecos dejados por las vidrieras que se caían. Los escalones y las barandillas de las escaleras a la segunda planta están rotos y la zona trasera está llena de escombros y suciedad.
Los placeros han solicitado mejoras urgentes al Ayuntamiento, que prometió que iba a realizar unas reparaciones por valor de 1,2 millones de euros. El proyecto se terminó, pero el Consistorio lo devolvió para mejorar la inversión en el aire acondicionado. Desde entonces, ni reformas ni refrigeración. "No hace falta tando dinero, quizás con unos miles de euros se podría solucionar todo", explica Torres, que ha propuesto al Consorcio de Turismo una idea para colocar fotografías de gran tamaño en las paredes de las bóvedas para tapar así las manchas de humedad. Mientras tanto, sigue habiendo muchos puestos vacíos y se eterniza la concesión de licencias.
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