Un millar de niños están en riesgo de absentismo escolar

Más de mil menores de la capital hispalense son susceptibles de faltar a clase. Éste es uno de los datos que se desprende del balance que la Policía Local de Sevilla realiza cada curso y que responde a una de las tareas que tiene encomendada: evitar el absentismo escolar. La intervención de los agentes en estos casos se produce después de que los docentes, la dirección del centro educativo y los servicios sociales no hayan podido solucionar la ausencia continuada de un menor al aula. Se trata de un proceso en el que intervienen distintas administraciones y entes. Aunque el número de niños absentistas no ha aumentado, sí se han disparado las medidas preventivas, especialmente desde que se puso en marcha la comisión municipal para acabar con este fenómeno.

Poco a poco el plan integral contra el absentismo escolar va dando sus frutos. Aunque aún el número de casos que llegan a la Fiscalía de Menores por este asunto es bastante elevado (63 el pasado curso en la capital), la coordinación entre los distintos entes que participan en dicho programa ha permitido que las familias -especialmente aquéllas en riesgo de exclusión social- tomen conciencia sobre la necesidad de que sus hijos acudan con regularidad a clase y colaboren en conseguir este objetivo.

Aprobado en 2005, el citado plan no fue una realidad en la capital andaluza hasta un lustro después. Hubo que esperar a 2010 para que se constituyera la comisión municipal que lucha contra una de las principales "lacras" que sufrían los centros educativos andaluces. En su puesta en marcha se tomó como base la experiencia acumulada por asociaciones como CIMA y La Candelaria, que llevaban muchos años trabajando en determinados barrios para erradicar el citado fenómeno. Una vez que la comisión se constituyó, estas acciones se desarrollaron en toda la ciudad.

Para que esta labor sea más efectiva, la ciudad se dividió en 13 subcomisiones, que son las encargadas de llevar a cabo el trabajo de campo y en el que intervienen los diversos agentes. Estas zonas de actuación son Polígono Norte, Macarena, Casco Antiguo, Torreblanca-Palmete, Rochelambert-Tres Barrios-Amate, Los Carteros-San Jerónimo, Sur, Triana-Los Remedios, Nervión-San Pablo, Carretera de Carmona-La Calzada, Parque Alcosa-Polígono Aeropuerto, Sevilla Este y Polígono Sur. Con esta división se abarca a los más de cien colegios y ochenta institutos públicos que hay en la ciudad.

La comisión cuenta con un plan de actuación general para cada caso. Así, cuando se percibe la falta continuada de un alumno a clase (cinco días lectivos al mes en Primaria y 25 horas mensuales en Secundaria) los primeros en intervenir son el tutor y la dirección del centro, que se pondrán en contacto con los padres y solicitarán la colaboración de las asociaciones especializadas en este asunto, que, no obstante, desarrollan tareas de prevención con aquellas familias en riesgo de exclusión social, de donde suelen proceder -no siempre- los menores absentistas. Si el problema no se soluciona, son los servicios sociales de las administraciones públicas los que actúan, siempre en contacto con la familia del alumno.

En caso de que la ausencia del menor continúe, es cuando se requiere la participación de la unidad de Relaciones Sociales de la Policía Local, que obliga a firmar a la familia un acta de compromiso para que su hijo acuda con regularidad al centro educativo. Al tener el menor 12 años se le hace partícipe de la rúbrica. Si finalmente el absentismo persiste, el caso se deriva de a la Delegación territorial de Educación y de ahí se eleva a la Fiscalía de Menores, que puede condenar a los padres.

En la ciudad de Sevilla el pasado curso hubo 1.245 menores con actuaciones de prevención contra el absentismo escolar, según datos de la Policía Local. Se trata de hijos de familias que por circunstancias económicas y sociales están en riesgo de faltar a clase. Son previsibles niños absentistas, aunque esta cifra no coincide con la de aquéllos que tienen abierto un protocolo por no acudir al centro educativo, cuyo número es menor: 1.087. Esta cantidad se reparte de forma bastante equilibrada entre colegios (517) e institutos (568), a los que se suman dos casos de Educación Especial. De los expedientes (algunos se abrieron el pasado curso y la mayoría ya se crearon en anteriores), 106 se resolvieron de forma favorable, esto es, se consiguió que el alumno dejara de faltar a clase, mientras que el resto continúa abierto y siendo tratado por los agentes de la comunidad educativa y la Policía.

Un dato importante a tener en cuenta es la reducción que se produjo el curso pasado en el número de casos que llegan a la Fiscalía, que pasaron de 92 a 63, lo que supone una disminución del 31,5%. En esta bajada se perciben los primeros frutos del plan contra el absentismo, pues la coordinación entre los participantes ha logrado que las familias sean cada vez más conscientes de la necesidad de que sus hijos acudan con regularidad a los centros de enseñanza y de implicarse en dicho objetivo. De los casos que se elevaron al Ministerio Fiscal, 34 procedían de colegios y 29, de institutos.

La labor concreta de la Policía Local se desarrolló en distintas actuaciones. Los agentes contactaron el pasado curso con 40 familias de menores absentistas y levantaron 78 actas que tuvieron que firmar los padres. Se trata de la tercera fase del plan en el que interviene la Policía después de haberlo hecho los profesionales de la enseñanza y los servicios sociales. Otro de los cometidos de las fuerzas de seguridad se centra en vigilar y detectar a los menores que en horario escolar se encuentran en la vía pública, ya sea porque lo perciben los propios agentes o por medio de la denuncia de un ciudadano. El curso pasado fueron 44 alumnos los que estaban en la calle en jornada lectiva. También se localizó a 49 niños cuyos padres no habían comunicado el cambio del centro educativo y su plaza seguía ocupada, por lo que el equipo directivo alertó de su falta.