"Las mujeres de Corín Tellado visten con pantalones, conducen, fuman"

Los invisibles

Biógrafa de Corín Tellado, experta en la novela por entregas del XIX, fomentó la lectura y el teatro en institutos de Bermeo, La Rinconada y durante 29 cursos en el Polígono San Pablo.

Ángeles Carmona, en la terraza del hotel Meliá Los Lebreros.
Ángeles Carmona, en la terraza del hotel Meliá Los Lebreros.

04 de septiembre 2010 - 05:03

SERRANA de la Sierra Morena, Ángeles Carmona (La Puebla de los Infantes, 1950), hizo dos incursiones en el Cantábrico: a Bermeo, su primer destino profesional; y a Gijón, a conocer a Corín Tellado.

-¿Los libros son de familia?

-Sí y no. Mi abuelo paterno era alfarero y mi padre tenía una fábrica de ladrillos en Palma del Río. Mi madre muere cuando yo tenía 6 años y me fui a vivir con mi abuela. A una casa llena de libros.

-El contrapunto de los ladrillos.

-Siempre fui una lectora precoz. Con siete años leí Corazón, de Edmundo de Amicis, o Mujercitas. Vivía con mi abuela y el hermano de mi madre, Paulino González, autor de sevillanas. En su biblioteca tenía el nouveau roman, le traían de Buenos Aires todo el boom de la literatura sudamericana. Yo lo mismo leía Nada de Carmen Laforet, Unamuno, Robbe-Grillet o Marguerite Duras.

-¿Sevilla era para una chica de pueblo como venir a Nueva York?

-La ciudad era la libertad. Para una niña de la sierra, en esa época en la que no se viajaba venir a Sevilla era una aventura. Me hice muy amiga de todos los que estaban comprometidos políticamente. Terminé el bachiller en el Velázquez. ¡No te puedes imaginar cómo eran aquellas alumnas!

-¿Cómo llega a la novela por entregas?

-Le dediqué mi tesis doctoral.

-Novelas para mujeres escritas por hombres...

-El siglo XIX es cuando la mujer empieza a querer cambiar. Y los hombres escriben esas novelas para que las mujeres no cambien. Y la que cambia acaba sola, enferma, abandonada. Lo curioso es que están escritas por autores progresistas como Wenceslao Ayguals de Izco. Unas novelas anticlericales en las que la mujer siempre es religiosa, sumisa.

-¿Y ellas lo aceptan?

-Hay dos tendencias. La vanguardista, que representa Pardo Bazán, la primera catedrática que hubo en España, cátedra que tuvo que dejar porque sus alumnos y los profesores le hacían la vida imposible, la abucheaban en clase. La conservadora la representa Fernán Caballero, mucho menos transgresora de lo que se cree.

-¿Cómo llega a Corín Tellado?

-Es la continuación de mi tesis en el siglo XX. Corín burla a la censura diciendo sin decir. Aunque empezó a escribir en 1948, sus mujeres tienen un perfil avanzado. Mujeres que visten pantalones, que conducen, que fuman.

-El último caso de escritor que escribe para mujeres es el sueco Stieg Larsson...

-He leído sus tres novelas. Me gusta. Tuvo muy mala suerte. Vargas Llosa ha hablado muy bien de esas novelas en un artículo.

-El peruano lo ha salvado igual que salvó a Corín Tellado...

-A Corín la prensa la trataba fatal. Se reían de ella, la despreciaban. Pero la descubren Vargas Llosa y Cabrera Infante y la prensa cambia, no te lo pierdas, y empieza a valorarla.

-¿Qué le sorprende de ella?

-Aunque se sentía muy asturiana, sus primeros 20 años de vida los pasa en Cádiz. Su padre era marino. En Cádiz publica sus primeras novelas. Cádiz fue la capital de la prensa, el primer puerto. Las primeras socialistas utópicas en España son gaditanas.

-¿Dónde empieza a dar clases?

-Curso 78-79. En Bermeo, todo el mundo hablando bermeano. Me voy con mi hija, que tenía tres meses. No encontré a nadie que la cuidara; las que trabajaban en las fábricas de conservas ganaban más que yo. Dos compañeros de instituto tenían una vecina que tenía siete hijos y siete nietos, todos varones. Quería tener una niña en casa. Me salvó. Había sido cocinera del lehendakari en el exilio.

-¿Cuántos cursos en el Polígono San Pablo?

-Me acabo de jubilar. 29 cursos. Muchas de mis alumnas trabajan en El Corte Inglés y en Zara. Tengo jueces, políticos, artistas.

-¿Recuerda su última clase?

-Un ejercicio de comparación entre Puñal de claveles, de Carmen de Burgos Colombine y Bodas de sangre, de García Lorca. A los alumnos Lorca les resulta difícil por sus símbolos y metáforas. Colombine es mucho más accesible.

-¿Baila las sevillanas de su tío Paulino?

-En Feria siempre me voy. Mi tío es un clásico. Te sonará una de sus sevillanas más conocidas: Si me enamoro algún día / me desenamoraré / para tener la alegría / de enamorarme otra vez. La letra tiene tela. Con lo mal que se pasa cuando uno se desenamora.

-¿En Sevilla las rosas pinchan y las espinas huelen?

-Pinchan. Y hay que andarse con cuidado. Me gustaría que en Sevilla la cultura no estuviera tan limitada a ciertas fechas y tan descuidada el resto del año.

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