La Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla, organizada por el Ateneo, celebra este año su 102 años de vida. No No ha faltado ni uno solo desde que en 1918 José María Izquierdo tuviese la idea de repartir ilusión por las calles de Sevilla. Su discurrir es todo un reto que año tras año revalida la capacidad de organización de una ciudad que vive intensamente la tarde del 5 de enero.
Salvando las distancias, en cuanto a números, ya la vivió de esta manera en 1918 cuando a las 7,30 en la calle Tetuán no cabía un alfiler para ver salir la comitiva. Este primer desfile partió de la calle Lombardos, ahora llamada Muñoz Olivé. Todo se había organizado en el Teatro San Fernando, cedido por uno de los ateneístas del momento, el empresario Vicente Llorens, un escenario que al día siguiente acogió una función para los niños de las escuelas públicas.
Una idea que la ciudad acogió con entusiasmo y que año tras año ha ido creciendo.
En la Cabalgata actual participan 3.000 personas, 800 voluntarios, 1.000 niños y 7 bandas de música que amenizan un cortejo que tarda en discurrir 45 minutos y ocupa una superficie de 1,5 kilómetro.

Músicos en la cabalgata.
Hasta 200 beduinos están preparados este año para incorporarse a la comitiva, que será televisada desde cuatro puntos: salida, San Roque, Macarena y Alameda.
Una de las novedades de este año es la integración de la Cabalgata, en la que por primera vez uno de los reyes está encarnado por un invidente. Se llama Cristóbal Martínez y es el delegado de la ONCE en Andalucía. Junto a él participarán otras 70 personas discapacitadas, 40 de ellas visuales, en el cortejo.
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