Un palacio que fue escuela artesanal

LA casa Sánchez-Dalp fue una escuela de artesanos. Esta es una de las facetas de la casa de Sánchez-Dalp, más valorada por el profesor Alberto Villar Movellán, quien subraya en su análisis que durante su construcción pudieron formarse numerosos profesionales artesanos: alarifes, yeseros, cerrajeros y forjadores, ceramistas, decoradores, carpinteros y ebanistas, tapiceros, etc. Es decir, la oportunidad ofrecida por la construcción de la casa de Sánchez-Dalp en los primeros años del siglo XX, fue básica para la formación de profesionales artesanos que luego fueron claves para las obras regionalistas siguientes y de los pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929-30. De esta manera se dio empleo a gran parte del personal joven formado en la Real Escuela de Formación Profesional de Sevilla, que fue la primera de España.

El rey Alfonso XIII, que en 1913 decidió que Sevilla fuera la primera ciudad española que tuviera Real Patronato Municipal de la Vivienda con ayuda estatal, también quiso que nuestra ciudad contara con la primera Real Escuela de Formación de la nación, denominada Real Colegio Hispalense, para que sirviera de apoyo a los obreros cualificados que necesitaba el certamen iberoamericano y la reforma urbana paralela. Puede decirse que esta iniciativa real (1924) fue la levadura que muchos años después cristalizó en las Universidades Laborales creadas por el régimen del general Franco. El lugar elegido para montar el Real Colegio Hispalense de Formación Profesional fue la Plaza de España. Los talleres y aulas se instalaron en el ala norte del edificio, teniendo la Torre Norte como sede principal. En dos años, 1925 y 1926, estuvo operativa la escuela y en ella se formaron en el primer curso más de cuatrocientos jóvenes procedentes de la capital y de los pueblos sevillanos.