Las residencias de mayores de Sevilla: entre el miedo al coronavirus y la indignación

Sindicatos y organizaciones de mayores urgen medidas para evitar que las residencias "se conviertan en tanatorios" y critican la falta de material de protección para los trabajadores

El Ejército se despliega en los geriátricos de la provincia

Un equipo de la UME, junto a una empleada de la Residencia de San Juan de la Palma, en el centro.
Un equipo de la UME junto a una empleada de la Residencia de San Juan de la Palma, en el centro. / Fundación Gerón

Son el colectivo más vulnerable ante el coronavirus. Los mayores, que algunos ya vivieron en primera personas retazos de otra época dura tras la Guerra Civil, se han colocado en esta crisis sanitaria sin precedentes en el foco de una atención prioritaria como el principal grupo de riesgo. Algunos lo viven desde sus casas con familiares a los que apenas pueden ver por miedo al contagio o en soledad al no contar con familia cerca y no poder contar con la ayuda voluntaria que hasta ahora era sus sustento de vida. Otros afrontan estos duros momentos lejos de los suyos en residencias y centros de mayores en los que, recluidos al igual que todo el país, reciben el cariño de unos trabajadores que también son esenciales en esta crisis y que, al igual que los profesionales sanitarios, también son claves en estos duros momentos.

En las 162 residencias de mayores de Sevilla y su provincia (138 privadas y 24 publicas), donde viven 8.354 ancianos, se libran estos días muchas batallas. Las humanas de los residentes que han perdido el nexo con el exterior; la de los trabajadores, que tienen que cobijar su miedo y seguir regalando sonrisas; y la de los familiares, que renuncian a ver a sus seres más queridos para no hacerles correr un riesgo que podría ser mortal. Pero también las que provoca la falta de material y el desbordamiento de los servicios sanitarios. Trabajadores y organizaciones y asociaciones denuncian una escasez de equipos de protección y de pruebas de detección que provoca que estos se conviertan en foco de transmisión. Pero ante todo, llaman a la calma, por los propios mayores y por sus familiares.

Martín Durán es presidente de la Federación de Organizaciones Andaluzas de Mayores (FOAM) y pide a las administraciones tanto andaluza como estatal y los partido políticos "que actúen ahora que todavía se está a tiempo". Durán considera que en Sevilla, y en Andalucía, la situación en las residencias de mayores no está siendo "afortunadamente de momento un problema muy gordo" por lo que reclama medidas "para evitar sí lo sea".

"Reclamamos test rápidos para todos los residentes y trabajadores de los centros para poder apartar rápidamente a aquellos que estén infectados porque ésta es la única forma de evitar que una residencia de mayores se convierta en un tanatorio. Tenemos a un trabajador que ha estado más de un día esperando hacerse las pruebas sin que se le de ninguna prioridad y a un residentes que lleva aislado cuatro días esperando los resultados", reclama con dureza Durán después de que la propia ministra de Defensa reconociera esta semana que "el Ejército ha encontrado en las residencias a ancianos muertos en sus camas". Por ello, considera que los geriátricos "no son espacios preparados para atender este problema tan gordísimo", donde además las plantillas son las mismas que antes de esta crisis, y propone que se utilicen para los mayores infectados espacios como residencias de estudiantes, que ahora mismo están cerradas, u otros centros de mayores que estaban a la espera administrativa de poder abrir cuando estalló esta crisis sanitaria.

Es la misma petición a las administraciones que lanzan desde la Asociación andaluza de residencias y servicios de atención a mayores, Lares Andalucía, que representa a 138 geriátricos en la comunicad de los que 31 pertenecen a Sevilla capital y provincia. "Es necesario que se agilicen las pruebas para destacar o confirmas casos en los residentes y los trabajadores para poder así, o bien apartarlos del sistema, o bien poder contar con ellos", manifiesta su presidente, Fernando Acosta.

Reclaman que los ancianos contagiados sean trasladados a "espacios preparados para atenderlos"

La falta de recursos y medios de protección es otra de las quejas que comparten. "Las mascarillas que tanto anuncian las administraciones están llegando a muy pocos sitios. A Sevilla no ha empezado a llegar nada", matiza el presidente de FOAM. Y es que, en los centros de mayores, el uso tanto de mascarillas como de guantes o batas es fundamental dada la dificultad de guardar las distancias de seguridad. "Los trabajadores usan guantes porque aquí de manera habitual se usan y los centros fuimos precavidos y nos hicimos de ellos antes de que la situación empeorara, no porque la administración nos los haya facilitado. También llevan mascarillas de las quirúrgicas y batas desechables, aunque tendrían que ser impermeables, que sí nos envían pero muy poco a poco", manifiesta Fernando Acosta, que explica que se ha reforzado el lavado de manos y la desinfección de las ropas de trabajo, y se han instalado geles antisépticos o jabón en todas las dependencias.

No obstante, la situación empieza ya a ser crítica en algunos centros de Sevilla. La unión provincial de CCOO alerta de que las plantillas de las residencias de personas mayores con las que cuenta la Junta de Andalucía en el barrio hispalense de Heliópolis, en Marchena y de Huerta Palacio en Dos Hermanas, "se han agotado" las mascarillas protectoras contra la propagación del coronavirus y escasean además otros elementos de los equipos de protección individual (EPI), avisando de que las trabajadoras de dichos centros afrontan su labor "a pecho descubierto" en sentido figurado pese a atender a un colectivo de personas "de riesgo" ante la citada enfermedad.

"Se agotan las mascarillas y también se están acabando los equipos de protección individual", ha enfatizado Romero, toda vez que la Junta de Andalucía ha defendido esta semana que frente a la conocida escasez de mascarillas en el ámbito de los servicios públicos municipales, autonómicos o estatales, ha adquirido cinco millones de unidades, contando ya con 275.000 de ellas.

Mientras la incertidumbre y el miedo reina fuera, dentro, los trabajadores se empeñan en transmitir cariño y sosiego. "Los trabajadores han pasado de ser la segunda familia de los residentes a ser la primera porque es a los únicos que pueden ver", explica el presidente de Lares Andalucía. Fernando Acosta reclama un mayor reconocimiento para los empleados de las residencias de mayores que también son "esenciales" en la situación actual. Martín Durán considera que habría que

Martín Durán. Presidente de FOAM

"A los trabajadores hay que hacerles un monumento porque están desarrollando su trabajo con mucha vocación y entregados al máximo"

No obstante, también hay preocupación. Sobre los trabajadores pesa la losa de ser ellos mismo quienes lleven el contagio a los centros, pero también la sensación de no fallar a los mayores, a quienes dedican la mayor parte de su día a día. "Como todos, tienen miedo, pero no lo representan por el amor que tienen a sus mayores", afirma Acosta y completa Durán, "su preocupación, más que por ellos, recae en el hecho en el que son conscientes de ser ellos los posibles responsables de llevar el virus a la residencia".

Un anciano en la residencia de San Juan de la Palma atiende una vídeollamada.
Un anciano en la residencia de San Juan de la Palma atiende una vídeollamada. / Fundación Gerón

Pese a las adversidades, los mayores son los más importantes para todos los que trabajan con este colectivo. Por ello, según explica Fernando Acosta, en las residencias asociadas se están tomando medidas para que ellos tomen consciencia de la importancia de la situación actual. "Hemos puesto cartelería y avisamos por megafonía de las medidas de prevención que tienen que seguir", destaca. Tanto desde Lares Andalucía como desde FOAM reconocen que los mayores están "nerviosos" porque no pueden ver a sus familiares, pero se han reforzado actividades como las vídeollamadas a través de las que entran en contacto con ellos.

"Es una situación muy triste que algunos, por sus dolencias, no entiende por qué no se les puede dar un abrazo", lamenta Martín Durán.

Los voluntarios, "atados de pies y manos"

La Asociación Sevillana de Asistencia, es una Organización No Gubernamental (ASA), de interés social y sin ánimo de lucro que se encarga de desarrollar programas de asistencia social y de voluntariado dirigidos a personas de cualquier edad que se encuentren en situación de necesidad. Una ayuda muy necesaria en estos duros momentos en los que aquellos que viven sólo necesitan más que nunca ayuda. No obstante, las medidas restrictivas y el confinamiento dictado por el estado de alarma mantienen a los voluntarios de esta ONG "atados de pies y manos".

"Nuestra labor consiste en ayudar a personas que lo necesitan porque están solas, mayoritariamente mayores, tanto a domicilio como en hospitales y residencias, pero ahora mismo estamos parados a la espera de que las autoridades definan alguna normativa sobre la situación de esas personas a las que ayudamos y nos autoricen salir a la calle sin incumplir el estado de alarma", explica el presidente de ASA Sevilla, Roque Riego.

Desde esta ONG manifiestan que "hay muchos voluntarios dispuestos a ayudar" y lamentan que los administraciones los haya dejado "al margen" de las excepciones del estado de alarma.

"Ahora mismo nuestro voluntariado consiste en asistir al teléfono y las únicas soluciones que podemos plantear es a nivel de comunidad de vecinos, que alguno esté pendientes de los residentes más necesitados", lamenta Roque Riego.

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