Ana María Hinojosa | Fundadora de One to One Andalucía

"La gran ventaja de estar soltero es la tranquilidad de no tener ninguna expectativa"

Ana Hinojosa, en primer plano, posa junto a un grupo de amigos de One to One Andalucía.

Ana Hinojosa, en primer plano, posa junto a un grupo de amigos de One to One Andalucía. / M.G.

Dentro de dos días se celebra San Valentín pero antes, mañana, llega el Día Mundial del Soltero o, como ha sido bautizado, San Solterín. Para ese sector de la población, y más específicamente para las personas mayores de 40 años que se ven en esa tesitura, creó Ana Hinojosa la asociación (hoy empresa) One to One Andalucía. El objetivo es organizar viajes, excursiones o quedadas para solteros. No hay que confundir eso con organizar acciones para ligar, que conste. "No hacemos actividades para buscar pareja, ofrecemos un círculo de amistades con el que se pueda reiniciar la vida otra vez", explica el alma máter del proyecto. "A quienes vienen les digo que no tengan prisa, que disfruten de su soltería", agrega. "Desde que terminó la pandemia tenemos más notoriedad", reconoce también. Cada vez cuentan con más asistentes y así espera Hinojosa que continúe en sus próximas iniciativas, como la inminente Comida de los Desenamorados.

–¿Cuál es la historia de One to One Andalucía?

–Surgió cuando me divorcié. Mi pareja se fue después de 30 años de relación y casualmente un íntimo amigo mío lo dejó con su mujer. Vimos que estábamos un poco descolgados y empezamos a hacer quedadas informales para ampliar el círculo de amistades. Teníamos que buscar amigos nuevos, pero cuando tienes casi 50 años no es lo mismo que cuando tienes 30. Cuesta más trabajo, has perdido el ritmo. Empezamos a poner anuncios en las redes para quedadas pequeñas con gente de Córdoba y, poco a poco, los amigos llamaron a otros amigos, se hizo esto más grande y creamos la asociación. Era una forma de ayudarnos a nosotros mismos, había mucho sufrimiento porque es más problemático encontrar amistades a partir de una edad más madura. Estuvimos tres años como asociación y luego mi compañero encontró otra pareja y se fue. Al recaer todo en mí, decidí convertir la asociación en empresa. Necesitaba buscarme la vida y ayudar a los demás y a la misma vez ayudarme a mí.

–Tiene 90.000 seguidores en Facebook y 70.000 en TikTok. ¿Se considera una 'influencer'?

–No creo. Eso de 'influencer' lo veo un poco frívolo. Algunas veces me dicen que soy más 'coach', pero tampoco lo veo. Me llamaría asesora o amiga, aunque cuando me cuentan cosas serias les digo que tienen que ir a un profesional. Yo no lo soy, pero para curarme a mí misma he procurado informarme mucho porque a la gente, cuando se divorcia, no la entiende nada más que el que lo sufre. Mis padres murieron en un accidente de coche y me dolió más separarme de mi pareja que la muerte de mis padres. La gente necesita exponer su dolor, sentir que tiene una salida, que hay gente que pasa por eso y lo supera. A veces me siento como un sacerdote. La gente me cuenta muchas cosas y yo intento escuchar y dar pocos consejos, me da miedo empeorar las cosas porque no soy profesional. Sólo puedo dar esperanza, decir que de esto se sale. Y que si ha pasado un año y no superáis esto, hay que buscar ayuda.

–¿Ese éxito en Internet es real o virtual?

–Es real porque he visto un crecimiento exponencial en mis actividades. Es verdad que últimamente estoy un poco más abrumada porque en las redes sociales los clientes potenciales no son tantos como la gente que me sigue. Me habla gente de México o de Perú que no va a venir nunca a las actividades. Pero mire, tengo una seguidora de México que ha hecho su empresa basada en la mía, ha montado una cosa parecida y quiere venir este verano. Las redes me quitan mucho tiempo, porque yo contesto a todo. Han crecido mis clientes, pero también la atención que tengo que prestar a las redes, que no me suponen ningún beneficio económico, sólo la satisfacción de ayudar a alguien.

–¿Cómo lleva ese éxito?

En la última actividad, en Navidad, tuve a 200 personas en una comida y lo pasé mal porque estaba acostumbrada a mis pequeñas quedadas. Si había 60 personas, me sabía la historia de las 60, pero cuando vi a 200 personas dije 'dios mío, dónde me he metido'. He tenido mucho estrés, no lo estaba asimilando bien. Ahora, con la ayuda de la gente que me quiere y delegando más o menos en mis embajadores, que son los que orientan a los que vienen por primera vez, intento adaptarme a lo que se está convirtiendo esto.

–¿Ser soltero es igual a estar solo?

–No lo es, pero la gente no lo sabe, la mayoría de los solteros no lo saben, no lo tienen claro y ese es uno de los problemas. Entre quedarse solo y la salud mental hay mucha relación. Ya no se trata de estar solo por elección, sino de la pérdida. A la gente que se queda sola tras una relación más o menos estable le cuesta mucho trabajo cambiar esa situación, porque nadie nos ha explicado cómo aceptar una pérdida. Si lo unes a dependencia emocional, tienes el cóctel perfecto para que se te vaya la cabeza. La gente tiene muchos problemas con eso, cuesta mucho volver a ser quien eras después de eso y muchos nos quedamos un poco tocados. Tienes que pasar de una estructura familiar a ser otra vez tú responsable de ti misma. El hecho de dormir sola y pensar 'si me pasa algo y estoy sola, a quién llamo...'. Es un miedo irracional porque solo no está nadie, todos tenemos una red social, pero parece que ya no es igual de válida que antes.

Ana Hinojosa. Ana Hinojosa.

Ana Hinojosa. / M.G.

–La soledad era antes un problema asociado a la tercera edad. ¿Se ha extendido como una plaga a todos los sectores de edad?

–Sí. Las relaciones han cambiado muchísimo por el tipo de sociedad en la que estamos. Hay aplicaciones para buscar pareja que lo que hacen es empeorar las relaciones. Estamos perdiendo. Como todo en Internet es rápido, las relaciones duran poco, igual que un vídeo de TikTok. La gente cosifica a otra gente y no hay compromiso. Si no hay compromiso ni para ver una película, cuanto más para una relación. Tendemos a estar más solos. La gente no quiere responsabilidad y, al tener tantas parejas y tanto cambio de pareja... Es como 'no quiero estar solo, este me da un poco de cariño, vale, voy a probar'. Es prueba y error, vas fracasando y esto hace que se te quiten las ganas de volver a intentarlo. Como no salen bien las cosas, buscamos rapidez. La gente va perdiendo las ganas de buscar y es un círculo vicioso que provoca más soledad, más distancia, más frío. La gente ya no cree nada, está como desengañada de las relaciones.

–¿Somos más de cristal que antes?

–Sí. Es un círculo, una cosa provoca la otra. No es ni causa ni efecto, la sociedad te forma de esa manera y después te vuelves más frágil.

–Usted dice que muchas personas que se acercan no quieren ni siquiera hablar, sólo escuchar a alguien.

–Sí, la gente necesita sentirse entendida. Todavía hay mucho estigma hacia las personas solteras o divorciadas. Y si le añades la edad, apaga y vámonos. Sentirse entre iguales que te entienden porque han pasado por lo mismo te hace sentirte cómodo. En las primeras actividades tengo que llamar la atención y avisar de que a los ex hay que dejarlos en la parada del autobús. Las miserias de los ex vamos a dejarlas para la segunda cita, ¿no? Porque si nos traemos a los ex a las actividades... Pero la gente tiene muchas ganas de desahogarse.

–La palabra 'solterona' siempre ha tenido un matiz peyorativo. ¿Ser soltero hoy en día sigue siendo un estigma?

–Para ciertas edades sí. Para gente más joven, igual no tanto. La edad para casarse ha subido, antes con 16 o 17 ya tenías novio casi formal. Ahora, gracias a Dios, la gente joven empieza a tener relaciones serias más tarde, pero para la gente de nuestra edad... Estoy harta de oír que si una persona llega soltero a los 45, es que algo raro tendrá. Y el estigma no es el que nos pone la gente, sino el que nos ponemos nosotros, porque parece que tuvieras un defecto. Por eso ellos se sienten bien en mi grupo, porque se sienten uno más. Pero el estigma existe.

–¿Cuáles son las ventajas de estar soltero?

–Le veo muchísimas, sobre todo la tranquilidad de no tener ninguna expectativa. Vivir en pareja es vivir de las expectativas, es llegar a casa y pensar '¿me dará un abrazo?'. Aquí tienes la oportunidad de enfocarte en ti misma, todo para ti, no estás opositando al cariño de los demás. Ante un amigo o amiga siempre puedes mostrarte al cien por cien. Con una pareja muchas veces tienes que pensar si le sentará bien o no, claudicas un poco de las cosas que te gustan, antepones lo del otro a lo tuyo. Sin pareja, si haces un viaje o ves una película vas a donde quieres y ves lo que quieres. Veo mucha independencia, tranquilidad y paz, no tienes que hacer fuerza para quedar bien con nadie. Veo libertad. No quiero decir que no haya ventajas en una pareja, no es decir que así estoy mejor y así estoy peor. Hay que aceptar lo que uno tiene, verle lo positivo y estar bien con lo que tienes. Eso significa tener tranquilidad. Ese es el mayor termómetro de todas las relaciones. Si estás tranquilo con una persona, sigues adelante.

–¿Y cuáles son los inconvenientes?

–El mayor es que te cobran unos suplementos por habitación individual que los veo superinjustos (ríe). Puedes hacer todo lo que quieras. Si quieres tener relaciones con una persona, puedes tenerlas. Si quieres ir a algún sitio con unos amigos, puedes ir. Tener pareja no te garantiza ese tipo de acompañamiento o ayuda. No se me ocurre ninguna desventaja, la verdad. Yo también soy un poco cínica, he tenido cuatro parejas y a veces el apoyo que necesitaba no me lo han dado. Sin embargo, no he tenido pareja y ese apoyo me lo han dado amigos o familiares. La diferencia es tener una buena pareja o no tenerla.

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