Triana se adelantó al ‘boom’ inmobiliario

calle rioja

Magallanes fue a entrevistarse con Carlos I y tres años después Elcano fue a ver a Carlos V

9925598 2024-12-09
Triana se adelantó al ‘boom’ inmobiliario

Triana hizo las Américas pasando, claro, por Sanlúcar de Barrameda. Un trayecto que suena a una de las coplas de José el de la Tomasa en su libro Alma de barco. Un viaje que en los Salesianos de Triana, con abundancia de datos y testimonios gráficos, hicieron Fernando Quiles y Jesús Pozuelo. El primero fue profesor de Barroco y Patrimonio del segundo, que a juzgar por la exposición conjunta aprovechó muy bien esas enseñanzas.

Magallanes fue a entrevistarse con Carlos I y tres años después Elcano fue a ver a Carlos V

Una historia apasionante en la que Sevilla tiene que seguir atravesando el puente, el de barcas que mandó construir Abu Yaqub Yusuf en 1171 o el que inauguró la reina Isabel II en su visita a Sevilla en 1862. Como una media aritmética entre ambas fechas, los cuatro viajes de Colón. En el primero, descubre las Bahamas; en el segundo, Jamaica; en el tercero, Venezuela, así llamada por las analogías con Venecia, que había sido una poderosísima potencia marinera, martillo de otomanos. El cuarto viaje fue un desastre. “Naufraga, tiene que volver y se entera de que la reina Isabel le ha quitado los privilegios de virrey de Indias”, dice Pozuelo remitiéndose a los pleitos colombinos que después removería Hernando Colón, el hijo del almirante. Se evaporaba la confianza mutua de las Capitulaciones de Santa Fe, patria granadina de los piononos.

En el primero de los viajes, cuando Colón avista la isla de Guanahaní, la leyenda dice que el primero que vio tierra fue Rodrigo de Triana, cuya estatua sobrevivió en Pagés del Corro a los Corona Center. “¿Es Rodrigo de Triana el trianero Juan Rodríguez Bermejo?”, se pregunta Pozuelo, trianero de cuna y residencia, ciudadano del mundo como uno de los promotores de Ispavilia.

Sevilla fue sede de la Casa de la Contratación. El nombre queda en la Plaza donde conviven una Consejería de la Junta de Andalucía y la Cámara de Comercio, que tiene obras de Guillermo Pérez Villalta. “Lo que fue el Wall Street de Sevilla es ahora una zona administrativa inaccesible al público”. Cuenta Pozuelo que la Consejería, con una fachada que rehabilitó Rafael Manzano, da al Alcázar, de tal forma que confluyen competencias espaciales del Gobierno que fueron transferidas a la Junta de Andalucía y del mismo Gobierno, el edificio del Alcázar, que en 1931 le cedió la propiedad al Ayuntamiento.

¿Quién dijo que aquella empresa era fácil? Todos los protagonistas de esos relatos, algunos cuestionados por un indigenismo a la violeta, superaron ciclópeas adversidades. Hernán Cortés llega a México de forma ilegal contraviniendo el criterio de Velázquez, el temible gobernador de Cuba. Magallanes se rebela contra su compatriota el rey Manuel, que le negó una paga vitalicia por la cojera que le dejó el escorbuto. Cojo y todo, capitaneó las cinco naves de la expedición a las Molucas. Una cojera que lo convirtió en una presa fácil en la emboscada en las Filipinas que acabó con su vida el 27 de abril de 1521. Por eso, como si fuera un acertijo, Magallanes acude a Valladolid a exponerle el proyecto a Carlos I, un jovencísimo monarca que apenas habla español, y en el regreso, Juan Sebastián Elcano acude a ver a la misma persona, ya convertido en emperador Carlos V. Magallanes bautizará a esas aguas como Océano Pacífico, las mismas que descubrió Vasco Núñez de Balboa, salvado de perder la vida por un trianero llamado Joaquín Bastida.

La Triana americana está en el devocionario, en el urbanismo, en la mitología. En sus personajes. Trianeros de América fueron Demófilo, el padre de los Machado, que se fue a trabajar a Puerto Rico antes de morir en la calle Pureza; las actrices Antoñita Colomé o Paz Vega; Paco Arcas, el alcalde de Triana recordado en un azulejo del Altozano, el cartero y concejal que llevó las becquerianas golondrinas a la calle Antillano Campos; o la legión de toreros de Triana que probaron fortuna allende los mares y que están en la nómina del libro de Ángel Vela.

La Virgen de la Victoria, imagen fundamental en Triana, bendijo a las cinco naves antes de partir del muelle de las Mulas, y a los 18 supervivientes que regresaron tres años después. Fernando Quiles y su alumno describen el recorrido que algunas imágenes trianeras hicieron hasta llegar a su actual paradero: el retablo de los Vizcaínos de Pedro Roldán y Valdés Leal en la parroquia del Sagrario; la Virgen del Buen Aire en el palacio de San Telmo; la del Camino, en la iglesia de la Candelaria. Curiosidades en estos días de la Magna como que la Esperanza de Triana, titular de la Capilla de los Marineros, es una devoción del gremio de los ceramistas, y la imagen realmente marinera es el Cristo de las Tres Caídas que dio nombre a la banda que acompañaba a Salvador Távora en Nueva York con la Carmen cuando tuvieron lugar los atentados del 11-S.

Esta charla sobre Triana y América coincidió en el tiempo con las jornadas sobre México que coordinó Enriqueta Vila en la Academia de Buenas Letras. Pablo Emilio Pérez-Mallaína, un historiador especializado en gestas oceánicas, habló de Tenochtitlán, la metrópolis que admiró a los conquistadores. La fundación de la Veracruz y la conquista del imperio azteca fue el tema de Miguel Molina. Carmen Martínez recordó la figura del marqués del Valle de Oaxaca y Ramón María Serrera cerró las jornadas recordando los inicios de la Nueva España, que aparte de un periódico de Oviedo era el nombre que recibía México.

La presencia de Triana en América está en su callejero: calles Flota, Pinzón, Magallanes. La patrona de la Flota de Indias era la Virgen del Rosario, la misma que tiene Cádiz y que en esta ciudad conocen como la Galeona. El Tratado de Tordesillas está en el Registro de la Memoria de la Unesco porque cambió la visión del mundo. Profesor y alumno recordaron nombres esenciales como Juan de la Cosa, el cántabro que hizo el primer mapa de las Indias, o Américo Vespucci, el florentino que fue cartógrafo de la Casa de la Contratación de Sevilla y dio nombre a un continente.

Fernando Quiles lleva media vida estudiando el siglo XVII. El siglo siguiente (1717), será el del traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz. Este historiador se detiene en aspectos aparentemente marginales. Algunos planteados así: “¿Para qué querían tanto orozú los ingleses?”. Era uno de los productos estrella en la Triana de la época, la de los calafates y carpinteros de ribera. Barrio-metrópolis donde se vendían “pasteles a punta pala”. “En víspera de la salida de los barcos funcionaban a toda pastilla los hornos de pasteleros, panaderos y bizcocheros. Se hacía un pan que durase toda la travesía”. La Triana de las almonas de jabón, que regentaban los Medinaceli y tuvieron hasta una capilla. “Triana se adelantó al boom inmobiliario rehabilitando los corrales de vecinos para que residieran carpinteros de ribera y otros oficios relacionados con la fabricación o reparación de barcos”.

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