Cuando la bata del estudiante cotiza
El último emperador
Calle Rioja
Vinculación a la ciudad. El premio Planeta sólo lo ganó un sevillano, Manuel Ferrand en 1968, pero Lara creó para sus paisanos dos premios literarios, Ateneo y Fernando Lara.
LA muerte de José Manuel Lara Bosch cogió a los futbolistas del Espanyol en Sevilla. Como su padre, el fundador de Planeta, transmitió a su prole la pasión por los dos equipos, el final fue diplomático: el Espanyol pasó a las semifinales de la Copa, el Sevilla ascendió a la cuarta plaza de la Liga. El jueves, antes del partido copero, bromeaba con José Luis Bonet, presidente del grupo Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, ante una posible final Espanyol-Barcelona. Están muy cerca de que ocurra. El equipo de Lara padre contra el de su amigo Vázquez Montalbán.
En 1977, un gol de cabeza de Antonio Biosca en el último minuto en Heliópolis evitó una final de Copa Athletic de Bilbao-Espanyol, justamente la semifinal de esta edición. Los dos equipos de Lara y sus infantes disputaron la final de la Copa de la UEFA de 2007 en Glasgow. El último enfrentamiento entre Antonio Puerta y Dani Jarque. Betis y Español volvieron juntos a Primera en la primavera de 1994, después del ascenso matemático de los verdiblancos en Burgos. Fue una fiesta en Heliópolis, Camacho en el banquillo periquito, su amigo Gordillo en su crepúsculo heliopolitano. La relación de los Lara con el Espanyol de Barcelona ha sido tan intensa, tan vivida, que Fernando Lara Bosch, el hermano pequeño de José Manuel, murió en un accidente de tráfico cuando se dirigía a un entrenamiento del Espanyol. Recuerdo la fotografía de Jordi Lardín llevando el féretro de la gran promesa de la Editorial Planeta. El mismo Lardín que con uno de sus goles en Nervión le amargó al sevillismo la fiesta de los noventa años de historia en 1995.
José Manuel Lara Bosch nace el 8 de marzo de 1946. Ese día se asocia ahora al día de la Mujer Trabajadora. Una mujer escritora es doblemente trabajadora. Planeta tiene como vestales a las mujeres barcelonesas que ganaron el Planeta: Carmen Kurtz, Ana María Matute, Mercedes Salisachs, Rosa Regás, Maruja Torres. Añado a la lista a Carmen Rigalt, que fue finalista, pero tiene alma de ganadora y sale en el diccionario de Literatura de Umbral. Lara hijo, el último emperador, parafraseando la película de Bertolucci, tiene seis años cuando se falla el primer premio Planeta. Lo ganó un escritor de Jaén, Juan José Mira, con la novela En la noche no hay caminos. Es curioso. Un editor sevillano de cuna, nacido en El Pedroso, bajo el manto de la Virgen del Espino, creó un premio literario en el que los escritores de Jaén, escritores altivos, lo han ganado tres veces más que los de Sevilla. Además de Mira, lo ganaron Juan Eslava Galán, de Arjona, y Antonio Muñoz Molina, de Úbeda. Hace 47 años que lo ganó el único sevillano, Manuel Ferrand, que presentó la novela Con la noche a cuestas.
Esta prueba de imparcialidad del editor Lara, y de su familia, demuestra que en los negocios, como en la política, sólo triunfa el que no piensa sólo en los afines. Por eso, en aras de ese sentido comercial, una vez Fernando Lara me dijo que el Ulises de Joyce nunca habría ganado el Planeta. Un solo escritor sevillano, Ferrand, pero dos certámenes literarios, el Ateneo de Novela y el Fernando Lara, que Planeta creó en Sevilla, casi cuatro décadas de mecenazgo literario a setenta kilómetros de El Pedroso.
Lara padre era un señor de derechas que entró en Barcelona con las tropas de Franco. Sin embargo, no le dolieron prendas acoger en su editorial a escritores de las antípodas ideológicas. El Planeta lo ganaron nombres fundamentales de las letras barcelonesas: Vázquez Montalbán, Marsé, Terenci Moix, Eduardo Mendoza. La entrada de las tropas de Franco en la Ciudad Condal la narró en un hermoso libro de memorias Esther Tusquets, apellido de una editorial que también conquistó Lara, pero pacíficamente.
El Planeta lo ganaron dos premios Nobel: Cela y Vargas Llosa. Dos exiliados: Ramón J. Sender y Jorge Semprún. Lara hijo iba creciendo entre una pléyade de escritores y su padre configuraba la mejor galería de finalistas, como el Espanyol en Glasgow: Juan Benet, Fernando Quiñones, Alfonso Grosso (en dos ocasiones) o Fernando Fernán Gómez, que acompañó a Eslava Galán en su búsqueda del unicornio. Eslava, amigo personal del editor fallecido, compañero de tantos jurados, lo ganó en 1987. Un año después lo ganó Gonzalo Torrente Ballester con Filomeno a mi pesar, que está terminando mi madre, ávida lectora de premios Planeta. El escritor ferrolano se lo dedica a sus once hijos, una metáfora de esta empresa familiar que un aventurero de El Pedroso creó en plena posguerra.
Lara junior disfrutó del canto del cisne de Alfredo di Stéfano, que jugó en Barcelona, pero en el equipo de Sarriá. El Espanyol de mi amigo Gerardo Grau, que como los Lara también soñará con esa final Espanyol-Barcelona. Una hermosa metáfora, como le dije al presidente de Freixenet en la plaza de la Contratación.
No hay comentarios