Análisis del Sevilla-Real Sociedad

Dignificando el rol de dominado

Sergio Ramos cae empujado por Sadiq en la segunda mitad.

Sergio Ramos cae empujado por Sadiq en la segunda mitad. / Juan Carlos Muñoz

Puede ser que de una vez por todas en esta temporada (y en gran parte de la pasada), este equipo haya entendido el rol que necesita adoptar para sentirse cómodo en los partidos. El Sevilla es un equipo desde hace tiempo (desde que se fueron Koundé y Diego Carlos o Fernando cayó en picado... ) que ofrece mejores prestaciones desde un rol de dominado. Pero por aquí pasaron entrenadores que creyeron en otra idea romántica contraria a ello. Sampaoli o Diego Alonso supusieron un retroceso. Quique, aunque ha necesitado también un tiempo –lógico por otra parte–, ha entendido que el Sevilla necesita morder más que tocar, correrla más que tenerla... aunque para ello haya tenido que llegar un chaval de Lebrija con toda el hambre del mundo para coger la bandera y que todos vayan detrás.

Este Sevilla, una vez que Quique lo ha enseñado a defender con las limitaciones que tenía, ha entendido que a las victorias se llega entendiendo cada ritmo y cada momento por el que pasa un partido de fútbol. En el duelo ante la Real hubo varios minipartidos que el Sevilla supo jugarlos bien. Incluso empatarlos cuando lo más normal es que acabara perdiendo alguno (como en los inacabables minutos que hubo desde el 2-0 hasta el descanso).

Defensa

El trabajo de Isaac y En-Nesyri es el Santo Grial de esta metamorfosis. El resto es la manera de colocarse, ese esquema híbrido que, con sus riesgos en la izquierda, ha ideado Quique para proteger a sus centrales, buenos centrales pero que sufren con espacios a los que tener que salir.

La Real Sociedad propuso un partido a duelos individuales y el Sevilla recogió el guante. Y en esa intensidad de los primeros minutos, consciente de que notaría el esfuerzo de los que repetían de la Copa y del menor ritmo de los que entraban de refresco, ganó el entrenador madrileño la batalla a la estela de la fuerza (no olvidar que en el fútbol la cualidad condicional predominante es la fuerza) de sus delanteros. El Sevilla al fin ha entendido que es un equipo al que le va más la prosa. Y los goles ante la Real lo demuestran: dos de segunda jugada de córner y uno de un saque directo del portero.

Aun así, hubo muchos minutos en los que retrocedió bastantes metros y se dejó dominar. Y eso es peligroso. Primero cuando perdió el balón en la primera parte y luego en un final con sufrimiento.

Ataque

También hay que olvidar el Sevilla de otros tiempos. Si hay que dejarse dominar para explotar la voracidad a la contra de Isaac y la zancada de En-Nesyri, pues será lo más conveniente. Por momentos faltó fútbol. Óliver sí enganchó, pero Hannibal, muy superado, no lo hizo jamás. Fue uno de los culpables del terreno cedido. Con sus pérdidas, algunas incluso antes de recibir. No puede esperar el balón. Se notó cuando Suso salió para poner pegamento. Sin las cabalgadas de Ocampos también hacían falta otros registros.

Virtudes

La fe, las ganas, esa intensidad de la irrupción inicial. Y no perder el dominio pese a perder el balón.

Talón de Aquiles

En transiciones, desajustes en esa zona del carrilero izquierdo.

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