Sevilla-Getafe

Máxima tensión contra probabilidad

Diego Alonso se dirige al grupo en el entrenamiento de este viernes.

Diego Alonso se dirige al grupo en el entrenamiento de este viernes. / José Ángel García

Sólo la triste noticia de la muerte de Rafael Carrión antes del encuentro y por fin una victoria con Diego Alonso pueden rebajar la tensión que se masca en el aire circulante en el Sánchez-Pizjuán, sea día de partido o no. Hoy lo es y el entrenador uruguayo mira de reojo, aunque lo niegue, cómo se afila la hoja de la guillotina, al tiempo que Castro y Del Nido Carrasco venderían un riñón por que alguna vez cayera del cielo un resultado favorable en medio de una atmósfera de alto voltaje.

La eliminación en Lens de toda competición europea ha sido el nuevo sapo que ha tenido que tragarse una afición que no encuentra motivos para que Diego Alonso siga sentado en el banquillo. Suplió a Mendilibar cuando el Sevilla sumaba dos empates en la fase de grupos de Champions, que ha terminado con esos dos mismos puntos en el casillero y una sonrojante participación. En la Liga, tres cuartos de lo mismo: nada de nada con una inquietante sensación de que media plantilla se está tirando del barco cuando el entrenador tampoco hace mucho por recuperar a sus jugadores. Y no se sabe muy bien si ese cacareo de gallo dominante en el corral de Sergio Ramos va a traer a la larga algo bueno o algo malo.

La previa La previa

La previa / Infografía.

Con un futuro incierto y la duda si el club podrá fichar en enero al rebajarse el límite salarial con la reestructuración del presupuesto de ingresos, se le presenta en el campo en este sábado ya frío de diciembre un hueso, dura presa para un perro pulgoso y sin dientes, pues no hay colmillo.

El Getafe de Bordalás será ese equipo antipático con jugadores que se emplean al borde del reglamento, como Djené –quien ya mandó unos cuantos meses a Ocampos a la enfermería–, pero también otros, como Borja Mayoral, en una racha que ya quisiera para sí En-Nesyri.

Porque el fútbol no entiende de mejorías ni de buenas sensaciones sino de atacar y de defender bien, las dos cosas en las que precisamente no lo borda el equipo de Diego Alonso. El aficionado se está cansando –y con razón– de su verso ríoplatense y está a la que salta, contra el uruguayo o contra el palco, donde también lo están bordando quienes calientan sus mullidos sillones. No perdona el personal que se llenen la billetera de la forma que lo están haciendo yendo la sociedad a la deriva como va.

La semana promete estar calentita y empieza hoy, aunque también puede mirarse desde el lado positivo y si llega una victoria –sólo por probabilidad estadística pudiera estar cerca– lo que haría sería rebajar la tensión de cara a otros dos encuentros que pueden ser claves antes de la Nochebuena, donde el turrón estará caro en casa del de Montevideo.

Éste incluso ve posibilidades de llegar a competición europea, atrevidas declaraciones para un entrenador que no sabe lo que es ganar un partido y que fueron acogidas con razonable estupor dentro de algunos foros. Porque ese objetivo ahora mismo está a 16 puntos de distancia a poco de doblar la esquina del ecuador de la Liga (a 21 está la cuarta plaza).

El Getafe le lleva 9 y seguro que va a llegar al Sánchez-Pizjuán con la caja de cerillas abierta y buscando con fruición la mecha del polvorín. Tengan el extintor a mano.

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