Sevilla F.C.

Los socios números 1 y 2 | Poniéndole cara al Sevilla FC a través de dos vidas

Domingo Muñoz González y Julián Hernández Naranjo posan con dos camisetas del Sevilla y sendas réplicas de la Liga Europa y de la Copa del Rey.

Domingo Muñoz González y Julián Hernández Naranjo posan con dos camisetas del Sevilla y sendas réplicas de la Liga Europa y de la Copa del Rey. / Miguel Ángel Jiménez

El tiempo es el tesoro más valioso que tenemos. Hablar de más de 150 años de fidelidad es conversar sobre muchas temporadas, sobre mucho tiempo. Domingo Muñoz González es el socio número 1 del Sevilla FC, con más de 77 años de antigüedad, y Julián Hernández Naranjo el número 2, tras más de 76 años del honesto y más puro desvivir hacia el equipo blanquirrojo. Futbolistas, entrenadores, anécdotas, etc. Decenas de relatos, aunque todos girando sobre el mismo eje: el Sevilla FC, el club de su vida y de sus amores. 

Si creen que van a encontrar en estas líneas respuestas vagas, de decadencia habitual a estas edades y demás pérdida de facultades, ya se pueden olvidar. No con Julián (94 años) ni con Domingo (92 años) hablando del club de su vida. Ambos llevan más de 75 años como socios sevillistas, es lógico que la compostura física los abandone un poco más cada temporada -no cada año-, pero el estilismo y delicadeza que recubre el orgullo de sus fidelidades hacia el escudo de su Sevilla sigue intacto. Gracias a una charla de más de tres horas junto a ellos, y que de ninguna manera hubiera sido posible sin la estimable colaboración de sus dos hijos -José Francisco y Julián- para facilitar la causa, Domingo y Julián disfrutaron como nunca de esa manzana envenenada que puede ser la incondicionalidad a un escudo. 

Entre sus confidencias, hablaron de mucho fútbol evidentemente, imagínense. Gracias a sus radiografías hacia uno de los grandes clubes de la ciudad, se puede reafirmar que el fútbol es la tontería más seria que existe, que no puede haber mayor elogio para un club que el respeto que muestre a sus aficionados y que estos dos se manejan perfectamente entre cada uno de los andenes que bañan la historia del Sevilla.

Para ellos fue uno de esos emocionantes trenes de regreso a su juventud. De este baile entre generaciones -pues nos separan casi 70 años de diferencia-, la voz cantante en las suyas es y ha sido la del compromiso. No es liviano entregarse al equipo de tu vida, como si fuera precisamente tu vida la que depende de ello. Para prolongar tanto en el tiempo un amor que será sempiterno hasta el último de sus alientos, debes prestarte a la solidaridad. Un amor que pasó de la intimidad al protocolo -rara vez acuden al estadio y cuando lo hacen acuden al palco presidencial-, pero la falta de presencialidad no hará que decaigan sus maneras de emocionarse. Bienvenidos a este viaje. 

-¿Cómo están?

Julián: Muy bien. Y Domingo también ¿verdad?

Domingo: Tienes razón, todavía me gusta tomarme mi cervecita, y mi manzanilla. Pero de botella, eh.

-¿Cuántos años llevan ustedes de socio?

D: Con 16 años empecé siendo socio numerario. Más de 77 años.

J: Voy a hacer 76, tú Domingo tienes un año más que yo en el carné. En septiembre hice 76 y él 77. 

-¿Qué importancia ha tenido el Sevilla para vosotros a lo largo de todos estos años?

J: Para mí toda. Toda la importancia del mundo. Es mi ilusión, es mi vida. Si yo estoy todo el día pensando en mi Sevilla.

D: Pensando mal.

D: Te voy a decir la verdad. Es algo de nacimiento. Nunca me pude imaginar que yo llegase a ser el nº1 cuando no pertenecía a ninguna peña. Yo tenía una profesión en la que tenía que vender, y mucha gente después de muchos años me ha dicho, "Domingo, no sabía que eras tan sevillista". Pero hombre es que a mí lo que me interesaba es que me compraran. Nunca he sido un sevillista de hablar, ni de discutir.

-¿Tienen alguna anécdota juntos?

D: Una vez estuvimos abajo en el césped, estaba tu hijo Julián y el anterior número 1. Fue cuando el Sevilla trajo una de las copas (UEFA).

J: Sí, la cuarta copa. Subimos al escenario, y estaba Rakitić. Mira ahí me pasó una cosa. Primeramente, nos citaron en el campo, no sabíamos nada. Cuando llegamos al estadio había un escenario frente a la tribuna de preferencia y al lado un montón de sillas para los 100 primeros socios. No lo sabíamos y nos habían invitado a todos. Cuando estábamos sentados nos nombraron a ti, a mí y a Francisco (siguiente en la lista, por aquel entonces el número 1 -Antonio- y el número 2 -Vicente- no asistieron. Más tarde sus hijos los borraron.).

D: Sí, subimos los tres. Antonio y Vicente no asistieron.

J: Estaba la UEFA puesta allí en un pedestal, y me dijeron que cogiera la copa. Fui a cogerla y me llevé un chasco terrible. Pesaba una barbaridad. Oh lo que pesaba. Yo veía a los futbolistas que la levantaban fácil y digo bueno. Lo intenté porque no podía quedar mal con toda la tribuna llena, hice un esfuerzo y para arriba. Pero menos mal que te lo advertí Domingo.

D: La agarré como pude, sabía que no podía y me dice Pepe Castro, “puedes darle un beso”. Le dije venga, voy a darle un beso como si fuera mi mujer. Qué noche más buena.

-¿Se acuerdan de cuando se conocieron?

J: Fue después de una misa en San Roque. Ahí nos vimos, le presenté a mi mujer y él me presentó a la suya.

D: Yo me creía que fue en San Esteban, cuando murió el padre de Vizcaíno -Manuel Vízcaino, directivo y gerente del Sevilla en los 80 y 90-.

J: No, no. Ahora me acuerdo cuando nos conocimos, a ver si te acuerdas tú. (“Tiene una memoria bestial”, balbuce apresuradamente su primogénito). Fue en Entre Dos Hermandades, que tú ibas mucho. Ibas tú mucho al bar ese, y allí nos conocimos.

José Francisco, hijo de Domingo: Mi padre yo creo que ha ido a más bares que iglesias -entre risas-. Aunque mira, mi padre también es el número 1 de la Lanzada.

Julián, hijo de Julián: Y él mío de Santa Genoveva. Haría falta otro día para hablar de eso -en referencia a sus lealtades a ambas cofradías-. 

-¿Cuánto fútbol ven actualmente?

J: Todo lo que puedo. Al Sevilla Atlético también.

Obsesión por la actualidad del club

-Siguen la actualidad del club, estarán informados de lo que sucede cada día.

J: Y más todavía. Hemos vivido épocas malas con el Sevilla, pero como ahora ninguna.

D: Yo viví el equipo en Segunda, y muchos se borraron.

J: Ésos no son sevillistas hombre, ésos son unos petardos.

-¿Qué ha significado para vuestra familia y vuestra gente todo el compromiso con el Sevilla FC a lo largo de estos años?

D: Mira, yo he viajado mucho con mi mujer, y recuerdo una vez en el Balneario Baños de Montemayor (Cáceres), allí había una peña del Real Madrid y cuando dije el número de socio que era, la gente no se lo creía. Por ahí afuera, ser el número 1 o el número 2 de un club o de una hermandad, la gente no es capaz de creerlo. Mi hermano Francisco podría haber sido el número 1, murió con 102 años, pero se borró. Fue también el número 1 de La Lanzada y de La Macarena. Tú sabes lo que es estar en público, la gente hablando del Sevilla y que llegues tú, y digas que tienes el número 1 del mejor equipo de Andalucía.

Hijo de Julián: A mi padre se le han puesto de rodillas. Y le piden fotos.

Hijo de Domingo: A veces tengo que reñirle.

D: Hace poco me pidió una foto el alcalde -José Luis Sanz-. Suelo cobrarlas -entre bromas-, pero “como eres el alcalde de mi pueblo no”, le dije. Yo tenía amistad con su abuelo y su tío, y por lo visto alguien en ese momento le dijo que era el socio nº1, y nos pusimos a hablar.

J: Para mí ha sido una satisfacción muy grande ser un socio tan alto. Siempre he engrandecido al Sevilla, se lo mereciera por su trayectoria o no, porque hemos tenido temporadas bajas, muy bajas, pero como ahora ninguna. Pero yo soy optimista, 100%. Vamos a salir de ésta, no estoy tan preocupado como mucha gente habla. Pero yo digo que no, el Sevilla tiene que estar arriba porque es un club muy grande y se lo merece.

-Domingo, usted dijo en una entrevista para este periódico hace unos años, que con el Sevilla hay que estar en los momentos malos, no sólo en los buenos.

D: Estamos arraigados ahora. Me acuerdo del partido que perdimos en Oviedo cuando bajamos la última vez. ¿Julián, tú te acuerdas de un partido en Nervión Viejo contra el Murcia que empezó a llover una barbaridad?

J: Estaba en la provincia de Huelva con mis padres, jugando al fútbol. Porque yo he sido futbolista.

D: Vestía el Murcia de color pimentón, el marcador era de madera en Nervión Viejo, y un chaval se mató. Mi hermano Pedro y yo íbamos con el coche y al pasar un puente el coche se quedó parado de la tormenta tan grande.

Domingo Muñoz González sostiene su abono con el número 183 en 1975. Domingo Muñoz González sostiene su abono con el número 183 en 1975.

Domingo Muñoz González sostiene su abono con el número 183 en 1975. / Miguel Ángel Jiménez

 

-Evidentemente hay que hablar de momentos buenos. ¿Con cuál se quedan en todo este tiempo?

J: Yo recuerdo una época que el Sevilla practicaba un fútbol de maravilla. De seda. Fue con Luis Miró. ¿Te acordarás no, Domingo? Te voy a decir: Mut, Santín, Campanal, Valero, Ruiz Sosa, Achucarro, Agüero, Diéguez, Antoniet, Pereda y Szalay. Ese once me marcó. 

(Luis Miró entrenó al Sevilla FC las temporadas 1959/60 y 60/61, entre sus logros están que el equipo realizase un fútbol vistoso y a la vez efectivo. Bajo sus órdenes, los hispalenses lograron hacer una de las mejores temporadas después de la marcha de Helenio Herrera, quedando en cuarta posición, y golearon a varios de los equipos más poderosos del país). 

(Por la ley magna del transcurso del tiempo y de la vida, son escasos los elegidos que pueden recordar aquel Sevilla campeón de Liga en la temporada 45/46, de la que se hablará más adelante, aunque para Domingo el mejor once fue el compuesto por una delantera de entre guerras, cuyo apodo se refugió en algo más que un concepto bélico. La delantera ‘Stuka’). 

D: El once bueno era: Busto, Joaquín y Villalonga, Alconero, Félix y Mateo, López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal.

Los Sevillas de su juventud 

-¿Cuál es la mayor diferencia de aquel Sevilla al de ahora?

D: No sólo el Sevilla, ha cambiado el fútbol. ¿Por qué? Porque hay dinero. Cualquier jugador que no ha demostrado nada, se va al extranjero -Arabia-. El dinero es muy malo. 

-¿Echan de menos ir al campo?

J: Yo mucho, pero ya no puedo ir desde que me dio el ictus en 2021.

D: Yo puedo ir, a veces me invitan al palco, aunque ya no veo. (Su hijo reconoce que ir a Nervión es cada vez más difícil por la movilidad).

-¿Cuándo fue la última vez?

D: La última vez que fui al fútbol fue el año pasado, en un partido que empató el Sevilla al final. Ya estaban las cosas mal. Me invitaron al palco, firmé un documento que no podía insultar al árbitro ni nada de eso.

J: A partir de esa fecha que me dio el ictus no pude ir más al fútbol, porque me quedé sin poder andar. No me atacó a la cabeza porque sigo con la misma memoria (da buena fe de ello un servidor), solamente a las piernas. Me han dicho que me iban a invitar al palco, pero no sé cuándo. Eso fue a partir del año pasado, pero hasta entonces, se han olvidado de mí. Yo quería hablar con el presidente, pero no he podido.

Estando el Sevilla en Segunda, me acuerdo, yo había cumplido ya los 50 años de socio y me tenían que dar el escudo de oro del Sevilla. Entonces en el Sevilla no había un duro. Aproveché una presentación de un futbolista, me colé entre los periodistas y cuando terminó, estaba Rafael Carrión de presidente, hablé con él y le dije el problema que había. La cosa quedo ahí, pero no hubo nada. Pero entonces yo asistí a una boda de alguien relacionado con el Sevilla, y fue Roberto Alés, fue Monchi, Caparrós… Entonces se había hecho cargo del Sevilla Roberto Alés (entre los años 2000 y 2002), quien cogió a Monchi que no tenía ni idea de secretario técnico, y después cogió a Caparrós de entrenador. Durante la boda hablé con Roberto Alés, y al poco tiempo ya nos estaban avisando que nos iban a hacer un regalo.

D: Ahora no, no se está portando bien el Sevilla con nosotros.

J: No se acuerdan de los mayores.

-Necesito anécdotas de aquellos Sevilla-Betis de antaño.

J: Yo tengo una anécdota del Sevilla de Luis Miró que te he contado antes, era un Betis-Sevilla en Heliópolis. Fui con mi padre y antes de empezar el partido, comienzan a insultar a los sevillistas. Suena el silbato y empieza el Sevilla a jugar al fútbol como jugaba la delantera que te he dicho. Bordó el fútbol. Ganó el Sevilla 1-4 (Ruiz Sosa, Antoniet, Pereda y Szalay firmaron los goles blancos, temporada 59/60).

D: Yo recuerdo una vez que fui al campo del Betis, de las pocas veces. Con Gregorio, socio número 12 -falleció hace poco-. Chuta un jugador del Betis y un portero que tenía el Sevilla, Manolín, hizo un paradón con la pierna. Pero la verdad, es que a mí nunca me han gustado los derbis.

Hijo de Domingo: Mi padre siempre ha sido vendedor, vendía jamones y demás. Vendía en las casetas de la Feria, por ejemplo en las casetas béticas, de las peñas béticas. Yo me acuerdo de ir de chico a acompañarlo para cobrar facturas y yo le decía, porque claro era muy sevillista, “papá, ¿qué vamos a entrar ahí?”, y mi padre me replicaba “niño cállate, cállate que hay que vender, que tenemos que comer”. Mi padre es sevillista y quiere que pierda el Betis, pero siempre ha sido muy respetuoso.

J: ¡Qué pierda hasta en los entrenamientos! Mi recuerdo más amargo de un derbi fue la inauguración del campo del Sevilla. El primer partido fue un amistoso contra el Jaén. Pero el primer partido oficial fue un derbi que perdimos. (La inauguración oficial del Sánchez Pizjúan fue un Sevilla 2-4 Real Betis, aunque no hay ni rastro de esta información en la web del Sevilla, el encuentro se disputó el 21 de septiembre de 1958 en el nuevo estadio sevillista, correspondiente a la jornada 2 del campeonato de Liga de Primera División).

D: Perdí el coche ese día, estrenándolo. Entonces se podía poner el coche ahí muy cerca. No me acordaba del color, ni la matrícula. Yo le decía a mi hermano, es amarillo, amarillo limón. Y conmigo iban dos primos hermanos muy béticos, muy béticos. Los dos se reían. Pues nada nos quedamos ahí un ratito y cuando se fueron todos, ¡ése es, ése es! No había ya nadie.  

-¿Han visto el que puede ser el nuevo estadio? Se habla de una reforma que lo puede cambiar todo.

J: A mí no me gusta. Mira lo que lleva arriba, Domingo. A mí no me gusta.

(Domingo prefiere no opinar).

Recuerdos de una Liga 

-¿Qué recuerdos tienen de la Liga del 46, cuando fue campeón -única vez- el Sevilla?

D: Yo tenía 16 años. Fue Araujo el que metió el gol que nos hizo campeón. 1-1 en Barcelona.

(El Ayuntamiento había acordado un decreto para que se engalanaran todos los balcones desde la Puerta de Jerez a la Plaza Nueva con los colores del equipo nervionense).

J: Yo 15. Fui a esperar al Sevilla que llegó a la Plaza Nueva. Los jugadores del Sevilla recibieron cada uno mil duros de prima por la obtención del título -treinta euros, un dinero que, a pesar de ser importante en 1946, está remotamente lejos de las bonificaciones y sueldos de los actuales jugadores del Sevilla-.

-¿Creen que eso puede volver a suceder? Que el Sevilla FC pueda ganar una Liga de nuevo.

J: Es muy díficil por como está el fútbol hoy. Aunque lo del Girona es incomprensible.

D: Y cómo corren los tíos. El entrenador está demostrando lo que vale.

J: Cuando el Sevilla, en tiempos bonitos con Monchi, traía buenos jugadores… Un día estábamos comiendo en Juanito Robles. El entrenador de entonces era Unai Emery, yo le decía a Monchi "tú traes los ladrillos, pero el que hace la mezcla es el entrenador". Al Sevilla de ahora le falta unión, bloque desde que se fueron las dos columnas que eran Diego Carlos y Koundé. Fíjate, uno de los entrenadores que me impactó a mí fue Max Merkel, era impresionante cómo tenía al equipo físicamente. Es la vez que yo he visto al Sevilla mejor. (El entrenador austriaco era conocido como Míster Látigo por la dureza que tenían los entrenamientos).

D: Antiguamente los entrenadores eran completos. Ellos entrenaban, hacían de todo, y ahora un entrenador tiene a 5 o 6 alrededor. Cada uno hace una cosa y el entrenador cada vez menos.

⁠Domingo muestra a Julián un álbum personal con recuerdos sobre su Sevilla FC. ⁠Domingo muestra a Julián un álbum personal con recuerdos sobre su Sevilla FC.

⁠Domingo muestra a Julián un álbum personal con recuerdos sobre su Sevilla FC. / Miguel Ángel Jiménez

 

-Por petición casi propia, ¿qué opinan del VAR?

J: Esos penaltis que se están pitando ahora. Eso tiene que cambiar. Se mueven muchos millones, el fútbol de ahora a mí no me gusta.

D: Antes se pitaban los penaltis en los que se hacía por darle al delantero para evitar el gol. ¡Tú te crees que puedes pitar un penalti cuando un jugador está de espaldas y le da el balón en el brazo! ¡¿Qué va a hacer, se mete los brazos en el bolsillo?!

-Para cerrar, a vuestros hijos, ¿en qué momento se vuelven también adictos al Sevilla?

José Francisco, hijo de Domingo: Hubo un par de temporadas que mi padre estaba mal de la rodilla y no podía ir al fútbol, iba a dejar de renovar. Y le dije papá, me quito yo y sigues tú y voy con tu carné. Empecé en el 78, con 6 años. Me acuerdo del caminito de los domingos por la tarde por la calle Luis Montoto de la mano con mi padre hacia el campo, que se veía de lejos.

Julián, hijo de Julián: Mi padre me sacó el carné con 7 años, y evidentemente no me acuerdo de los primeros partidos. Lo que sí me acuerdo es cuando jugaba el Sevilla y después el Sevilla Atlético y nos quedábamos a ver los dos partidos seguidos.

Julián y José Francisco continúan, como no puede ser de otra manera, con el legado de sus padres. Julián y José Francisco continúan, como no puede ser de otra manera, con el legado de sus padres.

Julián y José Francisco continúan, como no puede ser de otra manera, con el legado de sus padres. / Miguel Ángel Jiménez

 

El Sevilla FC es una institución que se mantiene en el tiempo, aunque parezca estar al borde del colapso en algún episodio de sus largos 134 años. En este mal momento, con un portentoso y amenazador camino a una nueva temporada incierta, muchos entienden al club como un símbolo de grandeza, sin embargo, todos estos blasones empresariales necesitan de los demás componentes de su alrededor para que su brillo no se desgaste. Hablo de estos aficionados capaces de entregar su tremenda vitalidad durante tanto tiempo a una causa. No se engañen, los de abajo, los que corretean en calzonas por el césped, no son los protagonistas, son las estrellas invitadas. 

Incluso en épocas en las que el sol parecía ponerse diferente en Sevilla, en épocas en las que el brillo del escudo no era tan tangible, Domingo, Julián y muchísimos más seguían con su compromiso. Ahora, aunque sea de otra manera y con muchos más trofeos en su mochila de aficionado, continúan remando contra la corriente junto al club de su vida.

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