Ben Yedder, la clave financiera
Sevilla FC
El traspaso del goleador, tras su mejor curso y su debut con Francia, sería la principal garantía para que Monchi haga su revolución
Sarabia, el otro gran sostén si algún club paga su cláusula de rescisión
Otras ventas incluso podrían generar pérdidas por los costes de amortización que acarrean
La revolución que Monchi, con el beneplácito del consejo de administración, debe acometer en la reestructuración de la plantilla pasa por varias ventas que dejen altos beneficios. Por rendimiento deportivo, por atractivo y cotización, Ben Yedder y Sarabia son los mejores activos de mercado del Sevilla. Y también por una cuestión financiera clave: el escaso coste de amortización que ambos jugadores tienen pendientes. Por ello, sobre todo en el caso del delantero francés, su traspaso se presenta como la principal, y básica, garantía para que la inversión en la nueva plantilla tenga el suficiente músculo financiero.
El Sevilla, para acometer dicha revolución, necesita un alto volumen de ingresos extraordinarios. Los ingresos ordinarios (derechos televisivos, ingresos por competición, abonos y taquillaje, patrocinadores...) ascenderán aproximadamente a 85 ó 90 millones de euros, una cifra similar a la del pasado curso. Y siguiendo su inalterable y exitoso modelo de gestión necesitará unos 60 millones de euros más de plusvalías por traspasos para poder invertir unos 150 millones en la nueva plantilla. Y no todas las ventas garantizan que lo ingresado repercuta positivamente en la cuenta de haberes. Es clave diferenciar entre la cifra de un traspaso y el beneficio que deja ese traspaso.
Por ejemplo, en el caso de que el Atalanta, que está vivamente interesado en Muriel, pagase por él 15 millones de euros, el Sevilla apenas recuperaría dos millones, pues su alta amortización anual es de unos 13 millones de euros: costó hace dos veranos 21,5 millones de euros y a ello habría que sumar medio año de su ficha, tras su cesión en enero a la Fiorentina.
En cambio, Ben Yedder y Sarabia, además de ser los principales valores de mercado del Sevilla, son los jugadores cuyos ingresos por venta –en el caso del madrileño sería por su cláusula de rescisión, de 18 millones de euros más el IPC– se aproximaría más al beneficio neto. Porque ambos ya están prácticamente amortizados económicamente, no sólo deportivamente, que también, en las tres temporadas que llevan desde su llegada en 2016.
La cláusula de rescisión de Ben Yedder es de 40 millones, cifra a la que habría que sumar el IPC de los tres años desde que firmó su contrato con el Sevilla: unos 42 millones. La cláusula de Lenglet era de 35 millones y el Barcelona pagó por el incremento del índice de precios al consumo 35,9, en un margen inferior de tiempo. Además, el coste por el traspaso del goleador francés fue de 9,5 millones, con lo que su amortización anual sería de unos dos millones.
En el caso de Sarabia, los aproximadamente 20 millones que alcanzaría su cláusula de rescisión con el IPC si el PSG se decidiera a pagarla, como parece que está valorando muy en serio, se trataría de un beneficio íntegro, dado que su coste cuando lo adquirió el Sevilla fue ínfimo: apenas medio millón de euros.
La política que sigue el Sevilla y la realidad de un plantel con demasiados jugadores cuyo coste amortizable es muy superior a su valor de mercado actual invita a pensar que para conseguir hacer una nueva plantilla tendrá que acometer esas dos grandes ventas.
Los casos de Ben Yedder y Sarabia están en las antípodas de otros futbolistas cuyas ventas, aparentemente suculentas, apenas repercutirían en los beneficios para poder invertir: Muriel, Promes, Kjaer, Arana, Amadou, que costó hace un año 15 millones de euros... Sí tendrían una repercusión más positiva futbolistas como Sergio Rico, por su escasísimo coste como canterano, o Franco Vázquez, con una cotización de mercado que sí permitiría enjugar su amortización y generar plusvalía Además, muchas de las salidas que tendrá que acometer Monchi tendrán pérdidas. De ahí la necesidad de que el Sevilla tome las famosas decisiones difíciles de las que habla Monchi.
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