El partido del Sevilla | Análisis

Otros actores, otra batalla táctica

  • Los cambios en el once modifican los movimientos de todas las líneas.

  • La disposición del Huesca dejó situaciones de inferioridad numérica que fueron corrigiéndose sobre la marcha

Informe táctico

Informe táctico / Departamento Infografía

Las dificultades de los partidos se miden tanto por lo palpable, las ocasiones en las áreas y lo moldeable que puede llegar a ser un rival, como por lo que se mueve por dentro, la batalla táctica que se libra por ganar los espacios y por conseguir superioridad numérica en zonas determinadas.

El partido ante el Huesca –y Lopetegui avisó de sus peligros antes y después del mismo– empezaban a llegar por la disposición del rival en el campo, lo que motivaba incluso una ligera variación en el esquema del Sevilla. El equipo de Pacheta defendía con un sistema de tres centrales, tres centrocampistas y dos delanteros que en fase ofensiva fluctuaba con la posición de Mikel Rico.

Para entendernos, un 5-3-2 en defensa que a la hora de atacar era un 3-4-3, lo que llevó a Lopetegui incluso a mover su dibujo unos minutos en la segunda parte hacia una zaga de tres para equilibrar con pares.

Más allá de todo eso, el equipo encontró riqueza para llevarse el gato al agua, aunque al final los cambios desenchufaron algún cable en el centro del campo y hubo una pérdida de control de la situación, lo que se tradujo en ocasiones muy claras que desbarató, afortunadamente para los blancos, un de nuevo muy inspirado Bono.

Defensa

Lopetegui dio descanso a Koundé, manteniendo a Diego Carlos. Una de las incógnitas estaba en cómo iba a comportarse el equipo con tantos cambios en el once (hasta seis con respecto a la cita ante el Barça), a los que había que sumar la baja de otros tres titulares de la talla de Jesús Navas, Ocampos y Acuña.

Pero Lopetegui equilibró la superioridad numérica que el Huesca había planteado en la zona de Gudelj con un paso atrás de Rakitic, invirtiendo el sentido del triángulo central, con Óliver Torres por delante uniendo líneas con Munir y el Papu Gómez.

El problema llegaba cuando Mikel Rico se unía a Okazaki y Rafa Mir, lo que hacía que siempre hubiera un hombre solo de los puntas del Huesca. Modificó la forma de defender Lopetegui unos minutos, pero volvió tras adelantarse en el marcador a su dibujo habitual y volvieron los problemas al final.

Ataque

Es una ley que corroboran todas las ciencias, incluso la lógica, que si cambian los jugadores varía la forma de los ataques. El Papu por la izquierda era lo más parecido a Suso por la derecha, pero con más chispa. El argentino picaba y atacaba los intervalos de la zaga altoaragonesa, casi el único argumento del Sevilla en la primera mitad, ya que De Jong estaba en clara inferioridad (tres contra uno) y Munir no se imponía.

El factor diferenciador fue, de nuevo, Óliver Torres, porque se movía en zonas en las que el Huesca flaqueaba, tanto en número como en calidad. Aprovechó la pasividad de Doumbia para decidir un partido que se estaba empezando a atragantar.

Virtudes

El cuerpo técnico halló soluciones sin tener que cargar de minutos a la primera unidad.

Talón de Aquiles

Tras lograr ganar la batalla táctica, los cambios perdieron el control y el equipo sufrió en bloque bajo.

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