El Sevilla de Lopetegui no se hace respetar

Rayo Vallecano-Sevilla | La crónica

El equipo de Nervión encadena su quinto empate seguido a domicilio en la Liga ante un Rayo más intenso y mira con más inquietud a los perseguidores

Los sevillistas reclaman el gol que el VAR anula a Rafa Mir con 0-0 por una mano imperceptible

Bebé adelantó a los madrileños tras errores de Augustinsson y Bono, y empató Delaney

Opinión: El gris de Lopetegui y el negro de González Fuertes

Vídeo resumen del Rayo Vallecano-Sevilla

El árbitro Juan Martínez Munuera, en una de las dos jugadas que anuló a instancias del VAR.
El árbitro Juan Martínez Munuera, en una de las dos jugadas que anuló a instancias del VAR. / Chema Moya (Efe)

Todo el respeto que el Sevilla se ha forjado en los partidos europeos, como se vio una vez más el pasado jueves en la visita del West Ham, es el que apenas se percibe en sus desplazamientos ligueros, que son un suplicio para el equipo, el banquillo y sobre todo el aficionado. En Vallecas, donde el bloque de Julen Lopetegui encadenó su quinto empate seguido lejos de casa (1-1), volvió a quedar de manifiesto.

No le tuvo respeto alguno el Rayo Vallecano, entre otras cosas porque los sevillistas no se lo ganaron con su tibia actitud una vez más, y no le tuvieron respeto, de nuevo, los encargados de impartir justicia, en la hierba y el VAR, al anular un gol a Rafa Mil en el minuto 11 por una supuesta mano en el control del balón previo al remate que las imágenes no terminan de desvelar. Eso ocurrió en el minuto 11 con 0-0 aún. Luego sucedieron muchas cosas, pocas buenas para los visitantes, que al menos rescataron un punto después de que Delaney rematara con habilidad un buen centro de Tecatito en el minuto 63, 17 después de que Augustinsson y Bono fallaran en el 1-0 de Bebé.

Muy poco tiene que agradecer el Sevilla al VAR esta temporada. Casi siempre que ha llamado el árbitro del despacho a su colega del terreno de juego, ruina. Y volvió a ocurrir en el primer remate entre los tres palos, que fue el único en muchísimo tiempo del timorato, horizontal y plano equipo que de nuevo permitió, con su tibieza, que el de enfrente se le subiera a las barbas con actitud y agresividad, simplemente con eso.

Si a la plaga de bajas une Julen Lopetegui las rotaciones de piezas ofensivas de indudable peso específico, como son Acuña o Tecatito, nos hallamos ante un doble mortal invertido con triple tirabuzón para el objetivo de llevarse los tres puntos del sur de Madrid.

Pero a los 11 minutos, ese gran sueño de hacer un gol en Vallecas se hizo carne en una jugada a balón parado, la vía que se antojaba preferente para ello visto el percal. Augustinsson botó un saque de esquina desde la izquierda, un defensor del Rayo no acertó a despejar de cabeza con contundencia en el primer palo, sólo pudo peinar el cuerpo y Rafa Mir embolsó la pelota y remató con la izquierda. Dimitrievski no acertó a blocar o repeler un tiro ni muy fuerte ni ajustado. Pero Gil Manzano, desde el VAR, avisó a Martínez Munuera de que el delantero murciano se había ayudado del brazo izquierdo para controlar el balón.

Las imágenes que ofreció la televisión, desde varios ángulos y ralentizadas, no terminan de aclarar que el balón toque en el brazo del sevillista, pero los jueces apenas dudaron y de nuevo una jugada para nada nítida, absolutamente confusa, vino a castigar al equipo de Nervión.

Ese gol hubiera podido cambiar el signo del partido. O no, como ya se vio en Cornellà después de que el Espanyol igualara el 0-1, también del delantero murciano. Porque la pasividad sevillista a domicilio es crónica. Sólo juega con plena intensidad y ambición cuando vienen mal dadas, como volvió a ocurrir.

La primera parte desnudó a un Sevilla arrugado, por momentos distraído, ensimismado en su parsimonioso juego al pie, con Delaney, Rakitic y Óliver Torres sin dar el paso adelante y, encima, perdiendo poco a poco el pulso de la fuerza ante Comesaña, Óscar Valentín y hasta Trejo, éste entre líneas.

Augustinsson volvió a evidenciar que media una galaxia entre su nivel y el de Acuña, quien por cierto fue esta vez el lesionado de cada partido: salió por el sueco en el minuto 54, dibujó una briosa penetración hasta la cocina resuelta con el mejor centro del partido y al poco tiempo, sus isquios protestaron y entró por él Carmona, que estuvo más que digno (67').

Las debilidades del sueco, como las de Munir pegado a la banda izquierda, o las de Mir a la hora de ganar un balón largo y desahogar, algo vital en Vallecas, vinieron a convencer al sevillista más optimista de que este equipo, y más con las ausencias, y más con su tibieza de las primeras partes lejos de casa, no da el nivel, ni de lejos, para acercarse de verdad al líder Real Madrid, que se alejará ya a 10 puntos si este lunes gana en Mallorca.

Al minuto del gol anulado a Mir, un resbalón de Gudelj como último hombre acabó con una vaselina de Guardiola que rebotó en la parte superior del larguero. Y Comesaña cabeceó demasiado centrado un buen centro de Balli desde la derecha, cómo no (27'). El Rayo acabó mejor la primera parte.

Y aún mejor empezó la segunda con el resbalón de Augustinsson, que ya estaba mal perfilado para cerrar a Bebé en la banda. El rayista confió en el cañón de su derecha y sorprendió a Bono, que esperaba en el primer palo muy agachado. Sacó los brazos tarde y sin firmeza y la pelota se le coló (46').

Otra similar tuvo Bebé poco después, cuando Vallecas vibraba enardecida por el esfuerzo de los suyos presionando muy arriba. Lopetegui introdujo en el minuto 54 a Acuña por Augustinsson, Martial por Munir y Tecatito por Jesús Navas. Y el Sevilla, al menos, conjugó el verbo atacar. Tras la carrera de Acuña, Rafa Mir porfió por un balón con Comesaña, lo recuperó arriba y Tecatito sirvió un buen balón al segundo palo que Delaney, que se adelantó a Fran García, hizo aún mejor alargando el pie a bote pronto y cruzando la pelota a contrapié.

Ese gol hizo que el Rayo fuera aún más arriba a apretar. Tanto, que perdió el orden y convirtió el partido en un correcalles. Ahí un Sevilla cargado ya de piezas ofensivas, que desde el minuto 72 jugaba con José Ángel, Gudelj y Koundé detrás, Ocampos y Tecatito como carrileros, Delaney y Rakitic en la medular y Martial, Rafa Mir y En-Nesyri en punta, debió poner la pausa y el criterio para jugar con la desesperación y el desorden del Rayo. Pero no lo hizo.

Martial y Delaney pudieron sellar la victoria en el alargue pero se toparon con sendas paradas de Dimitrievski, la primera en un bello tiro a la escuadra del francés y la segunda en un testarazo a la salida del córner que provocó ese despeje. La pelota rebotó en el poste y el portero la sacó antes de que llegara a Ocampos.

Abrocha la crónica una jugada anterior, en el minuto 79. Fue una penetración de José Ángel por la derecha hasta la línea de fondo que acabó en penalti de Catena a Rafa Mir por una zancadilla –más que el agarrón– que le impidió llegar a la pelota. Gil Manzano avisó de nuevo a Munuera desde el VAR para convencerle de que la acción no fue punible. Y el valenciano que se convenció. Muy poco se hace respetar este Sevilla lejos de Nervión.

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