SOSTIENE Lopetegui que ya no sabe a qué atenerse con el VAR, que no sabe lo que opinar. Ni él ni muchísimos aficionados que, jornada tras jornada, se sienten agraviados por su dispar y voluble criterio. En esta jornada vigésima octava que concluye hoy en Mallorca –ojo avizor ante las veleidades del videorbitraje– se han visto las dos caras de la misma moneda, en el Metropolitano y en Vallecas. El resultado es claro, el Atlético le ha recortado dos puntos al Sevilla.

Sostiene Lopetegui, si se permite la reiteración con que Antonio Tabucchi relataba las cuitas del periodista Pereira en el régimen luso de Salazar, que el VAR vino para discernir los blancos de los negros, para separar la paja del grano. Yque en los grises no debe entrar porque eso es rearbitrar, o sea, volver a mezclar paja y grano y que así es imposible cosechar nada...

Y lleva razón. Pero él mismo no se atrevió a decir si el penalti a Rafa Mir era negro, negro, o blanco, blanco. Es decir, que, tal y como sostiene Lopetegui, Gil Manzano no debió advertir a Martínez Munuera que quizá su negro fuera un gris perla. Como lo fue el levísimo hasta ser presunto roce en el brazo en el gol de Rafa Mir que también anuló después de concederlo. El agarrón existió, incluso el leve tropezón de la pierna del delantero en el defensa, ya resbalándose sobre el mal césped de Vallecas.

Lo negro, lo verdaderamente negro y que no admite matices, fue lo de González Fuertes, otra vez, en el Atlético-Cádiz. Que González González, ese rigorista tan grato al grande, instara a retirar la roja a Reinildo y que el pésimo árbitro asturiano lo dejara en amarilla es de las cosas más escandalosas que se han visto, antes y después de Medina Cantalejo. Que expulsara, para compensar, a Serrano, también. Y que no echara a Savic por aplaudirle la amarilla ya fue la repanocha. Es ahí donde está el negro azabache del VAR. Los grises para unos se vuelven blancos para otros. Que espabile Lopetegui, porque eso es lo que hay en la Liga.