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Sevilla - Mónaco: Todo donde lo dejamos (1-1)

  • Los de Sampaoli refrescan la memoria a los sevillistas que habían olvidado los disgustos con un partido marcado otra vez por los regalos atrás y en el que los chicos del filial sacaron las castañas del fuego

  • Pedro Ortiz evita la derrota ante el Mónaco con un golazo desde su campo  

Fernando, una de las novedades y de los más destacados.

Fernando, una de las novedades y de los más destacados. / antonio pizarro

El sevillista que ya se había olvidado de los disgustos que le regalaba su equipo tuvo ante el Mónaco un aperitivo con el que refrescar la memoria. En el regreso de Ben Yedder al Sánchez-Pizjuán como una broma macabra del destino en época de máxima sequía goleadora, el equipo de Jorge Sampaoli, aunque fuera una prueba sin muchos de sus titulares, dejó la misma imagen triste de antes del Mundial.

Regalos y pérdidas atrás pisando descalzo sobre las brasas dibujaron una hora de juego bajo el mismo son de ese Sevilla que se ha metido en descenso. Con el agravante de que los chicos del filial, que salieron en grupo para jugar media hora junto a Januzaj como único de la primera plantilla, le sacaron los colores a los profesionales metiendo ritmo, rescatando al público del aburrimiento y regalando un golazo de Pedro Ortiz, que se exhibió con un zurdazo desde su propio campo y evitó la derrota de los locales.

Es el resumen de lo que sucedió en el primer amistoso programado por el club para preparar la vuelta al fútbol de verdad. Fallos en las entregas yu pérdidas y muy pocos acercamientos a la portería contraria. Un tiro flojo de Óliver Torres, un remate igual de insulso de Rafa Mir y un zurdazo –éste sí que meritorio– de Suso al palo fue el balance que dejaron los jugadores del primer equipo, que dieron el testigo a los chavales del filial con el marcador en contra por una pérdida de Fernando en la salida de balón de las muchas que tuvo el equipo: dos de José Ángel, una de Rakitic, otra de Nianzou...Sampaoli tiró de salida con lo que tenía. Sólo Isco, de los que se quedaron en Sevilla, estaba ausente sin justificación en una convocatoria en el que el banquillo era íntegramente del Sevilla Atlético a excepción del defenestrado Januzaj.

Ben Yedder aplaude a la afición del Sevilla. Ben Yedder aplaude a la afición del Sevilla.

Ben Yedder aplaude a la afición del Sevilla. / antonio pizarro

Y a la hora de rodar de nuevo el balón sobre el mojado césped del Sánchez-Pizjuán se apreciaron los mismos errores de antes del Mundial. Como si todo se retomara en el mismo punto en que lo dejamos. Regalos en la defensa de los que no se perdonan e indolencia en muchas zonas del campo. Con la buena noticia de la vuelta de Fernando, que exhibió tan buen nivel que puede decirse que fue el mejor de su equipo en la primera mitad aunque le tocó la china de regalar el balón del gol de la victoria al Mónaco, el Sevilla aprovechó la cita para refrescar la memoria y recordar al músculo que la competición está a la vuelta de la esquina. Es la lectura que ha de presidir cualquier análisis. Ya, si se quiere, no está de más recordar que por primera vez Sampaoli ha tenido tres semanas para entrenar y avanzar en su modelo con sus jugadores, con el inconveniente –para nada nimio– de que la mitad de la plantilla no ha podido avanzar en ese aprendizaje.

Pero las dudas atrás, con Dmitrovic recién llegado de Qatar, siguen estando presentes a la mínima presión del rival. Ben Yedder, en clara peor forma física de cuando se fue, marcaba la primera línea de presión de un Mónaco que, siendo mínimamente dinámico, generó apuros a las primeras de cambio. Aguilar ya tuvo a los 13 minutos un remate a placer que mandó alto, Fernando sacó un balón en la raya tras un remate de Golovin, el meta serbio también salvaba otra ocasión clara en un error de suficiencia de José Ángel y fue al inicio de la segunda mitad, cuando el Mónaco ya había cambiado a todo el equipo, el momento en el que la afición, que todavía se sigue mojando los días de lluvia en Nervión, estalló enfadada con el gol de Martins, regalado en una mala entrega de Fernando en ese empeño por arriesgar en exceso tocando entre los centrales y el portero fuera del área.

Coincidía el gol del Mónaco, el enfado de la afición con el cambio de nueve jugadores que varió la decoración, ya que los canteranos le echaron ganas, metieron el pie, mostraron vergüenza, empataron con un golazo de bandera de Pedro Ortiz y hasta rozaron la remontada.

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