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Prohibido detenerse

Jesús Navas, antes de entrenar ayer en el estadio.

Jesús Navas, antes de entrenar ayer en el estadio. / Juan Carlos Vázquez

El objetivo es no parar. La victoria ante el Getafe, una vez más fraguada en el último arreón del partido, ofrece al Sevilla de Lopetegui la oportunidad de ganarse el respeto y olvidar las dudas que ha dejado salpicadas desde que comenzó la temporada por su gráfica de rendimiento, llámese por las bajas o por el exigente calendario que la Champions, entre otras cosas, ha dibujado en la agenda de los nervionenses.

Con la buena noticia y a la vez la duda de Jesús Navas, el Sevilla afronta otra cita difícil –todas lo son– ante un rival que trae la careta de su situación clasificatoria. La derrota ante el Real Madrid en este mismo escenario supuso un parón en esa escalada que los profesionales blancos estaban protagonizando en un torneo en el que aún tiene dos partidos menos que muchos de sus rivales directos.

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El Valladolid pone de nuevo a prueba la pericia de un equipo al que no le dan facilidades, como a nadie, para ganar los partidos y sumar los puntos. En esta Liga española cuesta una barbaridad sacar los partidos adelante y el Sevilla tiene un montón de ejemplos para explicar esto. No hace falta recordar visitas de equipos importante como el Chelsea o el Real Madrid. El propio Eibar se llevó la victoria no hace mucho del Sánchez-Pizjuán y el mismo Valladolid arrancó un empate la Liga pasada cuando los de Lopetegui probablemente atravesaban su mejor momento de juego tras el confinamiento al final del mes de junio.

Sin duda, si Jesús Navas está sobre el campo será de gran ayuda. Casi no se contaba con él para hoy, entre otras cosas por el secretismo del club siempre alrededor de su estado físico, pero de momento lo único que sabemos es que entrenó ayer, aunque después Lopetegui aclaró que sólo hizo una parte de la sesión y no se metió en todas las tareas para evitar un retroceso.

Claro que, tratándose de Jesús Navas, eso es más que suficiente para contar con su paso adelante pidiendo el brazalete de capitán, máxime cuando entre ese entrenamiento y el inicio del partido habrán pasado casi 32 horas. Adivinen cuántas le sobran al internacional palaciego...

Sin él, el Sevilla ha recuperado todas las buenas sensaciones que, en un momento dado, perdió el escuadrón del vasco. El triunfo en Getafe, madurado en ese fútbol que no hace afición pero que da puntos, y la imposición del sentido común en la Copa ante el Ciudad de Murcia ponen de nuevo al equipo sevillista en la posición de tomar impulso para conseguir todo o mucho de lo que se proponga.

Aún tiene bajas el ex guardameta, pero la plantilla parece haber dado un paso adelante con lo que han apuntado gente como Idrissi y Óscar Rodríguez aunque fuese ante un rival inferior e incluso Aleix Vidal, quien no hace mucho tiempo se veía como un cero a la izquierda.

Si los puntos se quedan en casa, en un Sánchez-Pizjuán todavía sin público, el motor ganará en fiabilidad para todo lo que va a traer la ruta de este Sevilla en el próximo mes, un periodo en el que el fútbol no va a parar –no puede– y en el que vendrán nuevas emociones, como un derbi, la ocasión de distanciar más de lo que ya está a un rival en teoría directo como el Valencia y la oportunidad de hacerse respetar arriba. Pero para todo eso está prohibido detenerse.

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