Seis meses y 17 días días después, el Sevilla va a jugar un partido con el inmejorable sonido ambiente del público. Y qué partido. La UEFA dio luz verde ayer a que un 30% del aforo del Puskas Arena de Budapest, sede de la final de la Supercopa de Europa del próximo 24 de septiembre, pueda completarse con aficionados. Todo un Bayern Múnich-Sevilla, el pulso entre el ganador de la Liga de Campeones y el de la Europa League, se antoja una ocasión ideal para que el organismo del fútbol continental airee que las medidas de control dispuestas para que los torneos se reanudaran fueron efectivas. Y expresar que es hora de dar el paso y reabrir las puertas, con comedimiento, a los aficionados.

La noticia, lógicamente, debió despertar la ilusión entre las hinchadas de los dos hexacampeones europeos, aunque ya en frío saltaron los peros por la delicadísima situación que aún padece el mundo por el descontrol del Covid-19. Cuando saltó la noticia desde uefa.com, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, trasladaba públicamente a las 17 comunidades autónomas del país la potestad de declarar sus territorios en estado de alarma si la situación lo aconsejara. La situación, pues, no invita al optimismo de aquí a ese 24 de septiembre, día de la final.

El Puskas Arena de Budapest es un imponente coliseo que aún huele a pintura. Las obras acabaron en 2019 y puede acoger hasta 67.215 personas. Quiere ello decir que la UEFA permitirá la entrada de unas 20.000 personas para el partido que cortará una sequía de más de medio año en los torneos que acoge el organismo con sede en Suiza.

Pero la UEFA, en su comunicado, no ha querido precisar si sólo permitirá el acceso de público húngaro y descarta la llegada de aficionados bávaros y sevillanos.

Ahí entran en juego las inflexibles medidas del Gobierno húngaro para controlar el acceso de los españoles a su país: o bien que permanezca 14 días en cuarentena, o bien que presente dos pruebas PCR negativas, traducidas al inglés o al húngaro, realizadas en los cinco días anteriores a la llegada al país y al menos con 48 horas entre ambas pruebas. También podría cruzar la frontera con un certificado médico traducido al inglés o al húngaro que justifique que ya se ha padecido la enfermedad.

La UEFA deja claro que da el paso “con el fin de estudiar con precisión el impacto de los aficionados en el Protocolo de Regreso del Fútbol”. E igualmente, el organismo europeo enfatiza que se mantienen los partidos a puerta cerrada en el resto de las competiciones hasta nuevo aviso.

“Seguiremos vigilando la situación y avisaremos al Comité Ejecutivo de la UEFA si se requiere o recomienda algún cambio con respecto a la Supercopa de la UEFA de 2020”, añadió la UEFA para dejar claro que el escenario es provisional y queda sujeto a cómo evolucione el control de la pandemia en estas semanas.

En el organismo con sede en Nyon se congratulan del éxito en las medidas de prevención del Covid-19 que tomaron en sus novedosos formatos para resolver la Liga de Campeones, con sede en Lisboa, y la Europa League, que albergaron varias ciudades alemanas. Y ahora, se ve legitimada a dar el paso experimental con un partido, Bayern-Sevilla, que además va a gozar de una enorme caja de resonancia en todo el planeta fútbol.

Curiosamente, el Sevilla estrenó los partidos a puerta cerrada de la pasada Liga Santander con el derbi que disputó el 11 de junio en el Ramón Sánchez-Pizjuán, y también comparte cartel en el partido experimental para ir calibrando el regreso gradual de aficionados a los graderíos. Será en toda una final de la Supercopa de Europa.