RC Celta - Sevilla FC | La pizarra

El Sevilla o la mano blanda del resucitador

  • La alarmante falta de pulso del Sevilla lejos de casa es la falta de pulso de Machín, incapaz de hallar soluciones para dar más intensidad al grupo

  • Hizo cambios defensivos con 0-0 y con 1-0

Sarabia, ante el turco Okay, autor del gol.

Sarabia, ante el turco Okay, autor del gol. / Salvador Sas (Efe)

Es dificilísimo ganar un partido de la Primera División española con el fútbol que puso ayer el Celta. Pero enfrente del atribulado y nerviosísimo equipo olívico estaba el Sevilla, capaz de resucitar a una momia egipcia si se tercia. No pocos sevillistas se temían que su equipo brindara una bocanada de oxígeno a los gallegos, que encadenaban cinco derrotas consecutivas y tenían a su entrenador, Miguel Cardoso, bajo el umbral de la puerta de salida. Este Sevilla feble, lánguido, monocorde y claramente desinflado le alargó su blanda mano a un Celta sin un gramo de fútbol y le dijo “levántate y anda”. Y anduvo, claro que anduvo. Otro más a la lista de rehabilitados por una formación que pierde el pulso demasiado pronto sin que el entrenador dé con soluciones para devolverle la chispa.

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El Valencia, que va en clara línea ascendente y lo demostró con su meritorio empate a dos en el Camp Nou poco antes del esperpento sevillista en Balaídos, ya está a seis puntos de los blancos. Muchos jalones quedan por delante, hasta 16, y la luz roja del combustible se enciende en un equipo que ha cimentado sus expectativas al abrigo de los suyos, a los mismos que mortifica fuera de Nervión.

Defensa

Posiblemente, el Sevilla no se va a encontrar en toda la Liga un equipo más atropellado, desorganizado y hasta desquiciado que este Celta que añora a Iago Aspas en cada ataque que ensaya. Maxi Gómez, ese tanque que hace muchas cosas además de las propias de un tanque, fue un islote arriba que se chocó con todo lo que tenía cerca.

El centro del campo celeste fue puro temblor con el balón, por fuera sólo Hugo Mallo, por la derecha, se animó de vez en cuando cuando Sarabia tuvo que adaptarse al carril por la lesión de Arana (36’) y las meras imprecisiones de los célticos en los pases facilitaban la labor defensiva del Sevilla. Hasta que en un centro nada complicado desde la derecha, Kjaer metió su parietal izquierdo, en lugar del derecho, y despejó hacia la línea de fondo. A veces, un córner mal golpeado al primer palo, que además bota, se convierte en veneno hasta el segundo palo si el defensor del primer palo, en este caso Andre Silva, no anda despierto, y fue lo que pasó en el desgraciado gol.

Ataque

El Celta estaba para ir a por él con determinación, sin medias tintas, desde el pitido inicial. Y enseñarle el desfiladero que bordea. E intimidarlo con chispa, con intensidad. Con desmarques sin balón, con cambios de ritmo. El invento de Franco Vázquez y Sarabia por delante de Banega dejó de tener gracia. Por tener, ya no tiene ni mucho fútbol. Y como de vatios anda cortito el triángulo, el Sevilla no zamarrea a nadie. Ni a este flojísimo Celta.

Roque Mesa inyectó más nervio, se ofreció y arrancó. Y con él, Ben Yedder, el único de los titulares que jugó con colmillo, apareció más. Fue clave que en la única que ganó por alto Andre Silva, el galo chutara al palo en el mano a mano.

Virtudes

Sigue cuarto y con un colchón.

Talón de Aquiles

Hasta el encargado de devolverle el pulso, Machín, lo está perdiendo: ¿a qué vienen los cambios defensivos con 0-0 y 1-0?

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