Copa del Rey

El Sevilla sólo necesita pisar el acelerador a la mitad ante el Quintanar (0-3)

  • Diego Alonso logra su primer triunfo oficial ante un rival de escaso fuste que sucumbió en la primera mitad con los tantos de Rafa Mir y En-Nesyri

  • Pedrosa, el mejor de la tarde, redondeó el marcador en el descuento con un golazo

En-Nesyri cabecea, imponente, un balón aéreo.

En-Nesyri cabecea, imponente, un balón aéreo. / E. Press

El Sevilla no se complicó para pasar la primera ronda copera y apenas tuvo que pisar el acelerador a la mitad ante un rival de categoría regional, el Quintanar, que apenas puso resistencia y se entregó en una primera parte en la que Rafa Mir le quitó muy pronto toda la chicha con el primer tanto y En-Nesyri anestesió con el 0-2 los segundos 45 minutos, en la que el ritmo bajó y sólo la aparición de Pedrosa al final rescató de la siesta a un público que parecía asistir a una obra de teatro y no ser consciente de la ocasión histórica que cumplían los suyos.

De paso, Diego Alonso tenía su estreno en partido oficial con una victoria que, entre otras cosas, la tenía obligada en el guión de su contrato.

Y en el once para el trámite a una hora de juzgado de guardia llamaban la atención pocas cosas. Si acaso la presencia de Nianzou y Joan Jordán, dos jugadores inéditos hasta ahora en la cabeza el uruguayo –al menos que se supiera– y que decidía probar de salida con dos delanteros tipo poste, Rafa Mir y En-Nesyri, precisamente quien dejaban la eliminatoria sentenciada desde muy pronto.

La verdad es que no se encontró el Sevilla en Quintanar de la Orden un ambiente copero. El temor a una noche toledana –tarde en esta ocasión– se disipó pronto. El equipo local empujó más que su público, lo que no suele ser muy habitual en esta competición, pero la grada local parecía tomarse la ocasión más como un como un desfile de estrellas que como un partido de fútbol.

Pedrosa, el mejor

Pedrosa fue quien más ganas puso para los nervionenses en una primera parte que tuvo poca historia. Como suele pasar en estas cosas, el equipo modesto asustó, desnudó algunas carencias de los profesionales –le tocó a un Nianzou que sigue tan pánfilo como dubitativo– y se fue a la caseta con dos goles en contra.

Rafa Mir ya avisó antes del cuarto de hora tras un mal saque del portero y a los 22 minutos rompía el candado de los castellanos al rematar de cabeza un centro al área también con la testa de Óliver Torres amortiguando un envío de Lamela. Tras el 0-1 curiosamente llegarían los momentos de más apuros para la defensa sevillista. Nianzou demostró que la empanada se la había traído en el autobús y le puso el gol en bandeja a Joselu y después originó por sus dudas un córner en el que el Quintanar también pudo empatar. Aunque la más clara llegaría en las botas de Castañeda, que se vio en un uno contra uno delante de Nyland, que evitó el gol.

Pero es lo que pasa cuando la diferencia de categoría es tanta. En la transición que generó esta acción, Fernando se cruzó todo e campo conduciendo el balón solo y la culminaba En-Nesyri tras un tropiezo de Lamela al pisar el balón. Fue el final de la primer mitad y significaba ponerle el sello final a la tarde.

La segunda parte fue un dejar pasar los minutos y no perder las riendas del partido lo que buscó descaradamente el equipo de Diego Alonso, que al cuarto de hora probó con una nueva estructura dentro de su modelo colocando una defensa de tres centrales con la entrada de Gattoni. Pero el ritmo de juego, lógicamente, fue bajando de intensidad conforme la musculatura de los jugadores del Quintanar iba agotando sus reservas de glucógeno y se iba confirmando que de sus aficionaos poca ayuda podían recibir. Las poblabas gradas supletorias instaladas al efecto parecía un simple decorado de cartón piedra.

Se pudo meter, no obstante, el equipo local en el partido en un remate cruzado de Alan, pero sólo con el ritmo a los sevillistas les daba con controlar la situación sin necesidad de pisar ni a la mitad el acelerador. Sí lo hizo en la recta final el mejor del partido, Pedrosa, quien tras un aviso de Lamela, estrelló un balón en la madera y cazaba otro en el descuento para meterlo en la cazuela y poner la puntilla en el marcador de un encuentro que no tenía mucha historia. Aunque de eso se trataba.

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