Sevilla FC - Real Madrid | La crónica

También al Madrid, ¿fin a los peros?

  • El Sevilla de Machín firma un partidazo extraordinario contra el actual campeón de Europa para demostrar que su nivel es muy alto

  • Los blancos se lucieron en ataque hasta el intermedio y después en defensa

André Silva celebra su primer tanto al Real Madrid.

André Silva celebra su primer tanto al Real Madrid. / Antonio Pizarro

Exhibición completa del Sevilla de Pablo Machín para finiquitar todos los peros que se le han puesto a los nervionenses a pesar de los 11 goles que habían sumado en los dos últimos partidos. Esta vez hincó la rodilla el Real Madrid, el actual campeón de la Liga de Campeones, y cabe suponer que nadie, absolutamente nadie, podrá minusvalorar también al cuadro que ahora entrena Julen Lopetegui y antes estaba en las manos de Zinedine Zidane. El coloso también se llevó tres en un primer tiempo impresionante y eso corroboró que lo acaecido ante el Standard de Lieja y contra el Levante no fue una casualidad del caprichoso destino.

Había ganas de medir el nivel de este Sevilla ante una prueba de un calibre válido para los exigentes y el Real Madrid, indudablemente, lo era, aunque siempre habrá quien siga objetando cualquier cosa para restarle méritos al excelente fútbol desarrollado por los hombres que Machín eligió para afrontar semejante test. Y el resultado fue tan sobresaliente como el 3-0 que tuvo que consignar Hernández Hernández en el acta que rellenó al finalizar el litigio. Los anfitriones fueron una apisonadora hasta el intermedio y después supieron desarrollar también otro fútbol, igual de válido, para sentirse protegidos en todo momento por el mullido colchón de la ventaja que le otorgaban los goles de Andre Silva y Ben Yedder.

Sí, Andre Silva y Ben Yedder, porque Machín tuvo la osadía de repetir el mismo esquema de fútbol que había propuesto en la histórica goleada contra el Levante. Si alguien, iluso por supuesto, pensaba que el técnico soriano no había quedado satisfecho con el juego de los suyos en la anterior jornada liguera, éste lo demostraba con hechos, con el mismo once, incluidos los dos delanteros, con la salvedad de Aleix Vidal, lesionado, por Arana en el carril izquierdo.

Vaclik salvó un mano a mano con Bale en la segunda mitad. Vaclik salvó un mano a mano con Bale en la segunda mitad.

Vaclik salvó un mano a mano con Bale en la segunda mitad. / Antonio Pizarro

Era una apuesta osada en la teoría, por supuesto que sí, pero el resultado demostraría que si este Sevilla es capaz de coger los automatismos con esta forma de jugar puede destrozar a cualquier adversario que le deje algunos espacios. Otra cosa será cuando se le encierre atrás el contrario, pero eso pertenecerá a otra historia bien diferente a la que ahora se está intentando desmenuzar.

Y lo primero que llamó la atención en el análisis del arranque del choque fue la idea grabada a fuego de sacar el balón jugado desde atrás pese a la presión que ejerciera el Real Madrid, ya sin Cristiano Ronaldo en sus filas. Machín le había dado órdenes a los suyos para que no pegaran pelotazos salvo en caso de apuros extremos, que fueran valientes para buscar a Banega y que éste se encargara de trasladar la pelota hacia las cuatro opciones que se le presentaban en la escalera. Porque el argentino, de pivote puro como en el inicio de su carrera, tenía por delante a Jesús Navas, Sarabia, de nuevo por la derecha esta vez, Franco Vázquez, en el interior izquierdo, y Arana. El Real Madrid no tardó en desesperarse al comprobar que le costaba mucho recuperar el balón, que no era capaz de llegar a presionar siquiera, dado que el Sevilla sabía jugar con calidad y con toques rápidos.

Ése es el punto uno, principalísimo, del análisis del juego y luego llegaría el siguiente, que es la voracidad de este Sevilla para buscar la portería contraria con rapidez y con muchos peones cada vez que protagoniza una recuperación en la zona de riesgo del adversario o que es capaz de desbordar la línea del centro del campo con los pases. Para empezar, a los 16 segundos de juego ya había tenido que salvar Courtois una opción de Andre Silva y así también llegaría el uno a cero, cuando Sarabia le robó la pelota a Marcelo para hacerlo todo a velocidad de vértigo desde ese momento.

El esférico le llegó rápido a Jesús Navas por su costado y éste tuvo la clarividencia para aguardar a la llegada de Andre Silva completamente desmarcado, pero estaba solo porque el Real Madrid siempre se encontraba con que lo atacaban varios jugadores por el centro. El portugués definió a la perfección y comenzó a allanar el camino para este rutilante Sevilla.

Jesús Navas y Sergio Ramos se saludan al finalizar el encuentro. Jesús Navas y Sergio Ramos se saludan al finalizar el encuentro.

Jesús Navas y Sergio Ramos se saludan al finalizar el encuentro. / Antonio Pizarro

Porque los blanquirrojos no se conformarían con eso y pocos minutos después tirarían de otro punto básico en el manual, el contragolpe. Un córner a favor del Real Madrid se convirtió en una salida vertiginosa gracias a la excelente interpretación del fútbol de Ben Yedder. El francés halló a Jesús Navas en su salida lanzado y éste ya destrozó al gigante blanco. Su disparo, solo, lo detuvo Courtois, pero no fue casualidad que el rechazo le cayera a Andre Silva, pues tanto el portugués como Sarabia y alguno más ya estaban en el área para que la lotería le tocase a quien más décimos había comprado para ello.

El sevillismo se tenía que frotar los ojos para creer lo que estaba viendo, pero era una realidad que los suyos, este Sevilla que va construyendo Machín, se estaban comiendo literalmente al Real Madrid. Después, aunque Bale tiró antes desde su casa al poste, llegaría la opción del Mudo Vázquez para colocar el 3-0 con una rosca a la misma escuadra. No fue ahí, pero no tardó en llegar en el tercero de los ataques del manual, el balón parado. Un cabezazo del argentino dejó solo a Ben Yedder para que éste se sumara al festival goleador de los dos delanteros.

El Sevilla había protagonizado una primera mitad espectacular, con un nivel superlativo y ahora la cuestión era comprobar si también sabía ordenarse tras el intermedio para aguantar el resultado. Claro que el Madrid iba a tener opciones, faltaría más que no fuera así, pero los hombres de Machín siempre transmitieron orden para defenderse y para no sufrir hasta completar un partido perfecto también en defensa. Goleada de las que sirven para reivindicarse, aunque siempre habrá algún pero de los llamados exigentes...

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