Sueños esféricos
  • Que Quique Sánchez Flores tirara del belga extrañó mucho más que su análisis de una “derrota muy digna”

La puntilla fue Januzaj

TODO lo que irradió el Sevilla en el Bernabéu fue de equipo menor y rompió al final en cutre con la entrada de Januzaj. Que Quique jugara en Mestalla con el único propósito de no perder, pensando en no encadenar dos derrotas seguidas por la más que factible decepción ante el Madrid, ya había reventado la mínima confianza del vestuario ante la visita al líder. Y así fue como jugó el Sevilla en el Bernabéu, sin un gramo de convencimiento en sus posibilidades.

La mayoría de los visitantes palman en La Castellana, claro que sí. También los buenos equipos. El mismo Sevilla se ha plantado en el Bernabéu armado de puntos y juego, esperanzado en plantarle cara al coloso, y ha salido escaldado casi siempre. Pero incluso equipos aún más mediocres y limitados que este corto Sevilla han inspirado más fe, ganas y rebeldía, han aprovechado los espacios que siempre conceden los blancos en su zona de retaguardia para animarse a atacar. Aunque luego palmaran 4-1. Aunque luego cayera todo el peso de la historia sobre sus cabezas y las aplastara.

El centro del campo sevillista miró tanto al retrovisor en cada acción, que el vigor y los buenos movimientos de Isaac Romero se quedaron en nada casi siempre. En la jugada de Ocampos que estuvo a punto de aprovechar el lebrijano saltó la chispa porque era imposible no avanzar por ese pasillo expedito por la izquierda. Hastió ver a Soumaré, Óliver, Sow, Navas, Soumaré echando el freno.

Aun así, este Madrid no se acercó a su mejor versión y tras el gol de Modric permanecía el litigio con un hilo de vida. Lo terminó de cortar Quique con la entrada de Januzaj, ese último ramalazo cutre que incendió las redes sociales. El sevillismo atizó bien a Quique. Y no fue extraño. Señaló al taciturno belga hace unos días ante la prensa por no dar el nivel y ayer lo antepuso a su alabado Idumbo. O a Hannibal. Una decisión mucho más extraña que su rueda de prensa tras el partido, en la que salió, cómo no, la “derrota muy digna”. ¡Cutre!

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