El Sevilla deshoja la margarita de Víctor Orta... y del entrenador
El sevillismo atiende con creciente incertidumbre al baile de candidatos al banquillo con la duda de si habrá cambio en la dirección deportiva: el contraste de estilos futbolísticos añade inquietud
El pacto de gobernabilidad penaliza con 30 millones de euros la venta separada de acciones

La gran esperanza del sevillismo en pleno es que la catarsis que debe vivir el Sevilla empiece por el consejo de administración y las grandes familias de accionistas. Pero esto pasa por una compraventa masiva de acciones superando el 50% del capital social y no se puede dar de un día para otro. Parece imposible este verano, como esperaban muchos, por los distintos pactos que blindan los paquetes salvo precio exorbitado que nadie está dispuesto a pagar. Así pues, hay que adaptarse a la realidad y esta dicta que José María del Nido Carrasco con el consejo de administración actual decidirán el proyecto del Sevilla 2025-26.
Se tratará de un Sevilla de transición hacia la compraventa, sine die, de los grandes paquetes de acciones. En este contexto, la afición atiende con tremenda incertidumbre al baile de candidatos al banquillo.
Esa inquietud tiene un no menos inquietante aderezo: el consejo de administración, que está cogiendo peso en la toma de decisiones ante la reiteración en los errores del comité de dirección, deshoja la margarita sobre la continuidad de Víctor Orta. Y el sevillismo, que no es tonto, se pregunta cómo es posible que surjan nombres de entrenadores de estilos tan contrapuestos como los de José Bordalás, Imanol, Míchel o hasta Jesús Galván cuando ni siquiera está completamente definido que el actual director deportivo seguirá como máximo responsable de la parcela técnica. ¿Orta opinará sobre el entrenador sin saber si seguirá?
Del Nido Carrasco quiere dar un golpe de timón importante y puertas adentro ya se sabe en el Sevilla que habrá trascendentales cambios en la estructura ejecutiva del club. Los nombres están claramente señalados y Víctor Orta puede ser tan chivo expiatorio como Ignacio Navarro, el psicólogo que ascendió a director de estragegia y desarrollo. El director deportivo cumplió con el excel económico reduciendo el coste de la plantilla heredada de Monchi drásticamente. En dos temporadas dejó los 193 millones de euros del coste del plantel en la temporada 22-23 en 110 millones al inicio de la temporada 24-25. De paso, redujo la edad media de 29,2 años de hace dos campañas, la del título de Budapest, a 25,9 años que tiene actualmente.
Pero el paso del excel al césped, de las hojas de cálculos al rendimiento deportivo, ha dejado dos sustos enormes en las dos últimas temporadas en un sevillismo que aún se tienta la ropa recordando la ocasión de gol que tuvo Diomandé al final del Sevilla-Leganés que habría alargado la agonía hasta la última jornada. Ítem más, las dos apuestas en entrenadores de Orta, Diego Alonso y García Pimienta, fracasaron.
Y no se debe olvidar que un club de fútbol es una sociedad anónima... deportiva. Es decir, las hojas de cálculo sólo sirven si van en paralalo al rendimiento deportivo... En el consejo hay tantas presiones como en el sevillismo de a pie para dejar de confiar la responsabilidad técnica en Víctor Orta. Pero el gestor madrileño sigue al mando de la parcela técnica y tiene un año más de contrato mientras van surgiendo nombres de entrenadores. Como condicionante, despedirlo sumaría otro gasto al de los tres técnicos destituidos en su mandato: Mendilibar –ay, Mendilibar–, Diego Alonso y García Pimienta. Quique Flores cumplió su contrato y se fue.
Una parte del consejo, como pasa en el sevillismo, prefiere a un entrenador duro como Bordalás. Un entrenador con personalidad muy bien definida hacia lo táctico y lo pragmático que encajaría mejor con el estilo que ha triunfado en Nervión. Pero ahí también hay división y el hecho de que hayan surgido candidatos de otro corte muy distinto al alicantino como Imanol, que se despide de la Real Sociedad, o Míchel, que aún tiene contrato con el Girona hasta 2026 pero su ciclo parece agotado, demuestra esas divisiones internas.
Lo más preocupante es que la lógica de un buen proyecto debe estar definida de arriba a abajo por la dirección deportiva. Y ahí es donde surje la paradoja intrínseca de este Sevilla que deshoja la margarita del técnico... antes incluso que la del director deportivo.
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