Sí, el consejo de Del Nido Júnior ha conducido al Sevilla a un "escenario catastrófico"

Sólo dos jornadas de Liga han dejado en humo los discursos positivos de Cordón y Almeyda, quien ya es víctima de una gestión arrastrada que puede cerrar una plantilla aún peor que la del pasado año

La venta de Badé dio para inscribir a Vargas solo y el club negocia para incluir a Suazo y Alfon

La defensa es un cuadro y que llegue alguno de los 5 ó 6 refuerzos necesarios es un reto para Cordón

Loïc Badé, que salió sin representantes del club a ser homenajeado, se abraza a Lukébakio.
Loïc Badé, que salió sin representantes del club a ser homenajeado, se abraza a Lukébakio. / Antonio Pizarro

Acabó la temporada 2023-24 y Quique Sánchez Flores, como también luego Sergio Ramos, prefirió perdonar dinero, hacer las maletas y quitarse de enmedio ante el “escenario catastrófico” que adivinaba en el Sevilla si no mediaba una revolución integral antes de la siguiente campaña. Esa revolución, que pasaba entre otras cosas por cambiar media plantilla de jugadores carísimos para lo que daban, no se produjo. Todo lo contrario. Tras Sergio Ramos se fueron Acuña a coste cero, Ocampos... Luego, la ley de la naturaleza se llevó al gran ídolo Jesús Navas. La devaluación fue escandalosa. Y el Sevilla no se despeñó a Segunda por el bigote de una gamba.

El sevillismo, en esa abrupta caída libre de su equipo, sólo olvidó de veras su clamor contra José María del Nido Carrasco y su consejo la noche clave ante la UD Las Palmas. La noche en que el Sevilla se salvó. Curiosamente, ha sido la única victoria que esa sufrida hinchada ha disfrutado en su casa en todo el año natural de 2025. El dato es aterrador.

Tres meses después, en la vuelta a Nervión ante el Getafe, los aproximadamente 36.000 aficionados que asistieron al Sánchez-Puizjuán volvieron a cargar con acritud contra el palco porque nada ha cambiado. Nada de lo sustancial: el discurso fresco de Cordón y Alemyda es por ahora humo.

La imagen de Loïc Badé saliendo en soledad al centro del terreno de juego a recibir el homenaje de la afición, sin Júnior para evitar el chaparrón, ni siquiera sin ese representante institucional que es ahora Joaquín Caparrós, retrataba el penoso estado actual de una institución que hace unos años era un modelo de gestión.

La salida de Badé de la hierba no pudo ser más simbólica. Sin nadie que cubra su vacante de momento, la defensa sevillista es puro temblor. Almeyda ha alineado tanto en Bilbao como ante el Getafe a Juanlu, Castrín, Kike Salas y José Ángel Carmona porque tampoco tiene mucho más. No confía en Marcao y Pedrosa tiene el cartel de transferible, por mucho que se viera forzado a tirar de él –como de Peque– a la desesperada en los últimos minutos ante los getafenses.

El Sevilla vendió a Diego Carlos y Koundé el verano del 22, por ellos llegaron Nianzou y Marcao con contratos inflados –responsabilidad de Monchi, cuyo último año al servicio del club fue un despropósito– y por ahí empezó a desmontarse el mecano, por mucho que aún cayera la séptima Europa League en Budapest. Sólo el saliente Badé fue un soplo de aire fresco. El resto, ruina.

Y aunque Marcao y Nianzou han cogido más confianza con los enfermeros que con sus compañeros de vestuario desde su llegada, el Sevilla ha ignorado la perentoria necesidad de fichar centrales en los últimos mercados. Fue doloroso cómo un imberbe como Lino jugueteó con toda la línea defensiva sevillista el pasado lunes.

No obstante, señalar sólo a esa quebradiza línea defensiva, y dentro de ella a un Nyland que ahora parece un espantapájaros clavado bajo el larguero, sería muy injusto e inexacto. Que el Sevilla haya perdido los dos primeros partidos de Liga y ya haya vuelto a encender la luz de alarma es responsabilidad del consejo, primero, y de la arriesgada apuesta de Antonio Cordón en su plan.

La plantilla sevillista vale hoy 135,6 millones para transfermarkt.es; hace cinco años, valía 409,6

El consejo, por su afán de permanecer y no vender las acciones para dar un paso al lado, aumentando un agujero económico que ha llevado al club a penar con el límite salarial más bajo de Primera. Y Cordón, por su apuesta por hacerse el duro en las negociaciones y fiarlo todo a los últimos días de mercado. Unos y otros han provocado que el Sevilla viajara a Bilbao con la apresurada alta de Akor Adams y sin las inscripciones de Rubén Vargas ni los tres fichajes, Suazo, Alfon y Vlachodimos, y que sólo recibiera la luz verde el atacante helvético para jugar ante el Getafe.

El club negocia con Marcao y dialoga con una mano delante y otra detrás para ver si LaLiga le permite inscribir a Gabriel Suazo y Alfon antes de que Martagón le entregue las fichas al árbitro del Girona-Sevilla.

Dos días después de ese duelo en Montilivi entre los dos equipos que más inseguridad han transmitido en las dos primeras jornadas de esta Liga, se bajará la ventanilla de fichajes y se antoja un milagro a la altura de aquella Premier que ganó el Leicester que Antonio Cordón cubra los cinco o seis refuerzos que el Sevilla necesita para ser competitivo: lateral derecho, dos centrales, uno o dos centrocampistas, delantero. Si con los 30 millones de la venta de Badé apenas ha podido inscribir a Vargas...

Almeyda ya ha bajado el tono optimista de su voz y su discurso. Tras el Getafe se apagó su voz. Pero debe transigir. Él sabía las reglas del juego. Y se barrunta que a su mecano le van a faltar demasiadas piezas. Que el escenario va a ser aún más catastrófico que el que se llevó por delante a Mendilibar, Sampaoli, Diego Alonso o García Pimienta.

Júnior y su cúpula están tan amortizados ya como el gran capitán Gudelj. Y si el serbio recula y recula hasta pegarse a la defensa, los dirigentes reculan en sus asientos del palco mientras Badé sale solo a recoger su camiseta conmemorativa. Qué catástrofe.

stats