"A través de la ciencia, España podrá decir adiós al cigarrillo"
Contenido ofrecido por Philip Morris Spain
Hablamos con Jorge Soler, Director de Asuntos Médicos y Científicos de Philip Morris Spain
¿Cómo ha acabado un médico trabajando en una empresa como Philip Morris?
Como médico de familia, he intentado en muchas ocasiones que los fumadores dejen el hábito, pero es cierto que muchos de ellos no lo hacen a pesar de saber de los peligros que eso implica para su salud. Por eso me parece importante lo que estamos haciendo desde Philip Morris, que es intentar entre todos darles alternativas mejores, alternativas basadas en ciencia. Y es que, al conocer en profundidad la gran apuesta de esta compañía por dejar atrás el cigarrillo, invirtiendo fuertemente en investigación científica de alternativas mejores, decidí embarcarme en este proyecto. Creo que además de la prevención y de la cesación hay que sumar estrategias complementarias para los actuales fumadores que van a continuar con el hábito.
¿Cree que su experiencia como facultativo le aporta alguna ventaja sobre su actual puesto?
Mi experiencia como médico me ayuda a entender de primera mano la realidad que viven los fumadores y conocer desde dentro la magnitud del problema del tabaquismo en nuestro país. Es evidente que necesitamos todas las herramientas posibles para abordar este gran problema. Hasta ahora se vienen aplicando políticas de prevención (para evitar que la gente empiece a fumar) y de cesación (para conseguir que dejen de fumar), pero los datos nos demuestran que con estas herramientas no es suficiente para combatir el tabaquismo y, por tanto, es necesario explorar el uso de herramientas innovadoras que, sin ser libres de riesgo, sean capaces de reducir el daño.
Desde 2008 vemos que están haciendo desde Philip Morris una fuerte inversión en innovación y tecnología, ¿hasta qué punto son importantes aquí estos perfiles científicos?
Pues importantísimos. Para entender la transformación que estamos impulsando, lo primero de todo es hablar de la apuesta que hemos realizado por el desarrollo de investigación científica. Más de 10.700 millones de dólares invertidos en I+D y un equipo de más de 1.500 investigadores de múltiples especialidades (biomédicos, farmacólogos, toxicólogos…) que trabaja cada día en el desarrollo de un amplio programa de investigación con un objetivo: desarrollar, investigar y demostrar que nuestros productos libres de combustión son alternativas mejores a seguir fumando porque reducen significativamente la exposición a las sustancias dañinas presentes en el humo del cigarrillo.
Hablando de las alternativas libres de combustión, ¿podría explicarnos qué son y cuál es el objetivo de las mismas?
Para entender bien las alternativas libres de humo, primero tenemos que entender bien qué ocurre con los productos de combustión como el cigarrillo. Cuando quemas un cigarrillo se genera un humo compuesto por más de 6.000 sustancias químicas de las cuales alrededor de 100 son dañinas o potencialmente dañinas. Inhalar este humo ha demostrado ser el principal causante de las enfermedades ligadas al hábito de fumar. Esto es algo que sabe desde hace tiempo en la comunidad científica.
Para reducir el daño es fundamental eliminar de la ecuación la combustión. Los productos libres de humo (como los cigarrillos electrónicos y los dispositivos de calentamiento de tabaco) sustituyen la combustión por el calentamiento, de tal manera que liberan un vapor que, sin estar exento de riesgo, reduce aproximadamente un 90% los niveles medios de sustancias dañinas presentes en el humo del cigarrillo.
En todo caso, quisiera destacar que se trata de productos diseñados únicamente para fumadores adultos y que los menores de edad o los no fumadores no deben consumirlos.
Estas alternativas, entonces, ¿por qué siguen conteniendo nicotina?
Podemos tener productos alternativos que hayan demostrado ser mejores que el cigarrillo, pero si con su uso no se inhala nicotina, que es la parte adictiva, el fumador no dejará el cigarrillo para pasarse a ellos. Por tanto, para conseguir un impacto en la salud de la población en general se necesita, primero, que estas alternativas sean mejores y segundo, que sean satisfactorias de cara a que el usuario quiera hacer el cambio a ellas y dejar el cigarrillo atrás. La adicción viene de la nicotina y también de un conjunto de hábitos, de experiencias.
Dicho esto, aquí me gustaría aclarar una serie de puntos importantes porque lo cierto es que sigue habiendo mucha confusión en torno a los efectos de la nicotina en la salud. La nicotina es una sustancia que se encuentra de manera natural en la planta del tabaco y lo mejor que cualquier persona puede hacer es evitar consumir productos que contengan nicotina, ya que no es una sustancia inocua y genera adicción. Sin embargo, también es importante dejar claro que es el humo, y no la nicotina, la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar.
¿Realmente tienen algún beneficio en la salud del fumador estas alternativas? De ser así, su uso sería más extendido, ¿no?
Van a hacer falta estudios a largo plazo y eso requiere de tiempo porque al final del día las enfermedades causadas por el cigarrillo tardan muchos años en desarrollarse. Aun así, y aunque carezcamos de todas esas respuestas, sí tenemos la evidencia de que la ciencia dice que estos son productos mejores que el cigarrillo tradicional. De hecho, hay un país, Suecia, donde sí que tenemos datos a largo plazo del impacto en la salud del uso continuado -durante las últimas 5 décadas- de un producto de tabaco sin combustión que es el snus. Gracias a este producto, en Suecia la tasa de fumadores en los últimos 15 años ha descendido de un 15% en 2008 al 5,6% hoy en día, siendo la tasa más baja de toda la UE (cuya tasa media es de un 23%, y en España superamos el 20%). Asimismo, la incidencia del cáncer en Suecia actualmente es un 41% inferior al resto de países europeos y creo que esto no es casualidad.
En España seguimos teniendo un gran problema de desinformación alrededor de estas alternativas y de sus diferencias respecto al cigarrillo tradicional. Es fundamental que los fumadores tengan acceso a información rigurosa sobre las evidencias científicas que las avalan para que puedan tomar decisiones informadas y decidir si quieren seguir con el cigarrillo o pasarse a una alternativa sin combustión. Solo así podremos acelerar el cambio a un futuro libre de humo.
¿Tiene algún ejemplo donde este tipo de medidas se estén implementando?
Las estrategias de reducción del daño se vienen utilizando desde hace tiempo con resultados muy positivos en otros ámbitos (como en la industria alimentaria o la automoción, por citar algunos ejemplos). La pregunta es, ¿se debe utilizar este tipo de estrategias para abordar el tabaquismo? Desde nuestro punto de vista, pensamos que, si se quiere luchar contra el problema del tabaquismo, es clave utilizar estos nuevos abordajes de manera complementaria a las políticas de cesación y prevención ya existentes, que para mí son incuestionables. Pero además, la integración de estas nuevas herramientas del siglo XXI aplicadas al tabaquismo es algo que ya se está haciendo en algunos países del mundo como Inglaterra, con su apuesta por el cigarrillo electrónico, o Grecia, que reconoce la Reducción del Daño como el cuarto pilar de su plan de acción contra el tabaquismo, junto con la prevención, la cesación y la protección frente al tabaquismo pasivo. Creemos que debemos avanzar en esta dirección si queremos conseguir un futuro libre del humo de los cigarrillos lo antes posible.
¿En otras ocasiones han afirmado que en 10 ó 15 años podríamos ver el final del tabaco en algunos países? ¿En qué basa esta convicción?
Permítame una puntualización, el fin del tabaco, en 10 o 15 años, no. Lo que se pretende es el fin del cigarrillo, que es la manera más dañina de consumir el tabaco. En lo que estamos trabajando es en una serie de productos libres de combustión probados científicamente porque estamos convencidos de que van a jugar un papel fundamental en el cambio de paradigma hacia el fin del humo de los cigarrillos que es donde están la gran parte de las sustancias nocivas. Evidentemente, esto no lo podemos hacer nosotros solos, necesitamos que los reguladores tengan en cuenta la diferencia de estos nuevos productos respecto a los cigarrillos, porque así lo demuestra la ciencia; y también que los fumadores tengan acceso a información rigurosa sobre estos productos y la ciencia que los avala para que puedan tomar las mejores decisiones, si queremos acelerar el cambio.
Usted llegó a Philip Morris una vez iniciada esta transición hacia los dispositivos sin humo, ¿qué retos tiene todavía la compañía y cómo los afrontará?
Como le comentaba, uno de los grandes retos que nos encontramos en la sociedad es la enorme desinformación que existe alrededor de las alternativas sin humo, tanto de sus diferencias respecto a los cigarrillos tradicionales, como de la evidencia científica que los avala. De hecho, según un estudio que realizamos en 22 países incluido España, 8 de cada 10 fumadores adultos optaría por cambiarse a las nuevas alternativas si conocieran la evidencia científica que hay detrás.
Es fundamental que los fumadores adultos estén informados de lo que estas alternativas son, y de lo que no son, y para ello necesitan entender aspectos básicos como por ejemplo: dónde radica el principal problema de fumar, que es la combustión y que, al eliminarla de la ecuación, la ciencia nos dice que se reducen significativamente los niveles de sustancias dañinas o potencialmente dañinas presentes en el humo y que, por tanto, cualquier producto que simplemente no queme, será siempre una mejor alternativa frente al que queme.
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