La montaña rusa en Rusia no se llama "rusa", sino "americana"
La popular atracción de los parques temáticos se llama 'montaña rusa' en España, pero en Rusia la conocen como Montaña Americana, un peculiar intercambio cultural
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Las montañas rusas, esas vertiginosas atracciones que pueblan parques de diversiones de todo el mundo, esconden una curiosa paradoja lingüística que pocos conocen. Mientras en España y gran parte de Europa denominamos a estas estructuras como 'montañas rusas', en su país de origen, Rusia, las llaman 'Montañas Americanas' (американские горки, amerikanskiye gorki). Este curioso intercambio de nombres refleja la evolución histórica de una de las atracciones más emblemáticas del entretenimiento mundial y revela cómo la cultura del ocio ha viajado entre continentes.
La explicación de esta aparente contradicción se encuentra en la propia historia de estas atracciones. Lo que hoy conocemos como montañas rusas nació efectivamente en Rusia, pero su evolución tecnológica posterior llevó a este peculiar cruce de denominaciones que ha perdurado hasta nuestros días. El fenómeno constituye un raro ejemplo de cómo un mismo invento puede recibir nombres que honran a países diferentes según dónde nos encontremos.
La fascinante historia de estas atracciones no solo refleja la evolución del entretenimiento a lo largo de los siglos, sino también cómo las innovaciones viajan y se transforman entre culturas, dejando huellas lingüísticas que perduran incluso cuando ya se ha olvidado su origen.
El verdadero origen ruso de las montañas rusas
El nacimiento de lo que hoy conocemos como montañas rusas se remonta al siglo XVII en Rusia, concretamente en San Petersburgo. Allí se popularizaron enormes estructuras de madera cubiertas con hielo natural, por las que los ciudadanos se deslizaban utilizando trineos. Estas primitivas atracciones invernales eran conocidas simplemente como "горки" (gorki), que en ruso significa literalmente "colinas".
Estas colinas heladas alcanzaron tal popularidad que su fama traspasó fronteras. La aristocracia europea, fascinada con estas diversiones, comenzó a importar el concepto a sus países. Sin embargo, al llegar a climas más templados, los ingenieros europeos se vieron obligados a adaptarlas para su uso durante todo el año, sustituyendo el hielo por sistemas mecánicos con carros sobre raíles.
Fue precisamente esta expansión lo que propició que en francés se las denominara "montagnes russes", en italiano "montagne russe" y en español "montañas rusas", reconociendo así su procedencia original. Incluso en inglés existió la denominación "Russian Mountains", aunque posteriormente evolucionó hacia términos como "roller coaster".
La transformación americana y el giro lingüístico en Rusia
El desarrollo de las montañas rusas dio un salto cualitativo en Estados Unidos durante el siglo XX. Los ingenieros americanos revolucionaron estas atracciones incorporando sistemas motorizados, loopings, giros invertidos y velocidades cada vez mayores. El país norteamericano se convirtió en el epicentro de la innovación en parques de atracciones, llevando las montañas rusas a un nivel tecnológico sin precedentes.
Cuando estas versiones modernas y sofisticadas llegaron a Rusia, los propios rusos las percibieron como algo sustancialmente diferente a sus antiguas colinas heladas. Para los ciudadanos rusos, aquellas atracciones representaban una innovación importada desde América, por lo que comenzaron a denominarlas "Montañas Americanas" (американские горки), distinguiéndolas así de sus primitivas versiones locales.
Este fenómeno creó una situación prácticamente única en el ámbito de las denominaciones culturales: mientras que en Europa se mantuvo la referencia al origen ruso, en Rusia se optó por reconocer la modernización americana de la atracción. Se produjo así un curioso intercambio de reconocimientos entre culturas que ha perdurado hasta hoy.
¿Qué otros nombres reciben las montañas rusas en el mundo?
La diversidad lingüística en torno a esta popular atracción no se limita al caso ruso-europeo. En diferentes países encontramos denominaciones que reflejan distintas percepciones o énfasis de estas estructuras:
En Reino Unido y Estados Unidos predomina el término "roller coaster" (montaña rusa), que hace referencia al movimiento oscilante de los vagones. En Alemania se las conoce como "Achterbahn" (pista en forma de ocho), enfatizando los giros y vueltas características. Los japoneses las llaman "ジェットコースター" (jetto kōsutā), adaptación fonética de "jet coaster", subrayando la velocidad.
En Brasil y Portugal se utiliza el término "montanha-russa", similar al español, mientras que en países nórdicos como Suecia las denominan "berg-och-dalbana" (literalmente "pista de montaña y valle"), describiendo su configuración física.
El impacto cultural de las montañas rusas
Más allá de su denominación, las montañas rusas han trascendido su función como simple atracción para convertirse en un fenómeno cultural global. Son símbolos de los parques de atracciones y elementos centrales de la cultura del ocio contemporánea.
España cuenta con algunas de las montañas rusas más destacadas de Europa. El Dragon Khan de PortAventura, inaugurado en 1995, fue durante años la montaña rusa con más inversiones del mundo, con sus 8 loopings. Más recientemente, Shambhala, también en PortAventura, ostentó el récord de la montaña rusa más alta de Europa hasta 2018, con sus 76 metros de altura.
La evolución tecnológica continúa transformando estas atracciones. Actualmente, las montañas rusas incorporan realidad virtual, efectos especiales y diseños cada vez más complejos que buscan maximizar las sensaciones sin comprometer la seguridad. Los parques compiten por ofrecer experiencias más intensas, rápidas o innovadoras, convirtiendo estas atracciones en auténticos reclamos turísticos.
¿Por qué nos atraen tanto las montañas rusas?
Los expertos en psicología explican que el éxito de las montañas rusas radica en su capacidad para provocar miedo en un entorno controlado y seguro. Al montarnos en una de estas atracciones, experimentamos una descarga de adrenalina y dopamina que nos genera placer una vez superado el momento de tensión.
Este fenómeno, conocido como "eustress" o estrés positivo, explica por qué millones de personas en todo el mundo disfrutan sometiéndose voluntariamente a estas experiencias extremas. La combinación de sensación de peligro con la certeza subconsciente de seguridad crea una experiencia psicológicamente adictiva para muchos usuarios.
¿Cuáles son las montañas rusas más extremas del mundo?
El afán por superar récords ha llevado a la construcción de montañas rusas cada vez más extremas. Actualmente, Kingda Ka en Six Flags Great Adventure (EE.UU.) ostenta el título de la más alta del mundo, con 139 metros. Formula Rossa en Ferrari World Abu Dhabi alcanza los 240 km/h, siendo la más rápida, mientras que Steel Dragon 2000 en Japón, con 2.479 metros, es la más larga.
En España, Red Force del Ferrari Land en PortAventura se ha convertido en la montaña rusa más alta y rápida del país, con 112 metros de altura y una velocidad máxima de 180 km/h, consolidando la tradición española en este tipo de atracciones.
Así, cada vez que un visitante disfruta de una "montaña rusa" en Madrid o Barcelona, o un turista ruso se sube a una "montaña americana" en Moscú, ambos están participando, sin saberlo, en un fascinante intercambio cultural que ha viajado entre continentes durante siglos, demostrando cómo las innovaciones en el ocio también tienen la capacidad de crear puentes lingüísticos y culturales entre naciones.
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