Los médicos australianos advierten: quien vea mucho la televisión podría morir antes. Y la culpa no es del aparato, sino de la falta de movimiento durante los largos ratos que el espectador pasa sentado en el sofá, aseguran David Dunstan y sus colegas del Instituto de Cardiología y Diabetes en Melbourne.

Los científicos siguieron durante seis años a 8.800 australianos. Y observaron que la persona que pasó más de cuatro horas diarias ante la caja tonta, tenía casi el doble de riesgo de morir prematuramente por una dolencia cardiovascular que aquellos que veían menos de dos horas de televisión, según publicaron los científicos en la revista especializada estadounidense Circulation.

El problema básico es la falta de movimiento. "No se mueven los músculos ni se quema energía", explicó Dunstan. Eso impide la regeneración celular. "Los riesgos por pasar mucho tiempo sentado no se reducen si el afectado hace más deporte", subraya el científico. "Hasta la gente que hace deporte padece un riesgo alto de morir antes si durante otras épocas de su vida pasó mucho tiempo delante del televisor".

Sobre todas las posibles causas de una muerte, en el estudio el riesgo de morir por ver mucho la tele era una vez y media mayor que en las personas que tenían poco consumo de televisión.

El diario Los Angeles Times destaca que los científicos establecen claramente la conexión entre consumo de televisión y expectativa de vida no sólo en las personas con exceso de peso y poco dadas a practicar deporte. Los resultados no hubiesen cambiado ni siquiera si los investigadores hubiesen tenido en cuenta factores de riesgo como el fumar o la elevada presión sanguínea. Las personas que participaron en el estudio tenían al menos 25 años.

Igual de peligroso que la televisión es pasar largos ratos delante del ordenador. "Para decirlo de forma breve: pasar mucho tiempo sentado es peligroso para la salud", resumió Dunstan. "Piensen en moverse más y hacerlo de forma frecuente", añadió el científico. Y esto se debería aplicar también en el trabajo. Los científicos proponen a las empresas que instalen una papelera central o un lugar donde recoger el correo para que los trabajadores se levanten a menudo y se tengan que mover.