"Mi personaje será revelador en estas temporadas"

Cada tarde sorprende a la audiencia de Antena 3 con sus malvadas ideas. Mario Zorrilla es Mauricio Godoy, el capataz de la finca en el serial El Secreto de Puente Viejo, un papel que en estos días tendrá que compaginar, sobre las tablas del Lope de Vega de Sevilla, con el de Rienfield, el sicario del Conde Drácula.

-Lo suyo, parece, es hacer de malo en la ficción...

-Así es. Debe ser que la cara y la voz condicionan a los que quieren algo de mí. Y eso que mi padre me decía que jamás llegaría a ser nada en la profesión porque no tenía maldad... Lo mío, como dices, es hacer personajes malos o tortuosos, aunque el que se pone delante de mí sabe que soy un pedazo de pan.

-¿Cómo se puede compaginar el trabajo en una serie diaria con su participación en una obra de teatro de gira por España?

-Pues, fundamentalmente, gracias a la productora Ida y Vuelta, que me ha ofrecido tiempo para poder acudir a los ensayos. Es cierto que si mi personaje en El secreto de Puente Viejo hubiera sido más protagonista no habría podido compaginar las dos cosas porque la vida de éstos es mucho más disciplinada. Mauricio me deja más tiempo libre para poder dedicarme, con sacrificio, eso sí, al teatro y a la televisión. Para hacer varias cosas hay que sacrificarse.

-¿Llegaremos a ver alguna vez la cara amable de Mauricio en la serie?

-No sé muy bien cómo evolucionará mi personaje, aunque sí puedo decir que dará giros interesantes. El espectador verá en mi relación con doña Francisca algo que llamará la atención y que será bonito. Además, ayudará a mantener una buena audiencia. En la cuarta temporada, mi personaje será revelador.

-Y de su personaje en el teatro, en Drácula ¿Qué nos dice?

-Soy Rienfield, el corsario del Conde. Es un tipo sin control sobre su voluntad entregado a los deseos de Drácula. Es un papel pequeño en apariencia pero importante para el argumento de la obra.

-En una época como ésta, en la que tanto triunfan las historias de vampiros, lo tendrá más fácil.

-Pues sí, y no sólo en el cine. El mundo está lleno de chupasangres. Además, tiene su punto atractivo poder darse a los placeres prohibidos y no tener responsabilidad sobre uno mismo porque es otro quien te dice lo que tienes que hacer.