Destellos caros de Ángel Jiménez
El novillero ecijano, que cuaja los mejores momentos de la noche en el novillo que abría plaza, da la única vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja. David Martín y Antonio Medina se marchan de vacío
La Maestranza, preciosa, fue el escenario idóneo para una noche maravillosa en lo climatológico y con escasos sobresaltos en lo artístico, en la que destacó Ángel Jiménez, con destellos caros. El ecijano dio una vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja en el que abrió plaza. Para los pocos aficionados toristas que quedan en Sevilla, uno de los atractivos fundamentales de esta última novillada picada del abono era el ganado, de Partido de Resina, los antiguos Pablo Romero, que bajo ese nombre lidió en Sevilla por última vez el 1 de mayo de 1994. El encierro, bien presentado, tuvo un juego dispar, destacando el primer y tercer novillos.
Ángel Jiménez, con el ejemplar que abrió plaza, encastado, noble y distraído, tras recibirlo con una arriesgada larga cambiada de rodillas frente a toriles, armó una faena notable en su conjunto, aunque con altibajos. A cuentagotas, pero fue toreo caro; lo mejor de estas novilladas con picadores. Desde unos ceñidos ayudados a media altura hasta un cierre pinturero, la obra respiró torería. Con la izquierda, además de un par de naturales con enjundia, cuajó una serie de preciosos muletazos hilvanados con un molinete y un pase de pecho. Con la diestra también hubo pasajes en los que toreó despacio. Mató de estocada casi entera. Afloró la casta del novillo, que no doblaba. Cuando lo hizo, el novillero había recibido un aviso. Pese a ello, hubo fuerte petición de oreja, que denegó el usía. El torero dio una más que merecida vuelta al ruedo.
El precioso cuarto, cárdeno, en el tipo de la casa, peleó sin fijeza en varas, cortó en banderillas y haciendo honor a su nombre, Nervioso, acometió con más nervio que bravura. Jiménez porfió hasta dar con la distancia exacta. Fue en cercanías, donde arrancó una tanda diestra muy ovacionada. Dio un mitin con los aceros.
David Martín, con un mal lote, desacertado con los aceros, no pasó de voluntarioso. Ante su primero, que se rajó pronto y acabó orientándose, hizo frente con voluntad, tras recibirlo con un larga cambiada a portagayola.
Con el incierto quinto, al que zurraron fuerte la badana, Martín se empeñó en lucirse, en lugar de machetearlo, lidiarlo y mandar en el astado.
Antonio Medina, que debutaba con picadores en esta plaza, porfión, estuvo correcto, aunque sin brillo, ante el tercero, un animal sin clase, pero con nobleza, ante el que dibujó algunos naturales con clase.
Ante el sexto, un auténtico toro en trapío, ovacionado de salida, Medina hizo un gran esfuerzo sin fruto alguno. El animal, difícil, se quedaba corto y el novillero, que lo había recibido con una larga cambiada de rodillas, se entregó en un trasteo complicado, que supo cortar a tiempo.
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