Toros

Grande Castella frente a un notable toro de Montalvo en Albacete

  • El francés desorejó tras protagonizar una gran faena al cuarto toro de la ganadería salmantina, premiado con la vuelta al ruedo

Sebastián Castella se las vio y se las deseó con el que abrió plaza, un remiendo de Lozano Hermanos de cortas embestidas y maliciosas intenciones. El francés lo intentó vanamente por los dos pitones, antes de fallar con los aceros. En el cuarto, en cambio, llegó el momento grande de la tarde, el del resurgir de un torero que estuvo francamente bien con un montalvo también sensacional, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

El de Beziers inició faena con dos ajustados cambiados por la espalda para continuar con seres ligadas, limpias y cadenciosas por los dos pitones. Labor de mucho ritmo e intensidad, y siempre a más. Esta vez si entró la espada hasta los gavilanes y para Castella fueron las dos orejas de Jilguero, que así fue como se llamó tan buen toro de la ganadería salmantina.

Perera sorteó un primer toro de lo más incierto. Se movía pero nunca tomaba los avíos con franqueza, y solamente se prestó por el derecho, por donde el extremeño le hilvanó un par de series de inmaculada ejecución. El quinto tampoco fue oponente propicio por su absoluta falta de raza. Perera anduvo con actitud, queriendo a toda costa, e incluso llegó a lograr pasajes estimables en el toreo a derecha. Tampoco anduvo acertado con la espada.

Garrido volvió a dar otro toque de atención, esta vez en Albacete. A su primero, con el que brilló manejando el percal, lo toreó con mucho aplomo y mando por el pitón derecho, en series de notable calado en los tendidos. Manejó con acierto la tizona y para él fue la primera oreja de la tarde. Salió a por todas Garrido en el sexto, al que inició faena de rodillas, pero el poco ímpetu y las escasas ganas de colaborar del manso de Montalvo condicionaron una labor malograda también a última hora con la espada.

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