Triunfo de Pepe Moral y cornada a Gonzalo Caballero
El diestro palaciego corta una merecida oreja al quinto
El madrileño recibe una cornada en el glúteo izquierdo tras una cogida dramática
Eugenio de Mora, de vacío
A por todas se tiró Gonzalo Caballero a matar al tercer toro en el segundo envite y a cambio de un pinchazo el toro le atrapó y le marcó a fuego en el chaleco, a la altura del abdomen, uno de sus afilados pitones. Se rozó la tragedia. Cayó el torero en la arena y recibió una cornada en el glúteo izquierdo. Miguel Abellán, de paisano, saltó como un rayo para auxilar a Caballero, al que se llevaron a la enfermería. Herido, sin chaquetilla, volvió y finiquitó a su oponente de estocada y varios descabellos. Se había entregado sin reserva alguna ante un cinqueño que iba bien al embroque, pero que luego embestía con escaso recorrido. Gran y merecida ovación del público, que llenaba la plaza de toros de Pamplona, cuando el torero se dirigía a la enfermería.
La corrida de José Escolar, en el tipo de la casa, muy seria en todos los aspectos, deparó dos buenos toros, cuarto y quinto.
Además de la lamentable noticia de la cornada a Caballero, la tarde nos trajo el triunfo del palaciego Pepe Moral, quien cortó una merecida oreja al quinto, un Sevillano con nobleza al que realizó una faena interesante, con temple y suavidad, brillando especialmente en dos series al natural, su fuerte. Mató de metisaca y estocada y cobró el único trofeo de la tarde. Moral se ha ganado más puestos, ya que únicamente toreó la de Miura en Sevilla y esta de Escolar en Pamplona. En ambas ha triunfado. Esperemos que el sistema lo tenga en cuenta.
Con anterioridad, con el descastado y flojo segundo, que se quedaba debajo de la muleta y que llegó a echarse en la faena, no tuvo opciones y mató mal para ser silenciado.
Eugenio de Mora, por la cogida de Caballero, lidió tres toros. Con el complicado que abrió plaza -por el izquierdo cazaba moscas- se justificó.
El cuarto, Diputado, el toro que se había quedado rezagado por la mañana en el encierro, resultó noble en el ruedo. De Mora se esforzó en una faena con altibajos en medio de un diluvio; siendo ovacionado.
Al sexto, cornipaso y peligroso, Eugenio de Mora lo lidió con oficio y despachó de estocada para ser silenciado.
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