Bajo la bandera del valor

Sergio Aguilar, que arriesgó más que un artificiero, se jugó la vida ante un lote que fue pura trilita · Bolívar no aprovecha un toro con transmisión · El Fundi, mal y precavido

El segundo toro infirió un puntazo a Aguilar en el muslo izquierdo.
Luis Nieto

28 de mayo 2010 - 01:00

GANADERÍA: Saltaron hasta nueve toros. Se estoquearon cinco de Javier Pérez Tabernero, de desiguales hechuras y juego. Y uno, de Conde de Mayalde, como segundo tris, peligroso. Los mejores, primero, tercero y cuarto (ovacionado en el arrastre). TOREROS: José Pedro Prados 'El Fundi', de rosa y oro con cabos negros. Pinchazo hondo y descabello (silencio). En el cuarto, media (palmas). Sergio Aguilar, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada (saludos). En el quinto, estocada (saludos). Luis Bolívar, de rioja y oro. Estocada caída (saludos tras un aviso). En el sexto, estocada (silencio). INCIDENCIAS: Las Ventas. Jueves 27 de mayo. Lleno. Aguilar fue atendido en la enfermería de "un puntazo en la cara interna, tercio inferior del muslo izquierdo; de pronóstico leve". Domingo Navarro intervino en dos quites al riesgo.

Los hados se mostraron esquivos, una vez más, en este San Isidro. Apenas si la corrida levantaba vuelo, cuando el segundo toro, con el hierro titular de Javier Pérez Tabernero, se estrelló en el aeródromo venteño. Soltaron un sobrero, que cayó también sin paracaídas. Y otro más... Y así, entre protestas y bostezos, entre caídas y cabestros, el personal se dio cuenta que antes de llegar al tercer toro era ya casi la hora de la cena. Para colmo de males, el mejor lote cayó en manos de un precavido Fundi. Bolívar tampoco llegó a cuajar la única oportunidad clara con la que contó. Y únicamente, un Sergio Aguilar que expuso más que un artificiero, salvó la corrida. Afortunadamente, el madrileño salió vivo milagrosamente, tras arriesgar lo indecible ante un lote que fue pura trilita. Además, ha sido de los pocos toreros durante esta pobre feria que ha hecho honor a su profesión en la suerte suprema.

¿Recuerdan a este Aguilar que en una Feria de Abril, tras ser cogido por un guardiola, se mantuvo en el albero con una serenidad extraordinaria, asustando al público?... Pues es el mismo torero, pero mucho más castigado por los toros. Porque Aguilar es de los diestros que más medallas posee y menos oportunidades cuenta. Son cosas de este loco mundo de los toros. En la tarde de ayer tuvo muy mala suerte. Su primero acabó devuelto tras blandear reiteradamente. En su lugar, saltó un sobrero de Domínguez Camacho, con el que Aguilar se marcó un quite de preciosas y templadas gaoneras. Pero el animal quedó descoordinado tras ser picado y, tras el preceptivo pañuelo verde, devolución. Saltó uno de Torrehandilla y siguió el mismo camino. Como definitivo, se lidió un astado de Conde de Mayalde, peligroso. El diestro madrileño se la jugó sin trampa ni cartón. Se cruzó. No movió ni un ápice las zapatillas. Expuso lo indecible. Cuando tenía la franela en la izquierda, el galafate le cogió, propinándole un puntazo en el muslo izquierdo, Aguilar continuó toreando. Imperturbable; como si nada. Después de un pinchazo y una estocada pasó a la enfermería, tras recibir una gran ovación del público.

Con el quinto, un toro muy ofensivo, Sergio Aguilar volvió a demostrar una firmeza extraordinaria. Lanceó con buen aire al reservón animal. Y, con la franela, con las zapatillas asentadas, robó muletazos al barrabás, que desarrolló sentido de inmediato. Mató de una estocada al volapié que, por sí misma, era de premio. Todo quedó en otra gran ovación.

Luis Bolívar contó con un cartucho para aprovechar. Fue el tercero, un toro de embestidas vibrantes, aunque sólo por el pitón derecho. Se fajó en dos series que resultaron muy emotivas. Tras dibujar con la zurda el cartuchito de pescao, el toro no se entregó por ese lado. El colombiano volvió a la diestra y arriesgó en otra tanda en la que el astado entró rebrincado. El viento se unió como otro problema en los finales de una faena en la que estuvo a punto de ser cogido. Mató de estocada caída y su labor quedó en una ovación.

El sexto, toro bien hecho, fue como una barca sin remos. Se hundió y perdió las manos una y otra vez entre las protestas del público. Bolívar lo despachó de certera estocada.

El Fundi, precavido, no llegó a comprometerse con un buen lote. El que abrió plaza, que por cuna tenía una cama, embestía bien por el pitón derecho. El madrileño estuvo mal. Peor imagen dejó ante el cuarto, un animal que acometía muy bien por ambos lados y con el que realizó una labor desceñida e insulsa.

La tarde fue de Sergio Aguilar, quien una vez más se destapó, entre el grito silencioso de una quietud que rayaba la temeridad. Un torero bajo la bandera del valor, que precisa más y mejores oportunidades.

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