Crónica de la 13ª del abono de la Maestranza

Ginés Marín va a codazo limpio

Con las plantas asentadas y con exquisito temple torea en redondo Ginés Marín a 'Espárrago' al que desorejó y con el que entreabría una puerta que no pudo terminar de abrir.

Con las plantas asentadas y con exquisito temple torea en redondo Ginés Marín a 'Espárrago' al que desorejó y con el que entreabría una puerta que no pudo terminar de abrir. / José Angel García (Sevilla)

Al conjuro de Morante, el cartel parecía bueno, pero chocaba la apertura a caballo, pues se convertía en una mixta de las que ya no se llevan. El número del caballo abriendo el espectáculo quedó casi abolido cuando se creó aquella la gran atracción que fue Los cuatro jinetes de la apoteosis que componían los Peralta, Alvarito Domecq y José Samuel Lupi. Aquello estableció que el rejoneo y la lidia a pie corrieran por caminos diferentes, de ahí que chocase que en día grande de farolillos se volviera a la apertura ecuestre.

Y fue muy digna la actuación del lusitano Antonio Ribeiro Telles, que saludó tras pinchazo y rejonazo letal que pusieron el colofón a una actuación llena de sobriedad y elegancia, sin prodigar los caballazos, lo que mereció los aplausos de la concurrencia.

Sobrio y elegante, vestido a la federica, abrió plaza el luso Antonio Ribeiro Telles. Sobrio y elegante, vestido a la federica, abrió plaza el luso Antonio Ribeiro Telles.

Sobrio y elegante, vestido a la federica, abrió plaza el luso Antonio Ribeiro Telles. / José Angel García (Sevilla)

Cayetano pasó de puntillas por la única corrida en que se anunciaba en la Feria

Acogido con un fervor indescriptible Morante en recuerdo a su hazaña del miércoles se veía con claridad que llegaba con ganas de repetir la faena. De repetirla o mejor de acercarse a la monumentalidad de cuanto realizó con Ligerito. Pero Lancero no está por la labor; de hecho anda huyendo de cuanto se le pone por delante tras una salida al paso y desparramando la vista. Para picarlo ha de hacerle Pedro Iturralde la carioca, pero sale tan cambiado del caballo que Morante le sopla un quite a la verónica marca de la casa. Y en la muleta, a base de sobarlo logra meterlo en el canasto para una de esas faenas que el cigarrero se inventa, en la que el duende baja y se queda bajo los sones de Suspiros de España y que le vale para cortar una oreja. Con la oreja y una mata de romero en la mano, José Antonio da una vuelta al ruedo parsimoniosa y llena de torería.

Morante lancea de capa a su segundo, que se acabó pronto en la muleta. Morante lancea de capa a su segundo, que se acabó pronto en la muleta.

Morante lancea de capa a su segundo, que se acabó pronto en la muleta. / José Angel García (Sevilla)

En su segundo toca a rebato con unas verónicas calenturientas a un toro corretón. Con la muleta lo sujeta en un santiamén, intenta meterlo en el canasto y le saca unos muletazos con la zurda que el toro parecía no tener, pero es que este torero se ha especializado en no sólo bordar el toreo, sino que se las avía solo para convertir en oro el cobre. Lamentablemente el toro no da para más, lo mató con media estocada alargando el brazo, saludó y hasta que nos veamos en San Miguel.

El triunfador de la tarde fue Ginés Marín, que se ha convertido en un torero de una vez combinando cabeza, valor y excelente manejo de las telas. Su primero se llamaba Espárrago y fue el mejor toro de la mediocre corrida de El Torero, recibiéndolo de manera brillante, primero con verónicas ganando terreno y llevándolo al caballo con acompasados delantales.

Ginés Marín se arrimó al que cerraba plaza en su intento de abrir la Puerta del Príncipe. No fue suficiente. Ginés Marín se arrimó al que cerraba plaza en su intento de abrir la Puerta del Príncipe. No fue suficiente.

Ginés Marín se arrimó al que cerraba plaza en su intento de abrir la Puerta del Príncipe. No fue suficiente. / José Angel García (Sevilla)

Dos grandes pares de Punta fueron la antesala de un faenón que inició de forma brillantísima con la diestra. Ginés Marín tiene el toreo en la cabeza y como el corazón no le gasta malas pasadas, pues ahí anda, codeándose con las figuras y hasta dándoles codazos para situarse. A un lío por redondos sucedió otro con extraordinarios naturales. Fue una faena bien estructurada con el colofón de un espadazo que llevó a sus manos las dos orejas de Espárrago.

Y olisqueando la Puerta del Príncipe estaba cuando se topó con un toro que blandeaba y que no dejaba de berrear. Quiso Ginés arrancarle la oreja que le permitiría cruzar la puerta de la gloria, pero el toro no iba a permitirlo. Se llamaba Palestino el puñetero colorao y Ginés empieza haciendo bien las cosas, pero se da cuenta de que sólo con el arrimón puede tener éxito y sólo consigue alargar innecesariamente la cosa. Mató al hilo de las tablas, todo quedó en saludos y que la del Príncipe espere.

Muletazo al natural de un Cayetano que anda espeso, como espeso fueron los silencios tras sus faenas. Muletazo al natural de un Cayetano que anda espeso, como espeso fueron los silencios tras sus faenas.

Muletazo al natural de un Cayetano que anda espeso, como espeso fueron los silencios tras sus faenas. / José Angel García (Sevilla)

Cayetano aburrió en su primero al toro y a la plaza. Parece estar, pero no está, parece que intenta, pero rara vez logra algo. Su paso por esta corrida única en la Feria no se recordará por nada positivo y al acabar con su lote, el espeso silencio de la Maestranza cayó sobre su actuación. La gente iba a ver a Morante y también se encontró con un gran Ginés Marín que anda abriéndose camino a codazos.

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