El esfuerzo de Rubén Pinar le abre una puerta grande muy trabajada

La corrida de Torrestrella, desigual, no fue nada clara y tuvo mucho que torear

Rubén Pinar, saliendo en triunfo de Cuatro Caminos, con una oreja de cada toro de su lote.
Rubén Pinar, saliendo en triunfo de Cuatro Caminos, con una oreja de cada toro de su lote.
Juan Miguel Núñez / Santander

29 de julio 2011 - 01:00

Ganadería. De Torrestrella, el cuarto sobrero, desiguales de presencia y escasos de todo. El menos malo, el primero, aunque también defendiéndose; el segundo fue complicado; el tercero sacó genio, pero terminó entregándose; el cuarto sin fijeza ni entrega; desrazado e inválido el quinto; y el sexto tuvo sus cosas pero respondió en la distancia corta. TOREROS: El Cid, tendida y caída (aviso y gran ovación tras petición); y dos pinchazos, estocada y descabello (silencio). El Fandi, estocada (silencio); y estocada (silencio). Rubén Pinar, estocada (oreja); y estocada (oreja). Incidencias. Lleno. Buen tercio de banderillas en el primero a cargo de Boni y David Saugar.

Rubén Pinar se impuso, a base de esfuerzo y mucha entrega, a una corrida nada clara de Torrestrella, para cortar una oreja a cada toro de su lote, lo que supuso una Puerta Grande muy trabajada.

Tuvo mucho que torear la corrida. Y lo peor es que el tendido no era consciente. En consecuencia, Pinar terminaría recurriendo a lo populista después de haber estado muy entregado y con mucho mando: la única manera de fijar la atención de un público que estaba más por lo fácil. Y así los circulares en el epílogo de las faenas de Pinar serían definitivos para meter al público en la canasta.

No fueron trasteos de corte vulgar. Lo de Pinar fue de nota alta para las exigencias de sus dos toros. Cabeceaba su primero. Toro con mucho genio finalmente domeñado por el temple. Ese fue el mando de Pinar. Aunque quedaría pendiente todavía un inconveniente, cuando el toro hizo hilo por el pitón izquierdo, sin dejar de embestir después de haber terminado los pases. El mérito de Pinar fue no arrugarse, aunque por ahí no pudo. La faena tuvo corte derechista, y al final se pudo relajar el torero en los circulares.

En el sexto valdría tanto la disposición y firmeza de Pinar. Un toro manso y con poder, que, sin embargo, casi siempre respondió en la distancia corta. Pinar le dejó los engaños en la cara para ligarle los muletazos. Eso hizo que creciera el ambiente a favor.

Al Cid le quitó el presidente la que debió ser en justicia la primera oreja de la tarde. Había toreado muy bien por naturales, y el corolario final de la faena fue impecable. Toro nada claro, defendiéndose. El cuarto bis fue el toro más difícil del envío, pero el esfuerzo del Cid fue mínimo.

El Fandi brindó su habitual espectáculo con las banderillas y poco más. Ni le dejaron los toros ni él se comprometió tampoco.

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