Pepe Luis Vázquez: remembranzas de su alternativa en el 85 aniversario
HISTORIAS TAURINAS
El llamado Sócrates de San Bernardo se doctoró en la plaza de la Maestranza el día de la Virgen de 1940 y no tardaría en confirmar en Madrid delante del mismísimo Himmler, invitado por Franco para la ocasión
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España andaba estrenando una paz llena de matices. Los cañones y los fusiles ya habían enmudecido pero el país arrasado encaraba una larga y dura posguerra que iba a tener uno de sus mejores escapes en “los alamares, las sedas y los oros, la sangre de los toros y el humo de los altares”. La cita machadiana -fallecido en en tramo final de la guerra- nos sirve para pintar el aguafuerte costumbrista en el que se movía aquel mozo rubio del barrio de San Bernardo, hijo de un empleado del mismo matadero en el que haría sus primeros pinitos taurinos.
El frente había permanecido lejos de Sevilla durante casi toda la contienda. La guerra -intensa, cruel y breve- se había reducido a la sangrienta toma de posiciones de los primeros días del alzamiento, que se saldó con el control absoluto de la ciudad por parte del general Queipo de Llano. La evolución del mapa bélico se seguía por periódicos y radios y algunos de los llamados a filas no regresaban... Es en ese ambiente agridulce en el que daba sus primeros pasos un jovencísimo aspirante a torero que empezaba a hacerse su ambiente en el taurino barrio de San Bernardo.
Prueba de fuego
Pero había que probar al chaval. Su gente se las apañó para que estoqueara dos reses a puerta cerrada en la mismísima plaza de la Maestranza. Pepe Luis demostró estar a la altura de las circunstancias ante un puñado de privilegiados que presenciaron aquel breve festejo iniciático. Las viejas fotografías retratan al rubio torerillo vestido con añeja guayabera blanca lidiando con suficiencia a dos becerrones en mayo de 1937, uno marcado con el hierro de Miura y otro con el de Guadalest. El debut no tardó: se vistió de luces por primera vez el 18 de julio de aquel mismo año en Algeciras, emparejado con Antonio Bienvenida. Sin solución de continuidad, se organizó su presentación formal en Sevilla en una nocturna veraniega que no iba a dejar demasiado recuerdo...
Pero Pepe Luis volvió a anunciarse sin picadores en la plaza de la Maestranza el 29 de mayo del año siguiente. Formó un auténtico alboroto que hizo olvidar los rigores de la guerra. Sólo una semana después volvió a hacer el paseíllo en el ruedo baratillero como novillero con picadores logrando acabar el papel. Se lió el capote entre un tal Calderón y un mozo cordobés largo y un punto tristón que acabaría marcando aquella época. Se llamaba Manolete y sería el futuro contrapunto del sevillano. Pepe Luis ya había logrado instalarse en el imaginario hispalense y llegó a torear seis festejos en Sevilla aquel año. En una de esas novilladas -había cortado una pata- le llevaron a hombros a su casa de la calle Campamento. Otras cuatro novilladas maestrantes cumplió en 1939 -año de la alternativa de Manolete en el ruedo del Baratillo de manos de Chicuelo- y aún toreó tres más en la temporada de 1940. Había llegado el momento de convertirse en matador...
A las puertas de la alternativa
Pepe Luis llegó a su alternativa con un ambientazo impresionante. La plaza se llenó aquel lejano y caluroso 15 de agosto de 1940, hace ochenta y cinco años justos. Pepe Bienvenida le cedió el toro Sabihondo, marcado con el hierro de Curro Chica, en presencia de Rafael Vega de los Reyes, el segundo Gitanillo de Triana. El nuevo matador, que vestía un flamante terno celeste y oro de la sevillana sastrería de Mandredi, logró dar una vuelta al ruedo después de estoquear el toro de la alternativa. Fue despedido con una fuerte ovación que le obligó a salir al tercio tras despenar al sexto.
Pero aún habría que esperar un par de meses para anotar el primer triunfo resonante de Pepe Luis como matador de alternativa en Sevilla. Fue el 29 de septiembre; en la corrida de la feria de San Miguel. El joven diestro cortó dos orejas a un encierro de Enriqueta de la Cova en las barbas de Luis Fuentes Bejarano y de su propio padrino de alternativa, Pepe Bienvenida.
No quiso -o no pudo- esperar demasiado para confirmar su doctorado: el 20 de octubre volvió a recibir los trastos de matador en la plaza de Las Ventas de manos de Marcial Lalanda -que andando el tiempo sería su apoderado- y en presencia de Rafael Ortega Gallito, sobrino de Joselito.
Hay terreno para la anécdota, que delata el telón histórico del acontecimiento: la corrida se había organizado en honor y gloria de Heinrich Himmler, jefe supremo de las siniestras SS alemanas pero al autor de la llamada solución final que llevó a la muerte a millones de judíos le repugnó la lidia y confesó, preguntado por el propio Pepe Luis, que había vomitado al final del espectáculo. El otoño madrileño se encargó de zanjar el asunto y obligó a suspender al tercer toro del festejo por efectos de la lluvia. Quedaban tres días para que Franco se reuniera con Hitler en Hendaya
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