EL REPASO
Una 'Magna' con reminiscencias taurinas
LITERATURA TAURINA
La memoria del campo bravo, de sus gentes y sus predios, habita en el recuerdo de los hombres que llegaron a tocar con la yema de los dedos un tiempo que se fue, unos modos que ya sólo son recuerdo y una manera de vivir la vida –a caballo, con chaquetilla corta, sombrero ancho y sin prisas- que forma parte del mejor patrimonio etnográfico de España y en especial de la Baja Andalucía. Ese tiempo había quedado atrapado en centenares de fotografías que pertenecen al patrimonio sentimental de un puñado de familias y apellidos que un día formaron o aún siguen tejiendo el mapa de las dehesas y cercados en los que se perpetúa la bravura desde hace casi tres siglos.
Ése ha sido el afán de la editora Mariana Gasset al frente de su sello Verso Suelto para alumbrar este Memorias del campo bravo: 1860-1960, cien años de fotografía inédita: rebuscar en los antiguos álbumes, traspasar los límites de la propia privacidad de esas familias ganaderas para trazar un preciosista poema visual que retrata apellidos, rostros, reses, caballos, bueyes, hombres y mujeres en un mundo de llanos y pastos infinitos –los capítulos se identifican con el nombre de las ganaderías y las fincas en que pastaron- donde el toro fue rey.
La Dehesa Bolaños, El Casarejo, Jandilla, Martelilla, Los Derramaderos, Las Quinientas, Mirandilla, El Hornillo, Fuente Quintillo, Arenales, El Cuarto, Los Gallos, Zahariche, la Marmoleja, Juan Gómez, Partido de Resina, La Vega, Barbacena, Azanaque o el Cortijo de la Sierra –citando sólo las dehesas andaluzas- conforman esta geografía sentimental retratada en sepia y ligada a apellidos o títulos como el de Domecq, Murube, Moreno Santa María, Martín Rufino, Albaserrada, Urcola, Veragua, marqués de Albaserrada, Aleas, Villalón, Núñez, Tassara, Saltillo, Pablo-Romero, Miura, Conde de la Maza…
“Las fotografías más antiguas, de 1863, son de la familia Murube” explica la editora. Abren el catálogo de un mundo congelado, envuelto en el vértigo de lo irrecuperable en el que sonríen los que ya se fueron. Los ascendientes del actual ganadero, José Murube Ricart, posan para la eternidad al célebre toro Playero; los Moreno Santa María acosan una vaca en un tentadero en honor al conde de Romanones en El Quintillo, en el mismo lugar donde hoy se alza la universidad Pablo de Olavide; Antonio Miura encierra una corrida en el Cortijo de Cuarto y los viejos cabreras cruzan un brazo del Guadalquivir en la inmensa marisma… Son sólo algunos de los aguafuertes que funcionan como un retablo costumbrista que estaba inédito.
"Es que he buceado en los álbumes familiares. Me han abierto su casa, sus recuerdos… Muchas de las fotografías no habían visto la luz nunca; son los álbumes que podemos tener todos en casa. El hecho de que ellos mismos hayan escrito los textos también refuerza ese carácter de memoria familiar” señala la editora que, sin pretenderlo, también ha confeccionado este de costumbres perdidas. “Podría ser una bonita manera de verlo –advierte Mariana pero en el campo bravo es donde menos se notan los 150 años que nos separan de las primeras fotos. A diferencia de otras labores del campo que se han revolucionado aquí las faenas siguen siendo las mismas: herraderos, tentaderos, apartados… todo eso gracias a Dios se sigue manteniendo. Por eso entiendo que los ganaderos se merecen este homenaje”, señala la editora de Verso Suelto.
Ella misma vivió los veranos de su infancia en el campo de sus abuelos, cerca de Lora del Río y en las lindes de Zahariche, el solar de los toros de Miura. El libro, en cualquier caso, también es un ejercicio de nostalgia, un canto a los paraísos perdidos. “Antes de este libro publiqué otros que se titulaban Recuerdos del campo español. Es verdad que cerrabas el libro casi con depresión haciendo bueno eso de que cualquier tiempo pasado es mejor. El denominador común de todas estas ganaderías es un sentido hondo, casi sagrado, de la responsabilidad por lo recibido y heredado; de mantenerlo siempre como fue, de hacer las cosas como siempre se hicieron… Esa es la gran diferencia con el campo que yo había tratado en los libros anteriores. Cualquier parecido con el pasado es mera coincidencia. Ahí está el tema de la indumentaria. Tiene esa parte etnográfica, de catálogo de costumbres” relata Mariana Gasset.
Hay una esencia que permanece, tal y como corrobora la editora mencionando todas esas tradiciones y costumbres que han sobrevivido en el mundo del toro y son mero recuerdo en otras actividades agropecuarias. Pero el catálogo de fotografías se completa con los textos que han escrito los los ganaderos actuales o los herederos de ganaderías extinguidas que, “a pesar de no ejercer ya como criadores, mantienen esa esencia” tal y como apostilla Mariana Gasset. “Yo les pedí un ejercicio de síntesis, que contaran su historia con naturalidad, reflejando la personalidad de cada criador", puntualiza.
Pero la editora llama especialmente la atención en el tratamiento que los actuales ganaderos para con sus mayores. “Si Eduardo Miura me está hablando del señor que fundó la ganadería lo hace siempre anteponiendo el don: don Juan Miura Hontoria, don Eduardo Miura Fernández… José Murube habla de su antepasada doña Dolores Monge… Cuando se corrigieron y unificaron los textos se planteó eliminarlo pero me negué en redondo. Estamos oyéndolos a ellos, tienen su propio lenguaje, es una fidelidad a sus costumbres y sus tradiciones”, puntualiza. El libro, que ya se ha presentado en Madrid y está funcionando en el boca a boca, vivirá su definitiva puesta de largo en el Salón de los Carteles de la plaza de la Maestranza el próximo 10 de diciembre, a la vuelta del puente y los fastos de la Magna. No podía ser en otro sitio…
También te puede interesar
EL REPASO
Una 'Magna' con reminiscencias taurinas
GALARDONES
Borja Jiménez gana su primera ‘Oreja de Oro’
ESPECIAL MATADORES (VI)
De los toreros inevitables...
Lo último