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Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 18 de la Vía de la Plata: Valverde de Valdelacasa-San Pedro de Rozados

El punto más alto del Pico de la Dueña está marcado con una cruz de madera.

El punto más alto del Pico de la Dueña está marcado con una cruz de madera. / Emilio J. de los Santos

La etapa que se va a describir a continuación es muy larga... quizá demasiado: tiene unos 39,5 kilómetros. De hecho, es la que más longitud tiene en esta guía, aunque, a diferencia de la de Carcaboso-Aldeanueva del Camino, sí hay una localidad intermedia, Fuenterroble de Salvatierra, que cuenta con los servicios necesarios y opciones para dormir. También se puede tomar una variante algo más corta hasta Pedrosillo de los Aires, pero no es oficial y no es muy recomendable. Todo esto se irá detallando en el texto.

Lo más destacado del recorrido de esta jornada de más de nueve horas de caminata que se interna en tierras salmantinas es el ascenso al Pico de la Dueña, que con sus 1.165 metros de altura es el techo del trazado principal de la Vía de la Plata (más adelante veremos que en el desvío por Sanabria se alcanza cotas más elevadas).

Antes de llegar a Valdelacasa podremos ver algunos miliarios romanos junto a la carretera. Antes de llegar a Valdelacasa podremos ver algunos miliarios romanos junto a la carretera.

Antes de llegar a Valdelacasa podremos ver algunos miliarios romanos junto a la carretera.

Desde el albergue de Valverde de Valdelacasa salimos por la Calle Campana y después por la Calle Real, hasta llegar a la Carretera de los Mesones, que une esta población con Valdelacasa, el pueblo vecino. No hay muchas complicaciones: se sigue el arcén en un ligero ascenso durante 3,5 kilómetros. Por fortuna, no suele haber mucho tráfico.

Este edificio es la Ermita de San Antonio de Valdelacasa, justo en la entrada de Valdelacasa. La flecha amarilla nos deja clara por dónde ir. Este edificio es la Ermita de San Antonio de Valdelacasa, justo en la entrada de Valdelacasa. La flecha amarilla nos deja clara por dónde ir.

Este edificio es la Ermita de San Antonio de Valdelacasa, justo en la entrada de Valdelacasa. La flecha amarilla nos deja clara por dónde ir.

El paso por la primera localidad de la jornada es muy rápido. Nada más aproximarnos a las primeras casas y con el lateral de la Ermita de San Antonio de frente, tomamos la primera bocacalle a la izquierda hasta alcanzar la carretera de Guijuelo (SA-214). No la seguimos, la cruzamos perpendicularmente para llegar a otra carretera local.

Tras Valdelacasa, seguimos una carretera. En este punto, salimos de ella. Al fondo, veremos una cantera. Tras Valdelacasa, seguimos una carretera. En este punto, salimos de ella. Al fondo, veremos una cantera.

Tras Valdelacasa, seguimos una carretera. En este punto, salimos de ella. Al fondo, veremos una cantera.

Vamos sobre su asfalto otros 2 kilómetros más hasta que un sendero nos saque en ángulo recto por la izquierda, justo al cruzar el Arroyo de Verrugas. Esta pista de tierra volverá a dar otro giro a la derecha y nos hará pasar cerca una cantera. Parece ser que el Camino antes no daba este quiebro tan absurdo, pero en 2015 se señalizó de esta forma. Se sigue por una zona bastante llana con algunos grupos de árboles hasta que a los 4 kilómetros volvamos a conectar con la misma carretera que salía de Valdelacasa. Estamos en las proximidades de Fuenterroble de Salvatierra. Podemos entrar en el pueblo siguiendo el asfalto o por un sendero de tierra que parte a nuestra izquierda.

Este es el albergue parroquial de Fuenterroble de Salvatierra. Si no vamos a dormir en él, podemos entrar a sellar la credencial y charlar un rato con el padre Blas. Este es el albergue parroquial de Fuenterroble de Salvatierra. Si no vamos a dormir en él, podemos entrar a sellar la credencial y charlar un rato con el padre Blas.

Este es el albergue parroquial de Fuenterroble de Salvatierra. Si no vamos a dormir en él, podemos entrar a sellar la credencial y charlar un rato con el padre Blas.

Fuenterroble es una localidad con una gran tradición peregrina. Cuenta con uno de los albergues más destacados de esta ruta. La llamativa fachada nos dirá mucho. Lo lleva el padre Blas, párroco del pueblo, y persona siempre dispuesta a una charla. Además, el municipio tiene también un museo sobre la peregrinación a Santiago. En cuanto a patrimonio, destaca la Iglesia de Santa María la Blanca, del siglo XV.

Hasta aquí llevamos 11,5 kilómetros andados. Es posible que sea pronto para acabar hoy, pero puede que a más de uno le apetezca hacer noche aquí. Quienes vayan a continuar, que sepan que viene un tramo muy solitario de algo más de 27,5 kilómetros, así que conviene aprovisionarse bien antes de retomar la ruta.

El recorrido por esta población es bien sencillo: la Calle Larga nos conducirá al albergue parroquial, en cuya esquina una flecha nos dice que vayamos a la izquierda por la Calle Conejal. Seguimos el lateral de la carretera DSA-240, que a los pocos metros desemboca en la SA-212 y sobre su arcén atravesamos el Arroyo de la Juliana. A los pocos metros, cruzamos la calzada y nos desviamos por un carril de tierra a la derecha.

Nos llevaremos mucho tiempo por esta cañada. En algunos tramos veremos restos de la calzada romana original. Nos llevaremos mucho tiempo por esta cañada. En algunos tramos veremos restos de la calzada romana original.

Nos llevaremos mucho tiempo por esta cañada. En algunos tramos veremos restos de la calzada romana original. / Emilio J. de los Santos

La siguiente parte es bastante agradable, siempre con la Sierra de Frades delante. Avanzaremos recto por un sendero bien definido al principio y, posteriormente, por una cañada ancha, delimitada por unas vallas a izquierda y derecha. No hay pérdida. Veremos algunos tramos de la calzada romana y hasta miliarios.

El Arroyo de Navalcuervo puede ir muy crecido en primavera. Por suerte, hay un puente. El Arroyo de Navalcuervo puede ir muy crecido en primavera. Por suerte, hay un puente.

El Arroyo de Navalcuervo puede ir muy crecido en primavera. Por suerte, hay un puente. / Emilio J. de los Santos

A los 5 kilómetros desde el desvío de la carretera, cruzamos el Arroyo Navalcuervo. Si vamos en primavera, puede que lleve agua. Por fortuna, hay un bloque de piedra que nos ayudará a superarlo. A partir de aquí, el sendero empieza a subir, aunque al principio no lo notaremos demasiado. 

A poca distancia del riachuelo, atravesamos un nudo de carriles, andando siempre hacia las montañas (al norte). Un poco más adelante saldrá otro sendero a la izquierda que lleva a Navarredonda de Salvatierra. Aunque está muy cerca del Camino, no tiene servicios ni interés.

Ascenso al Pico de la Dueña. Hay partes con el camino poco definido, pero el ascenso es claro. Ascenso al Pico de la Dueña. Hay partes con el camino poco definido, pero el ascenso es claro.

Ascenso al Pico de la Dueña. Hay partes con el camino poco definido, pero el ascenso es claro. / Emilio J. de los Santos

A continuación, llegamos a un paso canadiense donde veremos muchos carteles. El camino oficial toma el sendero de la izquierda. El que va a la derecha conduce a Pedrosillo de los Aires, que está a 6,4 kilómetros. Esta localidad tiene todos los servicios y un albergue, por lo que es una opción a tener en cuenta si estamos muy cansados. La variante sigue por Monterrubio de la Sierra y conecta con el camino oficial por Morille (también con servicios). Acorta poco más de 2 Kilómetros, pero se pierde el atractivo del ascenso al Pico de la Dueña y se salta San Pedro de Rozados.

Vistas desde el Pico de la Dueña. Vistas desde el Pico de la Dueña.

Vistas desde el Pico de la Dueña. / Emilio J. de los Santos

El sendero de la izquierda comenzará a subir por cuestas más empinadas por un bello paraje con mucha presencia de árboles. Puede que en ocasiones el recorrido no esté muy definido, pero ascenso es lógico y queda más o menos claro por dónde avanzar. Los aerogeneradores los tendremos siempre a la izquierda. El Pico de la Dueña, cuya cumbre la marca una cruz de madera, está a una altura 1.165 metros y es la cota más elevada que alcanzaremos en el trazado principal de la Vía de la Plata. Cuando lleguemos arriba, merece la pena admirar las vistas y tomar un merecido descanso.

Los aerogeneradores siempre estarán a nuestra izquierda. Los aerogeneradores siempre estarán a nuestra izquierda.

Los aerogeneradores siempre estarán a nuestra izquierda. / Emilio J. de los Santos

El descenso tiene algunas rampas pronunciadas. Prosigue por un terreno muy similar al del ascenso, con cierta indefinición en algunos tramos. Iremos avanzando entre árboles hasta llegar, ya abajo, a una carretera local. La seguimos hacia la derecha.

La bajada puede tener algunas rampas pronunciadas. La bajada puede tener algunas rampas pronunciadas.

La bajada puede tener algunas rampas pronunciadas. / Emilio J. de los Santos

Esta parte de la etapa es de esas que minan la moral del peregrino.  Durante los 13 kilómetros que faltan, podremos ir por el asfalto o por unos carriles de tierra que van en paralelo. Sea como sea, nos aguarda mucha monotonía y poca sombra por una zona muy llana y extensa: el Campo Charro nos da la bienvenida.

Ganado en la Finca Calzadilla de Mendigos. Ganado en la Finca Calzadilla de Mendigos.

Ganado en la Finca Calzadilla de Mendigos. / Emilio J. de los Santos

El aburrimiento sólo lo romperá el paso sobre el Arroyo Mendigos y poco después la Finca Calzadilla de Mendigos, donde hay ganado. Paciencia, porque desde ese punto aún faltan 6 kilómetros. El camino se aparta de la carretera cuando resten 2 kilómetros hasta la meta. Se interna entonces en campos de cultivo en un ligero ascenso. Es el esfuerzo final.

San Pedro de Rozados al fondo. San Pedro de Rozados al fondo.

San Pedro de Rozados al fondo. / Emilio J. de los Santos

San Pedro de Rozados es otra localidad pequeña. Su población no llega a 300 personas. Pese a ello, alberga un par de alojamientos y bares. Si paseamos por sus calles, nos llamará la atención la  disposición de las casas, unidas unas a otras de forma muy peculiar. El monumento destacado es la Iglesia Parroquial de Santa María de los Rozados, con una espadaña que con arcos a a dos alturas.

Parroquia de Santa María de los Rozados. Destaca la espadaña con doble fila de arcos. Parroquia de Santa María de los Rozados. Destaca la espadaña con doble fila de arcos.

Parroquia de Santa María de los Rozados. Destaca la espadaña con doble fila de arcos. / Emilio J. de los Santos

Hemos superado una etapa bastante dura. La próxima será más corta, ideal para poder disfrutar más del abundante patrimonio que hay en Salamanca.

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