Un pianista impulsivo y brillante

Pablo J. Vayón

06 de junio 2013 - 05:00

XXIV Festival de Primavera de Juventudes Musicales. Alejandro Algarra, piano. Programa: Sonata Op.2 nº3 de Beethoven; Andante Spianato & Gran Polonesa Op.22 y Polonesa Op.53 'Heroica' de Chopin; Tres danzas argentinas de Ginastera; 'Eritana' del Cuaderno IV de 'Iberia' de Albéniz. Lugar: Salón de Actos de la Real Maestranza de Caballería. Fecha: Miércoles 5 de junio. Aforo: Dos tercios.

Alejandro Algarra (Granada, 1983) mostró hechuras de magnífico pianista, de músico temperamental e incluso sanguíneo por la vehemencia, el ímpetu y el vigor que imprimió a todo el programa que presentó en la Maestranza.

Su arranque con Beethoven resultó extraordinario. Bien que se fue hasta la primera publicación de sonatas para piano del compositor, la Op.2, obras aún dieciochescas, pero ofreció la tercera, sin duda la más brillante de las tres, y bien que quedó retratado su carácter con sus poderosos acordes y sus muy marcados contrastes dinámicos. En el Adagio enfatizó además el carácter romántico de la pieza, que avanza a empujones.

No le faltó delicadeza al Andante chopiniano de la Op.22, aunque sí algo de poesía y con la polonesa, la brillantez virtuosística se colocó en primer plano, aunque resultara por momentos atropellada. El vigor épico de la famosa Heroica (sobre el que volvería en la Polonesa Militar de su primer bis) fue dicho casi todo en voz alta, con una sección central levemente contrastada.

Una vez más la brillantez, esta vez, desde el punto de vista del ritmo y el color, se enseñoreó de las dos danzas extremas de Ginastera. La central (Danza de la moza donosa) nos mostró en cambio a un pianista de fraseo mucho más fino y elegante, bien destacada la pureza del canto sobre un bajo firme y claro. Algo precipitada la Eritaña, con un arranque de rubato generoso. Pero para el final, Algarra tomó otra vez la paleta del brillo y el color en una chispeante Campanella lisztiana.

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