XXIV Ciclo de música de cámara. Componentes: Leonardo Rodríguez Rossi y Jaime Calderón, violines barrocos; Francisco Blay, sacabuche tenor; Roberto Carlos Barroso, violone; Alejandro Casal, órgano positivo. Programa: Obras de Ferro, Castello, G. A. Cima, Cesare, Ganassi y Marini. Lugar: Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo 19 de enero. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Antes de que la música instrumental asentara con Corelli su sentido tonal y aparecieran y se consolidaran las formas que evolucionarían hasta convertirse en las clásicas, los instrumentistas del siglo XVII desarrollaron un estilo marcado por la imitación de modelos vocales y la improvisación, derivando de ello una música de gran espontaneidad y lirismo, en la que el violín se fue imponiendo como instrumento dominante. Gracias a la extensión de las prácticas históricas ese delicioso repertorio del primer barroco instrumental se programa hoy incluso en el ciclo de cámara de una orquesta sinfónica, y es que la ROSS cuenta entre sus violinistas con Leonardo Rodríguez Rossi, un argentino asentado desde muy joven en nuestra ciudad y que es uno de los grandes violinistas barrocos de nuestro entorno.

Para este Gli Affetti Musicali, Rossi se ha asociado con un segundo violín y un sacabuche, instrumento de viento que amplía las posibilidades tímbricas de una música que por norma dejaba libertad para la instrumentación, completando el grupo con un bajo continuo perfectamente canónico (violone, órgano positivo). Desde los contrastes magníficamente servidos entre la gravedad de los pasajes homofónicos y la libertad chispeante de los imitativos en la Sonata de Ferro hasta la riqueza entre contrapuntística y dancística de la música de Marini, el conjunto ofreció interpretaciones de estilizado lirismo y colores cambiantes, por más que hubiera algún punto de rigidez en el fraseo (Sonata de Castello, que gana con más intensidad y brillo) y la ornamentación resultara por momentos tímida, especialmente en el arranque del concierto. A salvo quedó en todo momento la belleza de unas melodías que sonaron espontáneas y cercanas al corazón de un público que mostró su entusiasmo.