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Cultura

Ímpetu juvenil y virtuosismo

Noche Blanca. Inauguración del Curso 2014-15 de Juventudes Musicales. Alejandro Martínez Pozo, piano. Programa: Sonata nº23 Op.57 'Appassionata' de Ludwig van Beethoven; Cuaderno I de las Variaciones sobre un tema de Paganini de Johannes Brahms; 'Corpus Christi en Sevilla' de 'Iberia' de Isaac Albéniz. Lugar: Pabellón Domecq. Fecha: Viernes 3 de octubre. Aforo: Casi lleno.

Juventudes Musicales inauguró el curso en su pabellón del Parque de María Luisa con un concierto integrado en la Noche Blanca que sirvió para escuchar a Alejandro Martínez Pozo (Sevilla, 1986), un pianista que deslumbró por su más que notable virtuosismo y su arrollador ímpetu juvenil.

De sonido robusto y poderoso, tal vez demasiado para la sala donde se celebraba su concierto (y debió de tener esto en cuenta), las versiones de Martínez Pozo se caracterizaron por la rapidez de los tempi, las dinámicas elevadas y la exaltación generalizada. A su recital le faltó un punto de reposo y un mucho de variedad en la profundización expresiva de las obras programadas.

Desde luego que a la popular Appassionata de Beethoven no le faltó pasión, pero el arranque sonó algo grueso y los contrastes parecieron siempre demasiado bruscos. Al Andante con moto central le faltó sutileza y poesía y el brioso final se convirtió en fulgurante en una coda de apreciable claridad. Fue un Beethoven dicho con la energía apabullante de un atleta, pero sin el alma del poeta.

Algo más sensible se mostró el pianista sevillano en las variaciones lentas de la obra de Brahms, de las que obtuvo interesantes gamas de color, pese a que la obra fue vista también desde la perspectiva del virtuosismo más desbocado. Pese a algún emborronamiento en los pasajes de dinámicas más fuertes (que exageró de forma generalizada), conviene reconocer en Martínez Pozo una suficiente transparencia en la exposición de los planos y las voces, lo que mostró de nuevo en el Corpus Christi en Sevilla de Albéniz, que a partir de un inicio problemático creció en intensidad para apagarse con muy buen gusto. En la propina, uno de los Estudios de ejecución transcendente de Liszt reafirmó su estilo brioso y heroico, falto de un punto de sosiego y ternura.

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