Durante las tres últimas semanas he asistido a los seis estrenos de la muestra El teatro que viene, un proyecto teatral que en esta edición cumple sus ocho años y que organiza la Universidad de Sevilla en el Teatro Duque-La Imperdible. Sí, seis estrenos en los que he comprobado que el teatro de autor, el teatro de texto sigue siendo la tendencia que predomina entre los jóvenes creadores, y que los autores corren pocos riesgos, se apuesta por la comedia, lo comercial y agradar al público. Ese es el camino común de las salas alternativas que inauguraron Mayorga, Galceran, Belbel y otros, aunque no sé si es el más interesante a los veintitantos y sin presiones comerciales. La fiereza de la edad sí la he sentido, sin embargo, en algunas de las actuaciones, y es que los actores han sido uno de los pilares de la muestra y los que han salvado muchos textos del naufragio. Así que lo mejor: los actores, ciertos momentos de verdadera comicidad y un ambiente fantástico: un público mayoritariamente joven, mayoritariamente del mundo del teatro, que llenó a pesar de la lluvia todos los días la sala apoyando -aunque sea falsamente, que en este gremio ya se sabe- a sus compañeros.

Primera semana

La muestra se abrió con Franco, el retorno, de la compañía Los primos de Piter, que llevaron a escena la supuesta vejez y hora final de un dictador caprichoso, infantil, paranoico y ególatra; lástima que el texto flaqueara en algunos momentos haciendo que el asunto se alargara más de la cuenta, porque las interpretaciones fueron muy buenas, sobre todo la de Manuela Luna, que hace una gran Carmen Polo, de gesto y cuerpo seco y encorvado, fumadora empedernida, cachonda y parte lúcida del tándem. Para gritar, sin embargo, la escenografía, un mal extendido en esta muestra y que desprende un ligero tufillo a teatro de instituto. Por favor, señores artistas, más ideas, estamos ávidos.

La señora del tercero puerta uno, de la compañía Cuatro Gatos, fue la primera gran sorpresa de la muestra. Sí, el texto es largo, se demora demasiado en algunos parlamentos que tendrían que pulir -y que seguro harán porque les auguro muchas representaciones-, para que sea redondo, pero Pablo Canela tiene que estar contento de la obra que ha escrito que es más que una simple situación cómica, que quiere adentrarse en los personajes y crear una historia. Algunas interpretaciones, sin embargo, las sentí lejanas, tibias, es el único pero que le pondría a la dirección de Jesús Perujo, por lo demás limpia y de una claridad narrativa muy acorde con la historia.

Segunda semana

Todas las obras se mantuvieron dos días en cartel: a Gerundio del verbo pensar, de la compañía 7atro, fui el primer día y el público estaba revolucionado, entregado, muchos compañeros y amigos jaleaban y gritaban las salidas a escena de los intérpretes. Un ambiente que recomiendo por su optimismo y que, seguramente, sólo se puede percibir en esta muestra. En fin, al grano, Gerundio del verbo pensar es una comedia tendente al absurdo, jardielesca a lo moderno, es decir, mezclando la vida de un par de parejas de hoy en día con situaciones absurdas y con el propio pensamiento de los protagonistas. Entretenimiento y un elenco femenino que destaca por su desenvoltura. Bien por ellas.

Más existencial, aunque concediendo al texto sus válvulas de escape gracias al humor más ingenuo -el de una magnífica Isabel Márquez en un papel muy agradecido-, se presentó Pornografía, de Antonio Rincón Cano, por la compañía Blablaba teatro. En cuanto a seriedad en el planteamiento dramático, complejidad narrativa y firmeza actoral, esta obra y sus componentes están ya muy cerca del teatro profesional. Sin embargo, Pornografía es incapaz de transmitir su mensaje al público: vidas acomplejadas en torno al sexo, ¿por qué? Mi opinión, falta valor. No se pueden plantear ciertos temas desde los parámetros del teatro burgués, o sea, no puedes hacer sadomasoquismo light, eso no existe si es real y no una pose de pareja pija. A pesar de estas objeciones, del todo discutibles, tengo que destacar el trabajo de los actores, muy muy bien todos, de sonido y dirección que, aunque a veces amanerada, siempre intenta buscar, sorprendernos, ir a más. Aquí hay futuro.

última semana

En principio yo esperaba encontrarme más en esta muestra con el tipo de obra que es Titulonk. Una sucesión de sketches cómicos y ejercicios dramáticos de alumnos de interpretación. Pero Titulonk es además un espectáculo divertido donde se engarzan, un poco abruptamente eso sí, pero con verdadero sentido del humor, el repertorio de cómicos como Woody Allen, los Python o los Hermanos Marx. Y, claro, esto es un éxito seguro pero es una trampa también. A esta línea de humor, de claras raíces en lo absurdo, ha añadido Daniel García, director de la compañía Mr Vandelay, la parodia a los temas locales y el sentido de lo comercial suficientes para agradar a todos, que, pensándolo, quizá sea justo lo contrario de lo que busca el teatro del absurdo.

Finalmente Hacia Otóntoron, una palabra horrible por cierto, cerró la muestra con la historia de dos niños atrapados en un mundo en guerra y que sueñan desde su jardín con una ciudad mágica donde se cumplen sus sueños y donde encuentran el afecto que han perdido. Una bonita idea en la que se mezclan el mundo infantil con el dramatismo de la guerra y la fantasía. Sin embargo, la buena idea y la estupenda interpretación que hacen Ángela Mesa y Xabyer Cámara, se ven ahogadas por la falta de tensión dramática, es decir, por un argumento que tarda en llegar y cuando lo hace es muy poco original, y por la tendencia a lo melodramático, enfatizado por un hilo musical tendente a lo lacrimógeno que no ayuda nada. Me quedo con las buenas las actuaciones de Mesa y Cámara, dos actores con futuro.