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Arquitectura

El arquitecto de todas las ciudades

  • La Hispalense celebra el acto de investidura como doctor honoris causa de Álvaro Siza, quien aunque no tiene obra en Sevilla sí ha ejercido un magisterio decisivo en varias generaciones de arquitectos sevillanos.

 "Es ciudadano del mundo y de todas las ciudades. En las antípodas de ese otro arquitecto que se nos hizo habitual, que pretende marcarlos con sus megalómanas elucubraciones". La voz grave y litúrgica de Víctor Pérez Escolano fue la encargada de enumerar ayer los méritos del arquitecto portugués Álvaro Siza, quien fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla en el Paraninfo.

Coincidiendo con el cincuenta aniversario de la fundación de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, la Hispalense ha concedido su más alto reconocimiento a un arquitecto que, aunque no tiene obra en Sevilla, sí fue un "foco de luz" para la "nueva escuela sevillana de arquitectura", aquella que se fraguó a mediados de la década de los 70. "Autor de obras esenciales del paisaje cultural contemporáneo", según Escolano, la conferencia de Siza en nuestra ciudad de 1975, en la que contó sus experiencias como uno de los entusiastas técnicos de la Revolución de los Claveles, fue decisiva para hombres como  los Cruz Ortiz  González Cordón, Félix Pozo o Ricardo Sierra, entre otros. Un magisterio que, como recordó el rector de la Hispalense, Joaquín Luque, continúa: "Muchos de los alumnos tienen en su habitación de estudio un póster de Álvaro Siza".

 

El propio Siza tuvo palabras en portugués para aquella conferencia del 75 en la que fue "recibido con afecto y entusiasmo por un auditorio repleto de estudiantes y profesores. Alguien me regaló dos claveles rojos. Uno me lo puse en la solapa, otro lo lancé al público. Un voto por el final del franquismo". El premio Pritzker (el Nobel de la arquitectura) en 1992 y considerado por The New York Times como uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, recordó sus visita a Sevilla durante su infancia, ciudad de la que le sorprendió el "calor asfixiante" y la "alegría en la calle, cuando el sol se recogía", así como "el flamenco, los jardines del Alcázar, el Patio de los Naranjos y la rampa circular de la Torre del Oro". También sus paseos de madurez con Gerardo Delgado en busca de las primeras obras de los entonces jóvenes Cruz y Ortiz.

 

Como espinas clavadas en el corazón, aunque no lo dijo con estas palabras, quedan algunos proyectos frustrados en Sevilla, como su proyecto para un corral en la calle Vírgenes junto a Guillermo Vázquez Consuegra, o su idea para la Expo 92, que según Pérez Escolano, era una "silente ordenación ortogonal en el interior de la isla. Un campamento destinado a acompañar el corazón del antiguo monasterio". El jurado optó, finalmente, "por un fallo absurdo", dijo Pérez Escolano.

 

Siza, pese a todo, dijo que "de Andalucía he recibido mucho y he dado muy poco" y señaló a su proyecto Atrio de la Alhambra (Granada) como aquel que resume todo lo que ha aprendido en arquitectura. Precisamente en esta ciudad andaluza ha comprendido lo que debe ser cualquier construcción: "Espacio abierto a las necesidades y los deseos del hombre, lugar de reposo, meditación y acción, célula del tejido de la ciudad".

 

Por su parte, Joaquín Luque, alabó la virtud que tienen las obras de Siza de integrarse "plenamente en el entorno sin erosionar la esencia de cada espacio, sino multiplicando su estética y valor social" y recordó que se premia a "un gran humanista de la arquitectura, un sabio difícil de encasillar en las corrientes arquitectónicas al uso, una persona que, pese a la fama y la altísima cotización de sus obras, jamás ha abandonado su compromiso con la arquitectura social, con la humilde vivienda".

El rector recordó que, en los actuales momentos de crisis, necesitamos que la "luz sosegada de la reflexión alumbre nuestros pasos, que se escuche el sereno susurro de quienes pueden aportar, desde el conocimiento y la reflexión, fórmulas de mejora". Siza, según Joaquín Luque, pertenece a esta estirpe y, en reconocimiento, se le acogió ayer como nuevo miembro del claustro de doctores de la Hispalense. "Gaudeamos Igitur [alegrémosnos pues]", concluyó el rector.

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