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Calle Rioja

Maimónides, Gutenberg, Nebrija

  • Legado. Los organizadores de la exposición sobre manuscritos de la Biblia han prorrogado quince días la muestra que tiene lugar en la Casa de la Ciencia.

ENTRE 1559 y 1783 estuvo prohibida la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares al aparecer en el Índice de libros prohibidos que en el primero de los años citados hizo público el inquisidor general Fernando de Valdés. De mediados del XVI a finales del XVIII. Biblias vernáculas vetadas en tiempos de Lope y Cervantes, de Góngora y Quevedo. Muchos de esos libros, objeto ahora del veto de un Santo Oficio de la ignorancia o los prejuicios, pueden verse en la Casa de la Ciencia en una exposición que ha prorrogado quince días más, hasta el día 30, la apertura al público docto o profano.

Imaginen una muestra en la que estuvieran juntos Maimónides, Erasmo de Rotterdam, Gutenberg o Elio Antonio de Nebrija. El legado de todos ellos está presente en este muestrario de Biblias expuesto en el que fuera pabellón del Perú de 1929.

Parte de los manuscritos proceden de la Abadía de Montserrat, incluido el más antiguo, un pergamino del Evangelio de Lucas datado en el siglo IX. Los monjes de Montserrat figuran entre los patrocinadores de la exposición sobre este libro precursor del realismo mágico y formado por textos revelados y sagrados.

La relevancia del resto de instituciones que la han hecho posible habla de las dimensiones del proyecto: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, Universidad de Salamanca, Asociación Bíblica Española -organizadora del III Congreso Bíblico Internacional que se celebró en Sevilla-, Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos, profesor Moleiro e Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo.

Textos del Antiguo y el Nuevo Testamento procedentes de Oxford y Venecia, de El Cairo y Michigan, de Amberes y Alcalá de Henares. Los manuscritos bíblicos más antiguos aparecieron en 1947 de forma fortuita en el mar Muerto: allí estaban copias de todos los libros menos los de Ester y Nehemías. Maimónides estableció los criterios formales que regían la Biblia hebrea, desde la disposición del texto a los tipos de tinta. La exposición documenta la evolución del hebreo al griego y de éste al latín en las diferentes traslaciones idiomáticas.

Hay un curioso atlas bíblico que une a tres ciudades. El Códice de Alepo, ciudad siria que últimamente sale teñida de sangre y fuego en los telediarios, el de Leningrado, datado en los primeros años del siglo XI, y el llamado de los profetas de El Cairo, la ciudad en la que Emilio González Ferrín, profesor del Corán en la Universidad de Sevilla, ha ambientado su primera novela. Estos tres códices tienen en común que pertenecen al sistema tiberiense de puntuación, más completo según los entendidos que los otros dos, el babilónico y el palestinense, para reelaborar la complejidad de la escritura semítica.

Hay una Biblia de Jerusalén revisada y aumentada, una Biblia oficial de la Conferencia Episcopal Española o un valioso ejemplar de Oxford del que se encuentra una copia en La Coruña.

La expansión del Renacimiento, que fomenta el estudio de los textos clásicos en sus fuentes originales, y la invención de la imprenta suponen un auge de las Biblias Políglotas en el ámbito cristiano y de las Rabínicas en el judío. La raya geográfica y teológica que une -y separa- el Antiguo y el Nuevo Testamento.

¿Y quién encarga los textos bíblicos? De la British Library de Londres proceden dos facsímiles, un Breviario de Isabel la Católica y un Libro de Horas de Juana de Castilla. ¿Los reyes guerrean y las reinas rezan? No todos o no siempre, porque Felipe II le encargará a Benito Arias Montano la llamada Biblia Regia o de Amberes (1568-1572).

Es una de las Biblias Políglotas más valoradas por los especialistas, además de la Biblia Políglota Complutense que dirige el cardenal Cisneros en la Universidad de Alcalá de Henares y en cuya elaboración participa el gramático sevillano Nebrija o la Políglota de Brian Walton (1657), que incluye versiones etiope, árabe y persa.

Borges y Calvino habrían dado el visto bueno a la inclusión en sus antologías de literatura fantástica de alguno de los textos del Beato de Liébana, como el alusivo a la Adoración de la Bestia de las siete cabezas y del Dragón que aparece ilustrado en la exposición. El beato denomina un género hispánico de manuscritos que copian el comentario al Apocalipsis de San Juan en la Alta Edad Media.

Con San Jerónimo y Maimónides la Biblia entra en derroteros de clásicos populares. El primero revisó el texto latino a partir de manuscritos griegos y emprende una nueva traducción a partir del texto hebreo. Es el origen de la Vulgata.

La Casa de la Ciencia hace honor a su nombre. Este acervo de lenguas y culturas que vence mares y fronteras convive estos días en el antiguo pabellón del Perú con el XIV congreso Nacional y XI Iberoamericano de Etología que desarrolla sus jornadas a lo largo de esta semana.

Los visitantes a la exposición de la Biblia cuentan con dos pantallas para completar su información o acceder a algunas fuentes, como las que facilita Ductus, el único portal papirológico existente en España. Hasta la llegada de la imprenta, los textos bíblicos se copiaban en rollos para las sinagogas o en códices por encargo o iniciativa del copista. Para los más sofisticados se utilizaban los pergaminos.

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