Los grandes aciertos de Monchi y Emery

Campeón de la Liga Europa · La parcela técnica

El director deportivo corona con su séptimo título su revolución y el entrenador firma su cima en el Sevilla.

Emery y su cuerpo técnico brindan con Castro y Monchi en el avión.
Emery y su cuerpo técnico brindan con Castro y Monchi en el avión.
E. Florido / Sevilla

16 de mayo 2014 - 05:02

Por mucha casta y coraje que tenga un equipo, si no está sostenido por el talento el épico lema se queda en nada. Detrás del impresionante éxito de este Sevilla que se consagró en Turín como un grande de Europa está el trabajo de los responsables de la parcela técnica. La tercera UEFA blanquirroja significa el séptimo título de Monchi... casi nada a sus 46 años. Unai Emery, en cambio, se estrena en los laureles. El entrenador de Fuenterrabía, de 42 años, se ha convertido en el primer técnico vasco en lograr un título continental y lo ha hecho en un club cuya exigente afición rara vez se puso de acuerdo sobre su gestión de la plantilla, salvo para acerar sus críticas. Ambos han estado muchas veces bajo la incómoda lupa del escepticismo. Ahora comparten un éxito rotundo, incontestable, gracias a su tino para darle forma de campeón a un equipo completamente nuevo.

El director deportivo se aprestó a darle la vuelta a la plantilla como a un calcetín tras dos años de fracaso, con dos novenos puestos que amenazaban con bajar de nuevo al Sevilla al estatus de mediocridad que tuvo durante tantísimos años hasta el glorioso siglo XXI, en el que primero Roberto Alés y luego José María del Nido confiaron ciegamente en la visión y la intuición del ex portero de San Fernando, quien tomó las riendas de la parcela técnica tras su efímero paso como delegado del equipo. Con la obligada salida de Del Nido, Monchi amagó con dejar el consejo y casi dejaba en el aire su futuro, pero finalmente José Castro encauzó la continuidad.

Emery llegó como relevo de Míchel en febrero de 2013 tras salir por la puerta de atrás del Spartak de Moscú. Había abandonado el Valencia después de dejarlo en la Champions en 2012 por cuarta vez consecutiva. En Nervión quería retomar la senda del éxito, pero no pudo enderezar su rumbo y volvió a dejarlo noveno. A pesar de eso, Monchi confió en su valía, en su confianza, en su capacidad de trabajo y en su empuje y su fe en sus ideas. Del Nido le había firmado un contrato de año y medio y la cúpula ejecutiva no entendió que el noveno puesto fuera razón suficiente para rescindírselo.

Vídeo: Antonio Pizarro

En su segunda temporada, Monchi puso en sus manos una plantilla novísima con trece caras recién contratadas tras la salida de los ídolos del título que parecía ser el epílogo definitivo, la Copa de 2010. El adiós de Palop, Negredo y Jesús Navas simbolizó el abrupto cambio de ciclo que dio paso a Bacca, Gameiro, Pareja, M'Bia, Carriço, Vitolo... El objetivo era asentar y cuajar el nuevo equipo, con una expresa petición de paciencia desde el club.

Pero el presente del fútbol no entiende de acoplamiento y Emery se expuso pronto al escaparate de las críticas. Fue tremendo el debate sobre la posición de Rakitic, hasta que reaccionó en Cornellá. Allí comenzó a darle forma a un once más equilibrado. Además, al trabajo meticuloso de táctica y a una de sus especialidades, la estrategia, unió la labor de cohesión sobre la complicidad del grupo, la unión -el concepto de familia- y la conformación de un bloque pétreo ajeno a los duros avatares externos. La columna vertebral formada por Pareja, Fazio, M'Bia, Carriço, Rakitic y Bacca consagró la simbiosis de Monchi y Emery. La pareja perfecta.

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