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Crítica de Música

El piano, espacio de conflictos

Ganador del tercer premio en el Concurso Internacionald e Piano Paloma O'Shea de Santander en el año 2015, el pianista chino Jianing Kong se presentó a este Festival de Primavera con un programa aterrador para cualquier pianista por las exigencias técnicas y la complejidad discursiva de las dos obras programadas.

La Hammerklavier fue una de las últimas sonatas de Beethoven en ser aceptadas por el público y los pianistas, justo hasta que la interpretación que de ella hiciese Ferenç Liszt mostrase la infinidad de riquezas que la partitura encierra. Por sus dimensiones, su estructura armónica a veces chocante y las indicaciones metronómicas extremas (blanca=138 en el Allegro inicial, por ejemplo), hay que estar en posesión de todas las facultades técnicas y poseer un alto grado de madurez interpretativa como para sentarse ante ella. Salvo en los acordes iniciales del Allegro, algo más pausados, Kong se atuvo a las fulgurantes indicaciones agógicas sin por ello perder definición en la pulsación ni claridad en el fraseo. Quizá la acústica de la sala amplificase demasiado el uso del pedal en algunos pasajes, pero salvo eso la versión fue espléndida, tanto en sus endemoniados pasajes agitados (sobre todo en una magnífica fuga final) como en la expresividad y lirismo con la que expuso el tema principal del Adagio sostenuto.

También arrebatada y con pasajes fugados, en la sonata de Liszt Kong conjugó la torrencialidad del primer tiempo con la extrema delicadeza y la intimidad con la que abordó el tema lírico central.

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