Hasta que la muerte no los separe

Una víctima de ETA y uno de los asesinos de su marido cuentan en un libro su encuentro restaurativo La obra sobre la mediación se presentó en el Colegio de Abogados de Sevilla

De izquierda a derecha, Esther Pascual, Maixabel Lasa, Concepción Sáez, José Joaquín Gallardo, Txema Urkijo y José Castilla.
Francisco Correal Sevilla

19 de enero 2014 - 05:04

Ni Truman Capote en A sangre fría. En el libro Los ojos del otro (Sal Terrae) coinciden Maixabel Lasa Iiturrioz (Lejarreta, Guipúzcoa, 1951), que escribe el prólogo, y Luis María Carrasco Asenguinolaza, uno de los tres presos de ETA que cumplen condena por el asesinato de su marido, Juan Mari Jáuregui, el 29 de julio de 2000. Víctima y asesino se conocieron en una salita de la cárcel de Nanclares de Oca el 26 de mayo de 2011 en presencia de Esther Pascual (Madrid, 1978), mediadora y artífice de los llamados encuentros restaurativos que se recogen en dicho libro, que se presentó el jueves en el Colegio de Abogados de Sevilla.

La viuda de Jauregui leyó las palabras con las que termina la colaboración del asesino de su marido cuando celebraban sus bodas de plata: "Aquella mañana me disponía a pedir perdón por un crimen imperdonable".

Siete mediadores participaron en un total de catorce encuentros, una iniciativa al amparo de la vía Nanclares interrumpida por el Gobierno de Mariano Rajoy. "Mucha gente piensa que el proceso se fomentó desde las víctimas y es al revés, nace en los presos", dice Txema Urkijo (Llodio, Álava, 1961), impulsor de la iniciativa siendo asesor de la Dirección de Víctimas del Gobierno Vasco, coautor del epílogo con Mercedes Gallizo, ex directora de Instituciones Penitenciarias.

José Joaquín Gallardo, decano del Colegio de Abogados de Sevilla, recordó a dos colegiados muertos en atentado terrorista: Fernando Múgica Herzog y Alberto Jiménez-Becerril. "En el fondo todos hemos sido víctimas de ETA", dice José Castilla (Sevilla, 1971), uno de los siete mediadores. Valora el paso que dieron los presos de esos encuentros. "Cuando salgan fuera, no los va a acoger nadie. Unos, por terroristas; otros, por traidores".

Esther Pascual, "ella solita, de manera original, artesanal", en palabras de Castilla, llegó un día a la cárcel de Nanclares de Oca. "Los presos no saben quién soy ni quién me manda". En el aula sociocultural les habla de la mediación. "Allí hay uno que se atreve a levantar la mano. Cuando voy por el pasillo, se suman otros y empiezo a trabajar con cuatro".

Hay una línea roja. "Las víctimas no pueden volver a ser víctimas". Encuentros muy largos con los etarras, mucho más cortos con sus víctimas. Esther no se anda por las ramas. "Les pregunto qué se siente al matar, si es capaz de dormir, si miró a los ojos a su víctima antes de matarla". Algo parecido hizo Maixabel con Carrasco, el asesino del gobernador civil de Guipúzcoa. "Le pregunté si conocía a mi marido, si sabía que estuvo preso por pertenecer a ETA, que actuó en la Audiencia Nacional en el juicio contra Galindo en apoyo de Lasa y Zabala".

Dos terceras partes del equipo de la Dirección de Víctimas del Gobierno Vasco han sido víctimas, dice Urkijo, que trabajó con los gobiernos de Ibarretxe, López y Urkullu. "Había presos que necesitaban acercarse al objeto de su error y no sabían cómo hacerlo, no sabían si verlos, escribirles, querían acercarse a las víctimas".

Otro de los asesinos de su marido expresó su deseo de tener un encuentro con Maixabel, pero las "trabas" del Gobierno lo impidieron. "Me tranquilizó saber que no iban a obtener ningún beneficio penitenciario", dice la guipuzcoana, "no sabía si sacaría algo positivo de la reunión, y al final salí relajada. Me dio tranquilidad y mucha paz interior para mí, mi hija y mis dos nietas. Seguro que Juan Mari también le habría dado esa segunda oportunidad".

En la presentación hubo profesionales de la mediación. Entre ellos, Concepción Sáez (Madrid, 1957), del nuevo Consejo General del Poder Judicial. "Las apariencias y los prejuicios hay que dejarlas aparte. Muchas veces es más difícil mediar en una falta de amenazas entre vecinos que en delitos muy graves". Mediación que sólo excluye para crímenes de guerra, "el arquetipo de lo inexpiable", en palabras de Hannah Arendt. En el libro colaboran la psicóloga Francisca Lozano, el sacerdote José Luis Segovia Bernabé y el jurista Julián Ríos, entre otros.

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