Un nuevo giro que siembra la duda

Varios informes periciales de la defensa cuestionan los indicios que incriminan a Francisco Javier Medina, en prisión como único acusado El reo declarará por videoconferencia el próximo jueves

Imagen actual de la vivienda de Almonte donde se cometió el doble crimen.
José Antonio Cárdeno Huelva

17 de enero 2016 - 05:04

Inesperado giro en la investigación por los asesinatos de Miguel Ángel Domínguez y su hija, de 8 años, en el domicilio en que ambos residían en Almonte en abril de 2013, por los que permanece en prisión preventiva como único acusado Francisco Javier Medina. La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de La Palma del Condado procedió la semana pasada a poner en conocimiento de la Audiencia Provincial de Huelva la incoación de los trámites del Tribunal del Jurado, entre los que la jueza ha convocado la comparecencia a la defensa, a las acusaciones particulares, al Ministerio Fiscal, así como al propio encausado, que declarará el próximo jueves a las 10:30 horas por videoconferencia con el centro penitenciario donde permanece encarcelado desde junio de 2014.

Un nuevo trámite procesal que ha de resultar decisivo para determinar si se prosigue o no con el procedimiento, si se requieren nuevas diligencias, o incluso si se interesa el sobreseimiento de la causa, en la que las últimas aportaciones de la defensa han provocado un viraje, generando un clima de duda y sembrando de nuevo la sospecha sobre una autoría que, presuntamente, apuntaba hasta ahora al único procesado.

Tras un primer atestado durante la fase de investigación, con fecha de 27 octubre de 2013, no se aportaron pruebas concluyentes que incriminasen a Medina, quien siempre ha mantenido su inocencia. Un segundo atestado, no obstante, de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, con fecha de junio de 2014, recopiló numerosas pruebas que señalaban directamente a Medina como presunto autor de los hechos.

Los investigadores apuntan a un "crimen de índole pasional". Constatan que "la presencia de mayor cantidad de lesiones de defensa de características incisas e inciso-penetrantes en el miembro superior izquierdo" sugieren que se trata de un agresor diestro y que durante las inspecciones técnico oculares solamente se halló un perfil de ADN distinto al de las víctimas y al de la ex mujer y madre de las víctimas, concretamente el de Francisco Javier Medina.

Concluye el informe con el hallazgo de huellas de unas pisadas ensangrentadas correspondientes con la talla 44,5, coincidente con el calzado hallado en el registro del domicilio paterno del imputado, y que la agresión data aproximadamente entre las 21:50 horas y las 22:10 horas del 27 de abril, cuando el acusado fue situado fuera de su lugar de trabajo en un centro comercial del pueblo antes de esa franja horaria.

El desenlace del caso, sin embargo, ha sufrido un vuelco en los últimos días coincidiendo con la aparición de informes periciales de la defensa.

Destaca el hallazgo no investigado de huellas dactilares en la puerta de acceso a la vivienda y en una hucha de la menor, así como de ADN de personas no identificadas en el lugar de los hechos y que el modus operandi del autor de los hechos no presenta las características propias de un crimen pasional.

Los resultados de un estudio realizado por la Guardia Civil y del análisis que figura en el dictamen del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, revelan que, además de las evidencias biológicas del imputado en tres toallas ubicadas en dos baños diferentes de la casa donde aparecieron los cadáveres, transferidas de forma indirecta según la defensa, se hallaron restos de ADN de un varón desconocido y un pelo sin identificar que tampoco eran coincidentes con el procesado, con los moradores de la vivienda.

Según el dictamen, dichos restos biológicos no identificados se hallaron en la toalla de baño que usaba Miguel Ángel Domínguez, en la que se detectó un pelo de procedencia desconocida, así como en una alfombra de baño que supuestamente habría utilizado el presunto autor del crimen para limpiar la suela de sus zapatos, en ninguna de las cuales, las únicas con restos de sangre, se halló ADN del acusado. Los resultados del análisis revelan que los vestigios biológicos del procesado se detectaron en otras tres toallas, sin rastros de sangre, colgadas en sus respectivos toalleros, lo que provocó que no fueran analizadas hasta después de tres inspecciones técnico oculares.

Sin embargo, un informe médico legal realizado por facultativos de la Universidad de Granada, los catedráticos José Antonio Lorente y Juan Carlos Álvarez, señala que los restos biológicos hallados en las tres toallas "no permiten vincular de modo inequívoco al acusado", ya que la razón de su localización en las mismas "se puede deber a una transferencia secundaria masiva acumulativa" y "carece de toda lógica, científica, médica o criminalística que existan tan altas cantidades de ADN de Francisco Javier Medina por un simple uso de las tres toallas".

Defienden que teniendo en cuenta que cuando ocurrieron los hechos la madre y ex pareja de las víctimas era novia del acusado, es "perfectamente posible que gran cantidad de sus células de su piel y otras contenidas en el sudor y la saliva, incluso del semen, se depositaran en la piel de la mujer y que al llegar ésta a casa y utilizar las toallas los restos biológico de su pareja se depositaran en las mismas, típico ejemplo de transferencia secundaria".

Además, la defensa considera que la autopsia del cuerpo de Miguel Ángel Domínguez presenta características que no son las propias de un crimen de índole pasional, ya que constata que presentaba erosiones y no "cortes en forma de aspa", tal y como recogen las conclusiones del segundo atestado de la investigación, y no define el origen ni el momento en que se produjeron, por lo que sostiene que no puede considerarse que dichas lesiones tengan o puedan tener una "génesis posmortal" que induzca a su interpretación como la marca del asesino.

El examen externo de la autopsia de Miguel Ángel Domínguez reduce las lesiones en la parte posterior de su espalda a cuatro superficiales con naturaleza de erosiones y no de cortes, cuestionando además la defensa la utilización del término "aspa" al considerar que, de forma tendenciosa, induce a su interpretación como "la marca del asesino" cuando los forenses incluso llegan a descartar el análisis de las mismas por ser superficiales. En concreto, se localizan cuatro lesiones, tres de ellas lineales, de 28, 12 y 1 centímetro, respectivamente, así como otra superficial de 0,5 centímetros de diámetro, todas de carácter erosivo y sin características externas que permitan deducir cómo se produjeron.

La defensa concluye que los forenses nunca dicen que las lesiones de Miguel Ángel a las que hacen referencia los investigadores en el segundo atestado tengan o puedan tener un origen postmortal, es decir, ocasionadas tras su muerte, con lo que censuran que partiendo de una suposición se sugiera como conclusión que las lesiones obedezcan a un crimen pasional, máxime cuando la naturaleza, objeto y momento en que se ocasionaron se trató de forma objetiva en el primer atestado.

Por todo ello, la defensa solicitará en los próximos días por tercera vez su excarcelación al entender que, a la luz de los resultados de dichos informes periciales, no hay motivos fundados para que continúe en prisión.

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